RAÜL GALLEGO|REPORTERO DE ASSOCIATED PRESS PARA ASIA

«Se puede oler el miedo de los soldados»

"Ser honesto y no engañarles. Yo les digo: "Si tú me lo permites, mostraremos al mundo cómo vives y por qué sufres. No puedo garantizarte que mis imágenes hagan que venga gente a ayudarte o que las cosas cambien. Pero podemos intentarlo".
Cientos de cámaras asistieron en el 2004 al funeral de Arafat. Sin embargo, Raül Gallego, el reportero de TV-3, consiguió colarse entre la banda de música y obtener, con diferencia, las mejores imágenes del entierro. Trabajos como ese hicieron que a Gallego (Sabadell, 1976) le fichara Associated Press, la mayor agencia de noticias del planeta, que le destinó a Bangkok, desde donde cubre como reportero toda Asia. En el último año y medio, ha informado de conflictos en Israel, Sri Lanka, Myanmar, Filipinas, Hong Kong, Thailandia, Fiyi, Bangladesh, Afganistán (foto), Pakistán, Kenia y Somalia.
El Periódico de Catalunya, 16.05.07
Antonio Baquero

–¿Cuál es el trabajo de reportero en la mayor agencia mundial de TV?
–Somos los bomberos de la información. Cuando algo ocurre has de llegar el primero y has de llegar más lejos que el resto de medios de comunicación, ya que nuestra labor consiste en proveer de imágenes a las televisiones de todo el mundo.

–¿Qué es lo más importante?
–Para nosotros, lo más importante es la rapidez. Además, con la consolidación del modelo de informativo 24 horas, tenemos que proporcionar constantemente material. Tienes la sensación de alimentar a la bestia.

–¿Sabía qué era lo que le esperaba cuando dejó TV-3 y fichó por AP?
–Sí. Acepté este trabajo por la posibilidad que me ofrecía de viajes, conocimiento y, por qué no decirlo, aventura. Sé muy bien lo que quiere AP y también lo que quiero yo.

–¿Y qué quiere usted?
–Procuro no olvidar el ideal, quizá utópico, de que el objetivo del periodista es informar y denunciar lo que pasa en el mundo, sobre todo allí donde hay gente sufriendo. Intento hacer un periodismo social.
–¿Es eso posible en AP?
–Trabajando para AP aún me siento más responsable. Si yo hago un reportaje con AP, sé que ese material va a llegar a las televisiones de todo el mundo, que va a tener un impacto enorme. También sé que esos medios que reciben mis imágenes pueden manipular y hacer con ellas lo que quieran. Por eso precisamente, intento que las imágenes sean lo más claras y evidentes posible, para que sea difícil manipularlas.

–¿Qué ha aprendido en los viajes?
–Que en Europa y EEUU vivimos en una burbuja. Que somos muy pocos los que vivimos bien en este mundo, pero que los que viven bien no son necesariamente los más felices.

–Usted, además de cámara, es fo- tógrafo. Cuénteme qué estampas le han impresionado más.
–La frontera con el Líbano. Era de noche. Me empotré en una incursión con reservistas israelís a los que habían movilizado pocos días antes. Algunos me confesaron: «No sé si voy a volver». El terror que sentían esos hombres se notaba en el modo acelerado que tenían de respirar. Su miedo podía olerse. Con ese reportaje pude humanizar la figura del soldado. A veces la imagen del soldado es muy pétrea, por el uniforme, las armas, el casco, y la gente se olvida de que debajo hay una persona.

–Descríbame otra foto fija.
–La pobreza de Mathare, que es un suburbio de Nairobi y que está considerado uno de los barrios de chabolas más peligrosos de África. Es un vertedero donde las personas viven entre desperdicios. Cuando hay una guerra sabes lo que te vas a encontrar. Sabes que habrá muertos, sangre, explosiones. Pero me indigna que en un país en paz haya tanta desgracia y tanta pobreza. La miseria me impacta más que la guerra.

–¿Qué le impresionó de Mathare?
–Ver a niños jugar entre basura y gente tirada en el suelo –drogadictos y alcohólicos, muchos con sida–. Me conmociona que para a un niño de 5 años sea habitual jugar entre desperdicios y gente medio muerta.

–Su lista de infiernos es larga.
–Otro son los campos de refugiados en Somalia. Allí vi a la gente más desamparada del planeta. Personas que todo lo que tenían era un plástico en medio del desierto donde veían a sus hijos morir de hambre.

–Aunque también le tocó cubrir un golpe de Estado en la islas Fiyi…
–En Asia, a veces, te toca cubrir conflictos o desastres en auténticos paraísos. En las Fiyi, me levantaba y veía unas playas de ensueño y luego debía informar del golpe militar.

–Usted tiene que grabar a gente que sufre y a la que no le puede apetecer que un cámara occidental irrumpa en su vida. ¿Cuál es su método para que le dejen trabajar?
–Ser honesto y no engañarles. Yo les digo: «Si tú me lo permites, mostraremos al mundo cómo vives y por qué sufres. No puedo garantizarte que mis imágenes hagan que venga gente a ayudarte o que las cosas cambien. Pero podemos intentarlo».

–¿Cuáles son los denominadores comunes en los conflictos?
–Que los civiles son los que más sufren; que la mayoría de soldados son gente manipulada o que no tiene más remedio que luchar, y que tras los conflictos hay siempre intereses económicos de gente sin escrúpulos que emplea la religión, la raza o la política en su beneficio.

Página de Raül Gallego:

http://www.raulgaab.com