La Garlopa Diaria

28 febrero 2008

Mino

Una parte sustancial de la profesión periodística en Guadalajara acostumbra a recurrir a la teoría del avestruz cuando la polémica enfanga las redacciones o cuando un caso especialmente grave altera la atonía habitual. Muchos, aunque no todos, acostumbran a agachar la cabeza, pasar de puntillas y esperar a que amaine el temporal. Es justo lo que está sucediendo a raíz de la polvareda que ha generado el envío, por error, de un correo electrónico de Mino, jefe de prensa de la Subdelegación del Gobierno, al responsable de prensa del PSOE. Lo fácil en estos casos, como siempre, es escurrir el bulto y escribir editoriales sobre las flores del campo o lo bien que lo hace la Junta en todo. También es muy fácil apostarse en la barra del Figón o del Miguel Ángel para decir lo grande que es Mino, pero luego no escribir -cada uno desde la parcela que pueda- su pensamiento. No estoy tan seguro que todo esto sea lo más higiénico para nuestro trabajo.

Mino es una persona que conozco desde que en 1994 me hizo una entrevista para Televisión Española. Él era periodista de esta cadena y yo un chinorri de 13 años vestido de danzante que quería hacer prosperar a la fiesta de su pueblo. Estuvo amable y cariñoso, y se tiró el rollo con una noticia de más de tres minutos en el informativo regional. A punto estuve de pedir que le nombraran hijo adoptivo… Luego, cuando empecé a ejercer el periodismo en Guadalajara, hemos tenido ocasión de coincidir muchas veces, compartir alguna sobremesa y conversaciones de vino y rosas. Me lo paso bien con él y además siempre le gusta hablar de periodismo, lo que se ha convertido en un «rara avis» en la profesión. Le aprecio, le respeto y valoro su trayectoria. Me parece, por otra parte, que al frente de la oficina de prensa de la Subdelegación ha aportado innovaciones importantes, que su actitud con la periodistas ha sido siempre correcta y que la política restrictiva de facilitar información, especialmente ligada a la inseguridad, se debe a órdenes que exceden al propio Mino. Cada uno hace su trabajo y debe rendir cuentas por ello.

Él sabe, porque lo que tiene de cabezón lo tiene de inteligente, que ha cometido un error grave. Y en campaña, los sabuesos de los partidos no toleran ni un fallo. Enviar un correo electrónico de sesgo partidista desde la Subdelegación no es asunto menor por dos motivos. Primero, por hacerlo desde donde lo ha hecho, utilizando el ‘mailing’ oficial. Y, sobre todo, porque es la Subdelegación del Gobierno la institución encargada de velar por la neutralidad en el desarrollo de la campaña y las elecciones. Así lo estipula la ley y eso va a misa. Pese a ello, la dimisión del responsable directo, conviene recalcarlo, le honra.

Dicho lo cual, se me ocurren dos apuntes que escribo aquí porque es desde el único sitio donde puedo hacerlo, y a mucho orgullo. Uno, desde una vertiente política y otro, periodística.

Políticamente, pese al error de bulto cometido por Mino, me parece que el PSOE de Guadalajara en general, y Juan Pablo Herranz en particular, están utilizándole como cabeza de turco. Es evidente que la designación de un cargo de confianza a dedo implica, también, una salida a dedo. Pero de ahí a lavarse las manos (que es lo que está haciendo Herranz) y encima dar lecciones (que es lo que está haciendo Alique) va un trecho de dignidad que deja en muy mal lugar a su partido. Mino se ha quedado sin trabajo para pagar el peaje de su equivocación. Si todo esto fuera en serio y no estuviéramos instalados en la cochambre política, detrás debería haberle seguido Herranz. Marchándose con su cargo de confianza y asumiendo un error que también es suyo. Lo contrario es desvirtuar la acción del propio Mino. ¿Ha respondido Herranz a la pregunta de si la carta la envió su jefe de prensa ‘motu propio’ o fue él quien lo ordenó? En todo caso, con este asunto culmina Juan Pablo una trayectoria en la que, quizá en demasiadas ocasiones, ha confundido el culo del partido con las témporas de su cargo público. Acaso de ahí vienen estos lodos. Ya lo escribimos al día siguiente de la última noche electoral.

En lo periodístico, me parece una buena ocasión para pensar algunas cosas. Ningún periodista, después de conocer el asunto, nos hemos rasgado las vestiduras por el asunto de fondo. Es habitual que los jefes de prensa escriban cartas al director que luego aparecen firmadas por militantes. Mientras lo asuma el firmante, a mí no me parece nada fuera de lo normal. Incluso algunos dirigentes, no muy duchos en tareas de redacción, les encargan artículos y cartas al director a los responsables de prensa de sus partidos.

El desliz del e-mail de Mino, en todo caso, nos da la oportunidad a los periodistas de establecer un análisis que vaya más allá de lo sucedido. Y hacernos preguntas para alimentar nuestra propia conciencia. Cuál es nuestra relación con la clase política y cuál es la ideal que debe regir estas relaciones. Cuál es nuestra posición profesional ante los cargos de libre designación. Qué papel están desarrollando algunos compañeros con la técnica que antes hablaba del avestruz. Qué tipo de medidas se pueden aplicar para evitar siempre sembrar sospechas sobre los periodistas, como no se hace con otros oficios ligados también a la administración pública. Y, sobre todo, de qué clase de calaña están hechos los políticos de nuestra provincia.

El asunto daría para horas y no me apetece profundizar más porque afecta al comportamiento profesional de cada uno. Así que cada uno lo pensamos bien y allá cada cual con su actitud y su aptitud, que no son lo mismo. En todo caso, una simple puntualización. Óscar Cuevas realiza en su blog una extensa reflexión sobre las reacciones que ha encontrado a raíz de la publicación en su diario digital de la noticia. El Partido Socialista, sobre todo desde que Jesús Alique asumió la secretaría provincial, tiene un problema de comunicación enorme. De comunicación y de talante. Algunos (algunos de los suyos, quiero decir) se lo han advertido a Jesús hace ya bastante tiempo, pero sigue sin hacer caso. Ni él ni los que están por debajo de él. Y, de esta forma, siempre entienden como un ataque a la izquierda y poco menos que a la provincia en general cualquier cosa que un periodista se atreva a criticar sobre ellos. A veces incluso sólo informando te conviertes en un bulto sospechoso. Los socialistas alcarreños encajan peor los golpes que los dirigentes del Partido Popular en la provincia. Lo he vivido en mis propias carnes y sé de lo que hablo, por lo que entiendo muy bien lo que habrá pasado Óscar desde el martes. Leí la información el lunes por la noche cerca de las dos de la madrugada. Estuve despierto hasta esas horas por otros motivos y, antes de irme a la cama, hice un barrido por las ediciones digitales de los periódicos. La noticia me sorprendió, claro, y me imaginé sus repercusiones. Creo que la actitud de Óscar fue profesional y honesta, y si no lo digo desde aquí reviento. Y creo que hay compañeros, en la profesión y en la política, que ni comen ni dejan comer. Publicar lo que ya estaba circulando por agencia y, en todo caso, lo que constituye una noticia objetiva, es una obligación profesional. Y punto. Eso no significa ni hacer la campaña a nadie ni venderse ante nadie ni ser mal compañero. Un análisis contrario me parecería de un maniqueísmo que echa para atrás.

Y dicho todo esto, aprovecho esta humilde atalaya para enviar un abrazo a Mino. Porque se lo merece y porque creo que en la vida, ni siquiera en campaña electoral, no conviene sacar las cosas de quicio.