OPINIÓN

DELIBES PERIODISTA

"Su aportación más genuina, su principal hallazgo, su acierto más grande fue aquello que aún hoy sigue vigente en la prensa local: la cercanía con la gente. Hacer un periodismo a pie de campo, directo, incisivo pero sin ser agresivo. En su caso, a través de reportajes en los pueblos, crónicas agrarias, campañas permanentes por las carreteras o contra la despoblación o secciones como “Ancha es Castilla”, que reflejaba los problemas de esta tierra quizá demasiado acostumbrada al ostracismo".
Henares al día, Mayo 2010
Raúl Conde

delibes norte

Miguel Delibes falleció el pasado 12 de marzo y los obituarios de la prensa alabaron, sobre todo, su trayectoria como novelista. Sin embargo, pocos destacaron su faceta de periodista. Y la realidad es que Delibes fue uno de los mejores de este oficio. Entró muy joven en El Norte de Castilla, cuando todavía estudiaba Derecho Mercantil, y allí pasó por todos los puestos hasta alcanzar la dirección, que ejerció desde 1958 hasta 1963. Manu Leguineche, uno de sus discípulos, siempre dice que en su vida sólo ha tenido un director: “Fue Delibes y no he necesitado otro: él me lo enseñó todo”.

El mejor estudio sobre la aportación del autor castellano al periodismo está firmado por el profesor universitario José Francisco Sánchez. En su libro Miguel Delibes, periodista (Destino, 1989), traza un recorrido completo por todos los vericuetos que vivió el novelista en este oficio. El Norte de Castilla era en esa época un periódico de provincias con un fuerte arraigo en la sociedad de Valladolid. Delibes le imprimió una línea liberal y regeneracionista, bastante alejada de los habituales “meapilas” que circulaban por la prensa del Movimiento. Amplió el número de páginas del diario, le transfirió empaque y altura intelectual, se mantuvo cerca de la calle y de los pueblos, discutió con sus editores si era necesario y luchó contra la censura: sus enfrentamientos con Manuel Fraga, cuando éste era ministro de Información y Turismo, se han convertido ya en un símbolo de la estupidez del régimen. Además, Delibes supo forjar una redacción joven y con mordiente con periodistas como Francisco Umbral, César Alonso de los Ríos o el propio Leguineche. Sánchez destaca también que Delibes fue “pionero” en la aplicación de técnicas que, con otros formatos, han encontrado continuidad: fundó la Sala de Cultura para conferencias, el cine club y unos premios periodísticos propios de este diario. Pero, en mi opinión, su aportación más genuina, su principal hallazgo, su acierto más grande fue aquello que aún hoy sigue vigente en la prensa local: la cercanía con la gente. Hacer un periodismo a pie de campo, directo, incisivo pero sin ser agresivo. En su caso, a través de reportajes en los pueblos, crónicas agrarias, campañas permanentes por las carreteras o contra la despoblación o secciones como “Ancha es Castilla”, que reflejaba los problemas de esta tierra quizá demasiado acostumbrada al ostracismo. Delibes, en suma, fue un maestro de reporteros curtido en la prensa “todoterreno”. O lo que es lo mismo, la más cercana a los lectores.

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