La Garlopa Diaria

2 marzo 2010

Comunicación

Bernardino León, secretario general de la Presidencia. | RTVE

Bernardino León, secretario general de la Presidencia. | RTVE

La prensa trae hoy dos artículos interesantes sobre la política y el tópico de la falta de comunicación o la mala comunicación a la hora de trasladar mensajes a la sociedad. El ministro de Trabajo, que le trajeron para arreglar la inmigración y se está comiendo el marrón más grande de la crisis, lleva semanas enteras reconociendo los errores del Gobierno -es el único que reconoce errores- y aduciendo problemas de comunicación. «Lo hemos hecho bien, pero no hemos sabido comunicarlo», ha venido a decir sobre su ausencia en ese invento de la comisión que pretende cocinar un pacto que ya se sabe que no va a llegar a ningún puerto.

Pues bien, esta mañana Carlos Carnicero y Miguel Ángel Aguilar, que son dos periodistas baqueteados y nada sospechosos de abrazar las garras de la oposición, coinciden en señalar que lo que falla en el Gobierno no es la comunicación, sino la dirección de sus políticas. Si se rectifica a menudo, si se cambia la orientación con asiduidad, si se varía tanto el discurso, es imposible amasar una buena estrategia de comunicación. Y la clase política en general, lo que incluye también a la oposición, se ha acostumbrado a escudarse en fallos de imagen para justificar sus errores, su ausencia de coordinación o directamente sus descalabros.

El Gobierno tiene, al menos, tres altos cargos extraordinarios en materia política y de comunicación. Por un lado, Bernardino León, secretario general de Presidencia y diplomático de carrera; José Enrique Serrano, director de Gabinete de Zapatero que ya lo fue con Felipe González; y Julián Lacalle, jefe de prensa, ex periodista de Diario 16 y Europa Press. Muy cerquita están la secretaria de Estado de Comunicación, Nieves Goicoechea, que viene de la SER y es una periodista con una notable trayectoria en la crónica política; y el resto del equipo de Fernández de la Vega, que además de ser vicepresidenta primera ejerce de ministra de la Presidencia. (Quienes estén interesados en los entresijos de Moncloa les recomiendo el libro Viajando con ZP (Debate, 2007, 346 págs.), escrito por el periodista Javier Valenzuela y ex asesor internacional de Zapatero: cuenta muchas cosas, muy jugosas y además las cuenta muy bien).

El caso es que todos los que he citado me parece gente preparada, muy capaz, con la cabeza perfectamente amueblada (especialmente Bernardino León) y que no suelen cometer errores de bulto y mucho menos en materia de comunicación. ¿Recuerdan ustedes el último patinazo de la vicepresidenta en alguna rueda de prensa? Es probable que no lo recuerden, y eso dice mucho en su favor y muy poco de los periodistas que acuden a la rueda posterior al Consejo de Ministros de todos los viernes.

Quiere decir todo esto, en mi opinión, que el problema ahora mismo del Gobierno no es precisamente de comunicación, sino de los resultados que hay que comunicar. Cuando ocurrió el 11-M, a Aznar no se le ocurrió otra cosa que convocar un gabinete de crisis donde no estaba el secretario de Estado de Defensa, sino el de Comunicación, que por aquel entonces creo recordar que era Alfredo Timmermans. No sirvió de nada. Trató de comunicar lo incomunicable, que era el engaño y el error pertinaz. No se puede comunicar con acierto aquello que no se gestiona con acierto. Porque, en caso de comunicarlo, no es comunicación. Es propaganda. Mala propaganda.

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