Manuel Ángel Leguineche Bollar, escritor y periodista-decano de los corresponsales de guerra en España, nació en Beléndiz-Arrazua-Guernica, Vizcaya, el 28 de septiembre de 1941. Con 16 años entró a colaborar en un semanario que hacía en Bilbao Luciano Rincón, llamado Gran Vía. Manu tenía 17 años cuando fue a ver, acompañado de su padre, al periodista y escritor Miguel Delibes, que dirigía en Valladolid El Norte de Castilla. Cursando estudios de Derecho y Filosofía, ya a los 18 años, comenzó a viajar por el mundo. Primero, realizando los más diversos trabajos por toda Europa y, más tarde, a comienzos de la década de los sesenta, uniéndose a un grupo de periodistas norteamericanos, dio la vuelta al mundo en jeep, invirtiendo dos años en el empeño. Posteriormente, recogería la experiencia en el libro El camino más corto, reeditado en varias ocasiones. A los 19 años y sin avisar a sus padres, cogió el ferry en Alicante y se marchó a la guerra de Argelia. Llegó cuando los refugiados tomaban un barco hacia Marsella.

A los 23 años recibió su bautismo de fuego, como enviado especial en la guerra entre India y Pakistán, enviando sus crónicas al diario Madrid. A partir de entonces, estuvo presente en todas las guerras que se fueron librando en el mundo. Desde Vietnam al Líbano, pasando por los distintos conflictos ocurridos, principalmente, en Nicaragua, Chipre, Marruecos, Bangladesh, Camboya, Guinea Ecuatorial, Palestina, Israel, Afganistán, etc. Entretanto, cursó estudios de Periodismo, aunque los continuos viajes y su trabajo en distintos medios retrasaron su graduación y no logró el título hasta 1971.

Fundó y fue director durante doce años de la agencia Colpisa, que despachaba a una quincena de diarios españoles. Más tarde, dirigió la agencia Cover Prensa, hasta que, en 1983, participó en la creación de la agencia LID (Línea Independiente para Diarios). Mientras tanto, fue entrevistando a numerosas personalidades de la política internacional, desde Perón a Indira Gandhi.

En 1980 le concedieron el Premio Nacional de Periodismo por el conjunto de reportajes publicados a lo largo de 1979, donde se reflejaban acontecimientos históricos, como el derrocamiento del Sha de Persia, la caída de Somoza en Nicaragua o el golpe de Estado contra Macías, en Guinea Ecuatorial. En 1984 obtuvo el premio Cirilo Rodríguez, destinado al mejor trabajo de información internacional y, en 1989, el Grupo Zeta le concedió el recién creado Premio Reporter por su libro Filipinas en mi jardín, que había presentado bajo el seudónimo de Mario Molinas y donde relataba la vida del dictador filipino Ferdinand Marcos.

Es autor de más de cuarenta libros, entre los que destacan: Los topos, escrito en colaboración de Jesús Torbado y editado en 1977; El camino más corto, 1978; La tribu, 1980; El estado del golpe, 1982; La destrucción de Gandhi, 1983; Sobre el volcán, 1985; La guerra de todos nosotros, 1986; La vuelta al mundo en 81 días, 1989; La primavera del Este, 1990; Adiós Hong Kong; Annual 1921; El viaje prodigioso; Yo te diré…La verdadera historia de los últimos de Filipinas; La felicidad de la tierra; El club de los faltos de cariño, etc.

Sin entender prácticamente de televisión dirigió “Teleguía” y ya, más fogueado, fue guionista (con Picatoste y Jesús Torbado) del “Estudio abierto”, de José María Íñigo. Fue también enviado especial de “Informe Semanal” y en 1989, durante un año, dirigió y presentó en TVE el informativo “En portada”. Entonces declaró su intención de “encontrar el equilibrio entre la actualidad más rigurosa y el gran reportaje sosegado, de rostro humano”. De su paso por televisión, sobre todo, no olvidará el escalofriante relato sobre el asesinato de Monseñor Ellacuría y demás jesuitas en El Salvador.

Aunque la entonces directora del ente público, Pilar Miró, le ofreció el cargo de jefe de informativos de TVE, Leguineche rechazó el puesto para seguir a cargo de su agencia de noticias, al tiempo que colaboraba con distintos medios de comunicación. A finales de 1990 recibió la primera Pluma de Oro que concedía la Asociación de Libreros de Vizcaya.

A principios de diciembre de 1990 abandonó la agencia de prensa LID, en la que desempeñaba el cargo de director general debido a discrepancias con Javier Godó, accionista mayoritario de LID, y fundó otra nueva llamada Fax Press, ocupando también el cargo de director general. También le ofrecieron dirigir La Vanguardia y ABC. Rechazó ambas ofertas porque, como ha declarado en varias ocasiones, no le gusta mandar.

Sus crónicas se fueron publicando regularmente en 41 periódicos, entre ellos, El Correo Español-Diario Vasco, El Norte de Castilla, El Heraldo de Aragón, etc. El 8 de octubre de 1991 obtuvo el premio Julio Camba de periodismo, destinado a distinguir la labor de corresponsalía en el extranjero. En marzo de 1992 se editó su libro La ley del mus, prologado por el rey Juan Carlos I. Aquel año, el 6 de abril, le fue concedido el premio Ortega y Gasset de Periodismo en su IX edición, por sus crónicas en 1991 sobre la guerra del Golfo, el conflicto yugoslavo y sus análisis sobre el fallido golpe de Estado en la extinta Unión Soviética. El premio debía de recogerlo el 4 de mayo, no pudiéndolo hacer personalmente por encontrarse entonces en el alto Amazonas boliviano realizando un reportaje sobre los “narcos”.

También de 1992 es su obra En el nombre de Dios, un relato sobre el Islam militante, y Yugoslavia kaputt, trabajo articulado a partir de la idea de que “la guerra yugoslava surge y está dictada por el espacio histórico y geográfico”. En 1993 publica Apocalipsis Mao, y en 1995 El precio del paraíso y El viaje prodigioso, éste último realizado en colaboración con María Antonia Velasco.

En TVE también dirigió y presentó la serie “Memoria de la guerra”, basada en la Segunda Guerra Mundial, tema que también utilizó en el libro Los años de la infamia (1995), cuyas páginas comienzan con un bombardeo, el de Guernica, y acaban con otro, el de Hiroshima. El 25 de septiembre de 1996 fue galardonado con el Premio Espasa de Ensayo por su obra Los ángeles perdidos, resultado de muchas notas tomadas en las guerras que había cubierto como periodista y quedado fuera de sus crónicas.

Actualmente, observa como gira el mundo desde su casona de Brihuega, que un día fue de Margarita de Pedroso, el amor platónico del poeta Juan Ramón Jiménez. Vive en la plaza que lleva su nombre, “después de compartir muchos vinos con los del pueblo y de dejarme ganar mucho al mus…”, confiesa el vasco más alcarreño o el alcarreño más vasco. Fruto de sus vivencias en Guadalajara, y de su relación con la Alcarria, publica dos libros que se sitúan a medio camino del relato y el dietario personal: La felicidad de la tierra y El club de los faltos de cariño. El cariño de los alcarreños también le llegó a Leguineche con el premio “Su Peso en Miel”, recibido en Peñalver en el año 2004.

En 1996 publicó uno de sus libros más celebrados: Annual. El desastre de España en el Rif 1921. Un año después aparece Adiós, Hong Kong y una reedición en Círculo de Lectores de Los años de la infamia. Crónica de la II Guerra Mundial. La historia de los últimos de Filipinas quedó plasmada en el volumen Yo te diré…. Posteriormente, aparecieron Hotel Nirvana; La Tierra de Oz, sobre Australia; Mus visto, un manual de mus “sólo para los que saben jugar (muy bien) al mus”; y Los ojos de la guerra, edición coordinada por Leguineche y Gervasio Sánchez. En 2001 publica Recordad Pearl Harbor y Recordad Manhattan, aparecido bajo el sello alcarreño Maorí. Un año después indaga en uno de los conflictos históricos de España en Gibraltar. La roca en el zapato de España. Sus dos últimos libros de viajes –hasta la fecha- los publica en Seix Barral: Madre Volga y El último explorador. La vida del legendario Wilfred Thesiger.

Los reconocimientos a la trayectoria de Manu Leguineche han llegado en cascada en estos últimos años. El 12 de diciembre de 2007, en un solemne acto en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, recibió dos importantes galardones: el premio FAPE de Periodismo que otorga la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, y la Medalla de la Orden al Mérito Constitucional. El acto estuvo presidido por la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, quien impuso la Medalla al premiado, y contó con la presencia de anteriores premiados por la FAPE como Antonio Mingote, Iñaki Gabilondo y Pedro J. Ramírez. Leguineche reconoció que no le gustan demasiado los premios, aunque se mostró “agradecido de verdad a que se haya reunido tanta gente y con tanto cariño” para homenajearle. De la Vega afirmó que “al viajero infatigable que ha recorrido el mundo, ahora el mundo le viene a reconocer lo mucho que nos ha enseñado mediante sus textos y sobre todo de su ejemplo, porque siempre ha jugado  limpio con el lector; las palabras veracidad y compromiso definen muy bien su biografía”.

La Asociación de la Prensa de Guadalajara, de forma unánime, decidió otorgar uno de sus premios anuales a Leguineche en 2008. El homenaje al periodista vasco tuvo lugar en Brihuega el 18 de mayo. Un mes antes, la Unió de Periodistes Valencians (Unión de Periodistas Valencianos) le concedió su premio anual a la Libertad de Expresión. En julio de 2008 fue nombrado Vizcaíno Ilustre por la Diputación Foral de Vizcaya, premio que le fue entregado en Brihuega el pasado 21 de julio.

Posteriormente, el 12 de septiembre de 2008 recibió el Premio Reporteros del Mundo 2008, concedido por el diario El Mundo. Leguineche fue reconocido por el jurado como "un periodista integral" y un reflejo del espíritu de los galardones que conforman los Premios Reporteros del Mundo, en memoria de Julio A. Parrado y Julio Fuentes. Al año siguiente, en 2009, fue galardonado con el Premio Agustín Merello de Comunicación (2009) y, en 2010, recibió el Luca de Tena que otorga el diario ABC. En 2010 la Asociación de Periodistas Vascos y la FAPE propusieron a Leguineche para el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Ese año se creó el Premio Internacional de Periodismo que lleva su nombre, sobre trabajos de periodismo de viajes, que en la primera edición recayó en la periodista mexicana Lydia Cacho.