Periodistas

18 febrero 2009

OBITUARIO

Marguerite Reuter, la baronesa del periodismo

Marguerite Reuter, baronesa de Reuter, nació en Schauffhausen (Suiza) en 1912 y murió en Londres (Inglaterra) el 22 de enero de 2009. Con ella muere la última emisaria de un apellido legendario, aquel que dió nombre a la agencia de noticias fundada en 1851 por Paul Julius Reuter, abuelo de su difunto marido.
El Mundo, 29.01.09
Julio Valdeón Blanco

Marguerite, baronesa de Reuter, suiza de nacimiento, británica de adopción, ha fallecido a los 96 años en un hospital de Francia, luego de sufrir varios ataques de apoplejia. Con ella muere la última emisaria de un apellido legendario, aquel que dió nombre a la agencia de noticias fundada en 1851 por Paul Julius Reuter, abuelo de su difunto marido. Una dulce fumata de oros y brocados acompaña en los periódicos el tránsito definitivo de la gran dama.

Quienes la conocieron alaban su temperamento bondadoso y sensible, estandarte vital de quien consagró su tiempo al deporte (amaba el esquí), los naipes (el brigde, claro) y la ópera. También destacan su dedicación a las artes, a la que destinó importantes sumas de dinero. Como un arcángel bueno, ejerció orgullosa el papel de mecenas y alivió en no pocas ocasiones la menesterosa condición de diversos artistas.

Y es que, viuda desde 1968, repartía su tiempo entre los mandolinistas de la aristocracia, con los que compartía tertulia y cócteles en Montecarlo y Suiza, y los directores de orquesta, escenógrafos, directores de fundaciones y museos, que acudían a ella en busca de réditos, siempre necesitados de una princesa con buen gusto que hiciera realidad, a golpe de talonario, tan frágiles mitologías.

Aunque la familia vendió su participación en el accionariado de Reuters, jamás se desvinculó por completo. Porque estaban más allá del tópico que dibuja al rico como autoestopista de su propio ombligo, mantenían con la empresa periodística un entramado sentimental de honda raigambre. Así, repiten los teletipos (¡quiénes si no!), hace cuatro años asistió al traslado de la agencia desde su noble y desfasada sede en Fleet Street hasta la nueva de Canary Wharf.

También estuvo presente en el servicio religioso celebrado en la iglesia londinense de St. Brigde. Ciertos acontecimientos exigen de la púrpura para subrayar su prestigio, y Marguerite Reuter conocía bien el gran teatro del mundo, sus metáforas y puesta en escena.

Había ingresado en la historia europea mucho antes, tras contraer matrimonio con Oliver, cuarto barón de Reuter. Con él llegó el título nobiliario, que había sido confirmado en su día por la Reina Victoria aunque la empresa periodística nació en Aachen, Alemania.

Primero con el télegrafo, e incluso con el delicado e inseguro arte de las palomas mensajeras, y más tarde con los teletipos, Reuters se aseguró de que las noticias saltaran fronteras y océanos, inaugurando la era de la comunicación de masas. Uno de sus primeros y más importantes logros, decisivo para la consolidación de la empresa, llegó cuando comenzó a dar la información de los mercados de valores de Londres y París casi en tiempo real.

De aquel tiempo que hoy se antoja viejísimo fue Marguerite Reuter algo así como su última embajadora. Sus cenizas serán enterradas en Lausana, allí donde reposa su marido, mientras su título nobiliario, luego de no dejar descendencia, desaparece, soluble ya en la cabecera de noticias establecida en Reino Unido desde 1857, pionera en el aprovechamiento del cable submarino, saboteado en numerosas ocasiones por la tectónica de placas y el apetito de ciertos tiburones, y legendaria desde que en 1865 informó del asesinato del presidente Lincoln.

Marguerite Reuter, baronesa de Reuter, nació en Schauffhausen (Suiza) en 1912 y murió en Londres (Inglaterra) el 22 de enero de 2009.

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