OPINIÓN

HOMENAJE

El incendio del Ducado fue un punto y aparte en la gestión de la extinción de incendios en España, pero me da que desde entonces no hemos aprendido demasiado. Aún siguen la falta de medios, la escasez de trabajadores para cuidar los montes, la suciedad en los bosques y la falta de coordinación entre las administraciones. Aún siguen perpetuándose algunos de los errores que desembocaron en la tragedia de julio de 2005.
Henares al día , Marzo 2011
Raúl Conde

La Diputación entregó el pasado 28 de febrero las medallas de oro de la provincia que había concedido en 2005 a las once víctimas del incendio. El homenaje llega tarde. Muy tarde. Seis años es mucho tiempo y ocho familias rechazaron ir al acto. La oposición cargó las tintas sobre el gobierno provincial. Está en su derecho. Pero sus dos portavoces se pasaron de frenada cuando soltaron en rueda de prensa: «los homenajes no se hacen por huevos, hay que hacerlos con el corazón». No, por favor. No traslademos también a Guadalajara el estilo tabernario de Intereconomía y de toda la infantería antizapateril. Y menos en un asunto tan sensible como este. ¿No había otra expresión más adecuada para decir lo mismo? Exabruptos aparte, lo cierto es que el homenaje sirvió para volver a recordar la memoria de aquellos hérores que perecieron entregando su esfuerzo al servicio de la provincia. Fue una tragedia que conmocionó no solo a Guadalajara, sino a todo el país. Tengo un especial recuerdo de Luis Solano, a quien conocí muy bien, siempre entregado a su pasión por Guadalajara y por la fotografía, en una simbiosis inseparable. Recuerdo el archivo que me enseñó en su casa. Hay que estar muy enamorado de tu provincia para atesorar el registro de fotografías que guardaba Luis.

Desde el punto de vista judicial, la resolución de la Audiencia de Guadalajara exoneró de sus cargos a los políticos y los técnicos imputados y señaló como causantes del incendio a los excursionistas que encendieron aquella dichosa barbacoa en Riba de Saelices. El incendio del Ducado fue un punto y aparte en la gestión de la extinción de incendios en España, pero me da que desde entonces no hemos aprendido demasiado. Aún siguen la falta de medios, la escasez de trabajadores para cuidar los montes, la suciedad en los bosques y la falta de coordinación entre las administraciones. Aún siguen perpetuándose algunos de los errores que desembocaron en la tragedia de julio de 2005. Debemos tener presente siempre el recuerdo del retén de Cogolludo. Nadie puede garantizar que algo así no pueda volver a pasar, pero sí deberíamos tener la garantía de que se han puesto todos los medios para conseguirlo.

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