La Garlopa Diaria

11 febrero 2010

Alcaldes ‘nucleares’

A propósito del inicio de los trabajos de Enresa en el desmantelamiento de la central de Zorita, un directivo de la empresa pública de residuos ha negado que el alcalde de Yebra, Juan Pedro Sánchez, fuera empleado suyo. El director de Operaciones de la Empresa Nacional de Residuos nucleares (Enresa), Alejandro Rodríguez Fernández, ha dicho que el alcalde de Yebra, «ni ha sido ni es empleado» de la misma.

Evidentemente, no lo es y saben que no lo va a ser nunca. Pero no estaría de más que reconocieran lo que ya es vox populi no sólo en la comarca, sino más allá de la linde provincial. El alcalde de Yebra trabaja para una subcontrata que ahora depende de Enresa, tras recibir esta compañía la titularidad de Zorita de manos de sus ya antiguos dueños, Gas Natural-Unión Fenosa. Es cierto que cuando el Pleno de Yebra aprobó su candidatura al almacén nuclear, la subcontrata que emplea a Sánchez aún pertenecía al consorcio eléctrico. Y, en este sentido, va a ser difícil que los abogados de la Junta de Castilla-La Mancha (y sus asesores jurídicos) puedan demostrar que exista algún tipo incompatibilidad. Sin embargo, la realidad es que el proceso para decidir el emplazamiento del ATC sigue en marcha y el alcalde ya está trabajando para Enresa, que es justo la que está pilotando ese proceso.

No hay que sacar las cosas de quicio, pero tampoco ocultar el tejido de relaciones e intereses del que está trufado el sector nuclear. El señor Juan Pedro Sánchez tiene todo el derecho del mundo a trabajar donde pueda, donde le contraten o sencillamente donde le plazca. Afortunado él que en estos tiempos de plomo tiene una nómina que llevarse a la cartilla de ahorros. Sin embargo, lo que no puede hacer el señor Juan Pedro Sánchez ni ninguno de esos alcaldes que ahora tanto alaban algunos es autoerigirse en representantes de la voluntad de sus pueblos y, más aún, de sus comarcas y provincias respectivas, y adoptar una decisión que ni siquiera llevaban en su programa electoral. Una decisión que no consiste en cambiar las farolas, ni asfaltar las calles, ni arreglar el depósito de aguas. Es una decisión que compromete el futuro de un territorio amplio y de varias generaciones. Que la costumbre en Enresa, AMAC y el ‘lobby’ nuclear sea atraer a los alcaldes y concejales a la industria atómica tampoco parece que sea la mejor carta de presentación para estos mismos regidores que ahora poco menos que se califican de salvadores de la patria del medio rural, mientras reciben elogios y parabienes hasta del mismísimo Aznar López.

Y no sé si será ilegal, pero sí me parece inmoral trabajar indirectamente para la misma empresa que promueve una futura instalación a la que opta el pueblo que gobiernas. Algo sobra. Algo huele mal. Algo no es ni participativo, ni transparente ni fiable, justo aquello que dijo el ministro Sebastián que sería el proceso para elegir el ATC.

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