El riesgo de un corresponsal
En el año 2001, 24 periodistas murieron en
el desempeño de su labor y otros cinco han muerto en lo que va de año. La mayoría, mientras cubrían alguno de los muchos conflictos bélicos que asolan el mundo.
Los corresponsales de guerra anteponen el derecho a la información a su vida. Son conscientes del peligro que corren, pero arriesgan el pellejo para dar voz a los oprimidos y denunciar las violaciones de los derechos humanos en los lugares más remotos.
La lista de periodistas muertos en los últimos 15 años se asemeja a un parte de guerra. Alrededor de 780 informadores han perdido la vida «en acto de servicio» desde 1985, según la organización Reporteros Sin Fronteras .
Este trágico balance incluye varios nombre españoles. En 1989, el fotógrafo Juantxu Rodríguez murió al ser tiroteado mientras cubría la invasión de Panamá por parte de Estados Unidos.
En enero de 1997, otro fotógrafo, el voluntario de la ONG Médicos del Mundo Luis Valtueña, cayó asesinado en Ruanda, como consecuencia de un ataque perpetrado por extremistas hutus.
El cámara de la agencia francesa de noticias Associated Press (AP), Miguel Gil, murió en 2000 en Sierra Leona, después de haber inmortalizado con su objetivo algunas de las guerras más cruentas de los últimos años.
El último reportero que ha engrosado esta lista ha sido Julio Fuentes. El corresponsal del diario EL MUNDO fue tiroteado el día 19 de noviembre de 2001 en una emboscada en Afganistán, junto a otros tres colegas.
Pero no sólo los corresponsales que cubren conflictos internacionales han sido víctimas de la violencia. En España, decenas de profesionales, como los también periodistas de EL MUNDO José Luis López de la Calle y José Luis Percebal, han sufrido atentados por defender la libertad de expresión.