La Garlopa Diaria

30 octubre 2008

Ángel Jiménez

El diario Público está especialmente empeñado en abonar el campo para la recuperación de la memoria histórica, sobre todo a raíz del auto del juez Baltasar Garzón por el que se declaró «competente» para juzgar a los desaparecidos de la posguerra y el franquismo. El domingo pasado, en este diario, el periodista Diego Barcala publicó un reportaje (no demasiado extenso) sobre algunos testimonios de personas que andan buscando a sus ancestros entre papeles de archivo, cunetas de carretera o fosas que todavía están por descubrir. Uno de los testimonios que aparecían en el artículo es Ángel Jiménez. Este señor, que tiene 81 años, es de Mondéjar pero ahora vive en El Pozo de Guadalajara. Y, nunca mejor dicho, es un pozo de sabiduría, de educación y de respeto por lo que él llama la dignidad de los represaliados. Lleva muchos años invirtiendo esfuerzo y dinero en intentar que el Estado español declare fuera de derecho el juicio por el que fue condenado su padre en la cárcel de Guadalajara. Su familia, o sea, sus hijos, parece que no quieren apoyarle en esta lucha. Él es un tipo adorable, jubilado de Auto Res, que reside en El Pozo y cuya casa abre a todo aquél que desee charlar sobre un asunto que sigue muy presente, mal que les pese a algunos, en la piel de muchos ciudadanos. La última vez que Ángel vio a sus padres, según me contó hace pocos días, tenía 11 años. Antes de morir, su padre le pidió que se encargara de «lavar mi buen nombre». Todavía hoy, a 2008, no ha podido hacerlo. No le dejan.