OPINIÓN

UN PALACIO DE FÁBULA

"Llevamos hablando del palacio de congresos de Guadalajara desde 1999 y todavía no sabemos ni cuándo, ni quién, ni cómo, ni dónde se va a construir. Tampoco quién lo gestionará ni con qué dinero"
Henares al día, Mayo 08
Raúl Conde

La Junta de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Guadalajara y la Cámara de Comercio e Industria están de acuerdo en la necesidad que tiene la capital alcarreña de construir un Palacio de Congresos (no sé por qué demonios los periodistas lo escribimos en mayúsculas). No sólo eso: la Cámara se ofrece a financiar la mitad de la obra, alrededor de 500 millones de pesetas según sus cálculos, si después es recompensada con la gestión del palacio. Más todavía: el Ayuntamiento ofrece un terreno de 13.000 metros cuadrados adosados al cuartel de los Geo. Y la Junta dice que lleva juego, que también se apunta y que apoya la idea. Cualquier ciudadano preocupado por la economía de su ciudad, y no por cuestiones politiqueras, se preguntaría dónde está el problema. Sorprendentemente, parece ser que la falta de acuerdo estriba en la ubicación del palacio. La Junta dice que tiene que levantarse en Valdeluz. La Cámara apuesta por un costado de la A-2. El Ayuntamiento nada y guarda la ropa.

La polémica en torno al Palacio de Congresos de Guadalajara es la materialización más evidente del virus que afecta a esta ciudad en materia de grandes proyectos. Un virus cuyos efectos ya tuvo la oportunidad de comprobar el ex alcalde, Jesús Alique, en los resultados de las últimas elecciones. Los políticos presentan maquetas, avanzan proyectos, hacen ruedas de prensa, pregonan anuncios a bombo y platillo. Todo eso al unísono. Sin embargo, la realidad es terca y los proyectos encallan. Una vez titulé un reportaje “Guadalajara, la ciudad de los proyectos”. Y Alique me llamó la atención, eso sí, en tono muy cariñoso, porque consideraba que no se ajustaba a la realidad. Bueno, pues los hechos han demostrado ser muy tozudos. Guadalajara terminará este año sin Palacio de Congresos, sin las viviendas del Fuerte y sin un kilómetro de alquitrán de la Autovía de la Alcarria ni de la variante de la A-2. ¿Cuál es la política que sigue la Junta de Castilla-La Mancha en Guadalajara? ¿Por qué son tan pesados presentando maquetas y tardan tanto en hacer las obras? ¿De verdad quieren apostar por Guadalajara como una ciudad de congresos aprovechando el flujo de Barajas y Madrid? ¿A qué juega la Junta en los grandes asuntos donde Guadalajara dirime su porvenir? ¿Y qué hacen los políticos provinciales, no sólo los del PP sino fundamentalmente los del partido que sustenta el Gobierno regional, para defender los intereses de Guadalajara? La Junta firmó el 24 de mayo de 2006 un convenio con el Ayuntamiento cuyo estudio recomienda instalar el palacio en Valdeluz. Pero el documento no se ha hecho público. Quizá convendría que alguien de la Administración autonómica arrojara luz sobre todo este asunto. No sé, por ejemplo, se me ocurre que Ángel Padrino. O quizá el mismo Barreda, tan huidizo en Guadalajara de los temas que le son adversos.

En todo caso, el presidente de la Cámara de Comercio, Carlos Remartínez, debe ser una persona curiosa. Singular. En vísperas de Expo Guadalajara, en el especial que publicó El Decano, sostenía: “notaremos los efectos de la crisis, pero no serán tan perversos como en el 73 o en el 29”. ¿Cómo dice? ¿Qué tiene que ver, en Guadalajara, el crack del 29 con la situación de desaceleración que afecta actualmente a nuestro país? Resulta sorprendente la comparativa entre la Guadalajara de aquellos años con la de ahora, cuyo censo de empresas asciende nada menos que a 15.000. ¡Qué pensarían Galbraith o Keynes!. Pero hay más: el discurso de la fábula en la inauguración de la Expo también fue de traca. El espectáculo que dieron tanto Remartínez como el consejero de Industria, José Manuel Díaz-Salazar, pareció sacado de algún sainete de los hermanos Quintero. Un “bochorno”, tal como escribió el maestro Augusto G. Pradillo en su diario. Mientras tanto, lo único que tienen claro los ciudadanos de Guadalajara son dos cosas. Primero, cunde la sensación de que sus políticos son incapaces de ponerse de acuerdo, no digamos ya para ir por delante de la sociedad, sino para afrontar los asuntos que son fundamentales para el futuro inmediato de Guadalajara. Y segundo, que llevamos hablando del palacio de congresos desde 1999 y todavía no sabemos ni cuándo, ni quién, ni cómo, ni dónde se va a construir. Tampoco quién lo gestionará ni con qué dinero. Y todavía hay quien se pregunta por qué perdió Alique las elecciones.