Francisco Peregil, reportero y enviado especial volante de El País

«Me cuesta trabajo creer que los americanos mataron a Couso para que los periodistas nos fuéramos de Bagdad»

“Me consta que los reporteros de guerra estamos bien respaldados por nuestros medios” “Hay compañeros que han dicho “me voy porque ya el periodismo no es posible en Bagdad” y resulta que al lado había otro compañero que arriesgando su propia vida estaba haciendo periodismo” “Ahora la palabra PRESS parece decir secuéstrenme” “Creo que nada merece la pena arriesgar la vida. Pero al final estás en esta profesión porque te gusta y es un privilegio estar allí, contar las cosas.”
PERIODISTA DIGITAL, 4-10-2004

Francisco Peregil parece llevar la profesión en la sangre, con la vocación a flor de piel. La misma dedicación para escribir un reportaje de la televisión basura, estar en Irak o cubrir el Congreso del PP. De una pluma prodigiosa, simple y clara, tiene al hablar un ceceo que confirma que no se equivocó al dedicarse a la prensa escrita. Leerlo es un placer, escucharlo, un esfuerzo inolvidable, más aún si se hace a través de un móvil.

En su libro Reportero en Bagdad: Crónica de una guerra perdida, Peregil deja al descubierto una sensibilidad ante el dolor que, a esos extremos, sólo es percibida por alguien que ha puesto sus cinco sentidos en el lugar de los hechos. Es el ejemplo en cuerpo y alma de lo importante que es estar en el terreno donde la historia se escribe. “El que haya testigos nos hace mejores, más conscientes” ha asegurado en más de una ocasión.

¿Cómo controlas el miedo cuando estás entre las balas?

Cuando estás allí te abstraes mucho. Sientes más miedo aquí. Allí tu preocupación es hacer la crónica, encontrar un buen título, la entradilla, intentar hablar con una persona y todo eso te come el tiempo.

¿Vale la pena arriesgar la vida?

Creo que nada merece arriesgar la vida.

Pero lo haces.

Es que al final estás en esta profesión porque te gusta y es un privilegio estar allí, contar las cosas.

Algunos de los reporteros de guerra se mueven en grupos y la libertad para reportear es bastante relativa.

El tema es muy delicado. Hay compañeros que han dicho “me voy porque ya el periodismo no es posible en Bagdad” y resulta que al lado había otro compañero que, arriesgando su propia vida, estaba haciendo periodismo.

¿Te sientes protegido por el medio en que trabajas cuando te envían a conflictos bélicos? Me refiero a los recursos, chalecos, dinero…

Si, me siento bastante protegido por mi medio. El uso del chaleco, que pesa muchísimo, tiene una utilidad relativa. Cuando llegaron los americanos a Bagdad era útil porque tenía la palabra PRESS. Ahora esa palabra parece decir “secuéstrenme”.

Y con el idioma, ¿cómo lo hacen los periodista que por ejemplo no hablan árabe?

Yo he estado en dos conflictos, en Afganistán y en Irak y en los dos he usado muchísimos interpretes. En Afganistán era más complicado porque se hablan cuatro idiomas. Se gasta mucha energía en esto. Por ejemplo, a veces una persona le habla cinco minutos a tú interprete y este después te dice “dijo que no”. Sientes mucha impotencia, pero también desarrollas cierta suspicacia y cierto instinto para saber cuando te están mintiendo, incluso cuando la fuente te habla en tu propio idioma.

¿Ya no existe el corresponsal de guerra freelance?

Sí, en los dos sitios donde he estado he encontrado gente que trabaja por su cuenta. Yo no soy reportero de guerra, yo soy reportero, a lo que me manden.

Pero más allá del respaldo que sientes de tu medio cuando te envían a zonas en conflictos, ¿tú crees que en general los periodistas que cubren estos hechos están bien protegidos o respaldados?

Tal vez la palabra protegidos no es. Por ejemplo, en Bagdad no sabíamos si realmente estábamos expuestos a las armas de destrucción masiva. El respaldo de tú medio es hasta donde pueda llegar y en general, me consta, que la mayoría de los profesionales estamos respaldados.

¿Qué pasó con Couso?

Yo estaba en el hotel de enfrente. Él se movía con otro grupo. La verdad es que yo no tuve contacto con él.

¿Pero cual es tú opinión?

La opinión dominante entre los compañeros era que los americanos habían hecho eso para que los periodistas nos fuéramos de allí. Otros decían que lo habían hecho de forma intencionada. Pero a mí me cuesta trabajo creerlo. Creo que es erróneo buscar una explicación racional a algo tan irracional.