Entrevistas

4 diciembre 2006

Mª LUISA CERDEÑO, ARQUEÓLOGA

«El castro de Herrería es uno de los yacimientos más importantes para conocer el mundo celtíbero”

"Falta mucho para que autoridades y ciudadanos vean tanto los yacimientos arqueológicos como el paisaje como propio, que es algo que se debe conservar pero de lo que también se puede sacar un provecho"
María Luisa Cerdeño Serrano (Madrid, 1950) es doctora en Historia, especializada en cultura celtibérica, y profesora de Prehistoria en la Universidad Complutense de Madrid. Lleva más de veinte años estudiando algunos de los principales yacimientos arqueológicos de la provincia de Guadalajara. Concretamente, seis: la necrópolis de Alcuneza (Sigüenza), la necrópolis de Chera, el poblado de la Coronilla de Chera, el castro de El Ceremeño, la necrópolis de Herrería y actualmente el yacimiento de Cubillejo de la Sierra. “Vine a Guadalajara motivada por el interés profesional centrado en el estudio de la cultura celtibérica”, confiesa. Habla con desparpajo y con la soltura de quien está acostumbrada a hacer pedagogía. O sea, que se le entiende todo. Huye de palabras técnicas y explica la lección con sencillez y claridad.
Nueva Alcarria, 03.12.06
Raúl Conde

¿Por qué tiene tanto interés la comarca de Molina en el estudio de la cultura celtibérica?
Es clave porque la comarca de Molina está prácticamente en el centro del territorio de la Celtibera clásica. Sabemos más o menos los límites, desde el Ebro medio hasta la cabecera del Duero. Y en dirección norte-sur desde La Rioja hasta Cuenca, así que las parameras de Molina y Sigüenza están en el centro de ese territorio histórico. Es lógico que en la comarca de Molina aparezcan montones de yacimientos celtibéricos.

¿Cuándo se empezó a estudiar esta época en Molina?
La cultura celtibérico tuvo un arqueólogo pionero que fue el marqués de Cerralbo, a principios del siglo XX. Trabajó mucho en el norte de la provincia de Guadalajara y el sur de Soria, y empezó a encontrar necrópolis celtibéricas. En lo que hoy es el Señorío de Molina el marqués de Cerralbo prácticamente no entró, llegó hasta Garbajosa, Turmiel… Mi equipo fue de los primeros en estudiar el Señorío ya en los años ochenta. Y luego ya hay más colegas que trabajan allí.

¿Qué le atrajo de Guadalajara para ser la pionera?
Bueno, yo trabajo en la universidad y mi línea de investigación o mi especialidad se centra en el estudio de la cultura celtibérica, así que voy a Guadalajara para desarrollar mi proyecto científico. Las excavaciones arqueológicas las financian la Consejería de Cultura. En Guadalajara comencé mis trabajos en Alcuneza, una pedanía de Sigüenza. Precisamente estando allí es cuando nos avisaron que había habido hallazgos en la comarca de Molina, fuimos allí y efectivamente se trataba de una necrópolis que había aparecido en Chera, en el municipio de Prados Redondos. Fue la primera necrópolis y la llamamos “necrópolis de Molina” para que fuera más conocida. Luego nos avisaron del descubrimiento del castro de El Ceremeño y vimos que valía la pena y a mediados de los años ochenta empezamos a trabajar aquí.

Para que la gente digiera conceptos que os arqueólogos manejan con facilidad: ¿qué es una necrópolis?
Un cementerio, necrópolis quiere decir la ciudad de los muertos. Son yacimientos muy interesantes para los arqueólogos porque en la época en que nosotros estudiamos la costumbre era enterrar a los muertos con objetos de ajuar, es decir, con piezas de adorno y utilitarias junto a los restos de aquellos individuos. Así que una tumba realmente es un sitio cerrado donde aparecen un montón de cosas juntas y por tanto contemporáneas. Hay muchos elementos que se pueden estudiar, y no sólo los objetos sino el propio individuo y todos los demás vestigios como restos de tejidos o de animales y alimentos que se pusieron de ofrenda. Ofrece un panorama muy interesante para conocer la sociedad de la época.

¿Qué elementos se encontraron en la necrópolis de Chera, en Prados Redondos?
Pues en Chera, como en el resto de los lugares celtíberos, se tenía por costumbre incinerar a los muertos. Los huesos se introducían en un recipiente, una urna de cerámica o en algún tipo de sudario que se enterraba en el hoyo, en la tierra. Y luego alrededor se ponían piezas de ajuar, los broches del cinturón, las fíbulas (que son una especie de imperdibles), armas… El hallazgo de un cementerio es muy importante, incluso se pueden hacer cálculos de la población.

Desde fuera de la profesión da la impresión de que este tipo de trabajos arqueológicos no tienen nunca final.
Cada proyecto tiene su fin pero efectivamente, el trabajo arqueológico es más largo y minucioso de lo que la gente puede pensar. La imagen es del arqueólogo que están en el campo buscando piedras pero esa es sólo una parte. Primero hay que diseñar toda una planificación de lo que se quiere averiguar. El hallazgo de nuevos yacimientos es un primer paso, el trabajo de campo tiene que ser meticuloso, o sea, no es ir haciendo agujeros por el campo. Pero luego el siguiente paso es procesar toda la documentación que se ha obtenido, y eso es amplio y proceloso. Hay que analizar los carbones, las semillas, los elementos metálicos, es decir, realizar diversas analíticas. A los arqueólogos se nos ha comparado con los criminalistas porque en definitiva lo que encontramos es un montón de pruebas circunstanciales que tenemos saber donde se tienen que buscar, qué es lo que se tiene que recoger, cómo se tienen que estudiar y cómo se tienen que interpretar. Y luego publicar los resultados. O sea que ser arqueólogo no es salir al campo de paseo.

Desde el punto de vista técnico y humano, ¿cómo se organizan las excavaciones en Cubillejo de la Sierra?
En la actual campaña en Cubillejo lo que hemos hecho es un trabajo de evaluación previa del yacimiento. Llevábamos muchos años trabajando en Herrería (siglos VI y V antes de Cristo y la necrópolis hasta el siglo X a. C), y aunque no se ha acabado definitivamente pero se ha cubierto un proceso completo. El yacimiento lo hemos convertido en Visitable, se ha musealizado. Es un proyecto pionero porque empezamos a restaurar el Ceremeño en 1993 y se inauguró en 1999, de los primeros en la región, en plan pequeño y modesto. Hemos terminado un ciclo y creíamos interesante seguir trabajando en la misma línea, pero con nuevos datos. En Cubillejo el resultado de la evaluación del yacimiento es bastante satisfactorio. El lugar más significativo es el castro de Los Rodiles, ese gran poblado con una gran muralla, casi un “opidum” (un castro grande) de época más tardía (siglos IV y III antes de Cristo).

¿En Los Rodiles qué se ha encontrado?
Lo más interesante es que se trata de un gran poblado ubicado en el espolón de un gran cerro y delimitado por una muralla de más de cien metros lineales, que es la estructura que mejor se aprecia. Hemos sondeado una parte de la muralla, que está fabricada con grandes sillares de piedra. Luego se han identificado los niveles de ocupación dentro de la muralla. La cuestión es poder acometer un trabajo de mayor amplitud temporal el año que viene. Es un trabajo a medio y a largo plazo, el yacimiento es muy grande. En el Ceremeño hemos estado casi 15 años trabajando. En Los Rodiles, lo mínimo es una primera actuación de 5 años para valorar verdaderamente todo su potencial. Luego aparte las posibilidades de restauración y puesta en valor.

Por su volumen, ¿Los Rodiles va a ser el yacimiento más importante de Guadalajara?
Eso de el más importante siempre es relativo. El Ceremeño, en Herrería, es de lo más importante en el mundo celtíbero, reconocido en todos los foros académicos, porque es uno de los pocos poblados excavado en extensión, que proporcionó varios niveles de ocupación, con una gran muralla. Su necrópolis correspondiente ha proporcionado información sobre los antepasados de los celtíberos. Toda la saga del mundo celtibérico está plasmada en Herrería. Muchas veces no sólo es la cantidad, sino la calidad, aunque Los Rodiles es un poblamiento grande, que pervivió hasta los momentos en que ya circulaba la moneda y con muchas posibilidades de estudio.

¿Cómo era un poblado celtibérico?
La elección es un lugar en altura, cerros pequeños, en los valles de los ríos. Y luego la estructura general consta de una muralla perimetral, como de cerramiento, y en el interior las viviendas, que son rectangulares y adosadas. La parte trasera de estas viviendas está apoyada en la muralla y la puerta abre al espacio central del poblado, a una calle o dos. Las viviendas casi todas están divididas en el vestíbulo, la habitación central y la despensa en la parte trasera.

¿Las diferentes clases sociales de la época también se ven en los enterramientos?
Pues se han querido ver, efectivamente. Las diferencias que observamos en las tumbas se ha querido interpretar como un reflejo de la diferencia de la sociedad. Las tumbas no son todas iguales. El rito era siempre el mismo, pero hay diferencias: tumbas que tienen muchos objetos de ajuar, armas o recipientes, y otras que no tienen armas de hierro ni adornos.

Desde el 3 de julio se están haciendo trabajos arqueológicos en la necrópolis celtibérica de Puente de la Sierra, en el término municipal de Checa. ¿Se trata del cementerio celtibérico más relevante del Alto Tajo?
Es otra necrópolis muy interesante, de época más reciente que la de Herrería. Ahora mismo en la comarca de Molina hay tres yacimientos en los que se realizan trabajos: Puente de la Sierra en Checa, Cubillejo de la Sierra y en Olmeda de Cobeta. Y además en El Ceremeño siempre hacemos labores de mantenimiento, pero no se está excavando. Hay yacimientos localizados en prácticamente todos los pueblos de la zona.

¿La gente de los pueblos de Guadalajara cómo observa estos trabajos arqueológicos?
Depende del pueblo, pero en general bien. Tengo que decir que nos ha sorprendido y agradado la actitud de Cubillejo de la Sierra, de un gran entusiasmo de todos los colectivos, desde los propietarios de los terrenos hasta cualquiera de los habitantes del pueblo.

¿Se han encontrado pinturas valiosas?
Sí, hay algo de pintura rupestre y de grabados por la zona, pero son de época más antigua que las excavaciones que hemos mencionado.

¿Guadalajara sabe aprovechar en el ámbito del turismo cultural los yacimientos arqueológicos?
Yo creo que están en ello. Esto es una faceta nueva muy bien estudiada y aprovechada en otros sitios y está claro que los yacimientos arqueológicos pueden jugar un papel importante en las rutas del turismo cultural, pues además se pueden vincular al Patrimonio Natural que Molina lo tiene magnífico en el Alto Tajo. Creo que va cuajando esta idea. Las autoridades lo tienen claro y en los ciudadanos la idea va tomando cuerpo, aunque falta mucho, falta que vean tanto los yacimiento arqueológicos, como el paisaje como propio, que es algo que se debe conservar pero de lo que también se puede sacar un provecho, es decir, que puede ser interesante para los visitantes de fuera y que ello supondrá un beneficio para todos. Creo que se está en proceso de mentalización y asimilación de estos conceptos.