Manu Leguineche

24 noviembre 2005

«Condenados reporteros», de Jesús González Green

El Indálico (Mojácar), 19-01-05
Manuel Leguineche

Jesús González Green es conocido por sus viajes en globo. Tiene la marca del mundo de permanencia en globo. Era amigo cercano de Camilo José Cela y juntos vivieron la peripecia de la Tetas de Viana. Pero en una existencia anterior fue reportero de Televisión española en zonas calientes, muy calientes. Tanto que Jesús estuvo a punto de morir con las botas puestas en el África profunda. Y es que, ayer y hoy, África es una pesadilla logística, un caos en el que no valen explicaciones o documentos oficiales. eso es lo que les ocurrió a JGG y su equipo, una peripecia que pone los pelos de punta. Durante veintisiete años fue testigo directo de los más crueles conflictos mundiales. Éste de África se llevó la palma. Lo cuenta Green en “Condenados reporteros” donde demuestra su sangre fría de hombre solitario que gobierna un globo.

De pronto aparecen en la espesura milicianos que las más de las veces no se sabe de donde vienen o adonde van. En aquellos años africanos no tenía el reportero las defensas de que goza hoy con las trasmisiones vía satélite y todo eso. Lo que llama la atención de este libro vibrante y sincero es que no se detiene en la narración escueta de los hechos. Va más allá. Estudia las pulsiones del oficio, la razón por la que hombres que podrían elegir vidas más tranquilas y sedentarias salen un día hacia cualquier jungla para jugársela. Y contarlo. Otra virtud de “Condenados reporteros” es su nulo afán exhibicionista, narcisista, tan corriente entre algunos reporteros para los que es más importante lo que les pasa a ellos que lo que ocurre en el país y la guerra que cubren. Jesús se coloca en un higiénico, distanciado segundo plano. Sabe que no es él quien importa sino lo que está ocurriendo. Los confundieron conmercenarios cubanos. A partir de ahí, González Green se sirve del humor, del fatalismo, de la gramática parda de la profesión para contar sin alardes narcisistas lo que ha vivido en el Congo, el del “horror, horror” del “Corazón de las tinieblas” de Conrad. El autor lo tiene claro:

“El de corresponsal de guerra es un trabajo duro y apasionante que tiene como fin básico la denuncia. Hace mucho tiempo que la guerra dejó de ser un duelo entre caballeros; ya no quedan héroes, ni hay desafíos; se mata con indiferencia, de forma mecánica y sin dar la cara”

El prologuista, Alberto Vázquez-Figueroa, con el que el autor compartió la cobwertura de la guerra del Chad, la primera de JGG y la última de AVF, que fue también reportero antes de novelista de éxito, el primer “best seller” español en el mundo después de Blasco Ibáñez, define bien el espíritu y la letra de “Condenados reporteros”: “Este es un libro de los que a mí me gustan; un libro vivido, auténtico, en el que se respira el ambiente de calor agobiante; traiciones, guerra, violencia y muerte”. Todo eso junto a la ternura, el drama, la profesionalidad, la esperanza, las paradojas de la condición humana en situaciones límite rezuma este libro de JGG.

Nos lo debía y lo hemos leído no sólo de un tirón, sino que nos deja sobrada materia para la reflexión y el análisis. Eso que definió un famoso general británico como “lo que pasa más allá de la colina”.