Guadalajara

3 marzo 2006

RUTA POR LA ALCARRIA

Yélamos de Arriba

Alcarria.com

Siguiendo el valle del arroyo San Andrés, a pocos kilómetros del anterior enclave de Yélamos de Abajo, se encuentro su homónimo de Arriba, también enclavado en bellísimo paraje de vegetación cerrada y siempre densa, arropado el caserío entre empinadas cuestas y terraplenes abruptos que confieren al entorno un cierto aire serrano, marcando uno de los lugares más bellos de toda la Alcarria, de cuyo cómputo paisajística es notabilísimo ejemplo.

Aparece este lugar en las viejas crónicas de historia como una aldea de amplio alfoz o Común de Villa y Tierra de Guadalajara y se confirma su existencia ya en el siglo XII, cuando debió ser fundado o erigido en la tarea repobladora de los monarcas castellanos. Andado ya el siglo XV, concretamente en 1430, el rey Juan II la entregó en señorío, junto con otras aldeas desmembradas del Común guadalajareño, a su cortesano Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, a quien estaba obligado por numerosas ayudas de él recibidas. Ya en poder de los Mendoza, el hijo del marqués, el famoso gran cardenal Mendoza, lo cambió junto a Atanzón y Pioz al caballero Alvar Gómez de Ciudad Real, en cuya familia quedó durante varios siglos.

Destaca en este pueblo su amplia Plaza Mayor, ejemplo señalado de urbanismo rural alcarreño: es un espacio alargado, en uno de cuyos extremos, el de poniente, aparece la fuente pública, muy antigua, junto con un olmo y una serie de edificios o viviendas de tipo popular del siglo XIX. En los laterales del plazal destacan algunos caserones de noble presencia, rematados sus adintelados portones con escudos de armas, uno de los cuales perteneció a un familiar de la Inquisición. También sobresale del conjunto el Ayuntamiento, que posee una torrecilla para el reloj. En la parte más elevada del pueblo, destaca la iglesia parroquial, dedicada a Nuestra Señora de la Zarza. Se precede de un gran atrio descubierto, o cementerio, rodeado de barbacana de piedra sillar, a la que se accede por ancha y cómoda escalera de lo mismo.

El edificio es de fábrica de sillar en esquinas y contrafuertes, y de sillarejo el resto. La puerta muestra un vano adintelado con jambas y dovelas de sillar liso y bien labrado, sin el más mínimo detalle artístico. El ábside está orientado a poniente, es poligonal, y sobre él se alza la torre, de planta cuadrada. Cerca del pueblo, en pintoresca postura, sobre una colina destaca la sencilla ermita de San Roque.