REPORTAJE

Campillo de Ranas, vivir entre baches y sin teléfono fijo

Campillo de Ranas exige el arreglo urgente de la carretera que conecta los pueblos del Ocejón El alcalde de esta localidad de la Sierra del Ocejón, Francisco Maroto, reclama mejorar las carreteras, el abastecimiento de agua y las comunicaciones para mantener la población La Mancomunidad del Ocejón pide que las carreteras de la zona pasen a ser de titularidad regional
Francisco Maroto tiene 42 años y una energía envidiable para ser alcalde de su pueblo. No se arruga ante los problemas ni tampoco ante las administraciones. Dice distinguir dos clases de políticos: “los que se preparan para ser políticos y eso va implícito en el sueldo y los que tenemos que dejarnos nuestro tiempo y dinero en el empeño”. Cada vez que debe hacer una gestión en Guadalajara, Toledo o incluso en Sigüenza, tiene que soportar una carretera inmunda repleta de baches y de curvas peligrosas. Y encima el gasto de móvil, al que tiene que echar mano frecuentemente ante la escasez de líneas de telefonía fija. Todo son problemas, pero también satisfacciones. Lleva cuatro años de alcalde y ha sido reelegido en las últimas elecciones municipales por una aplastante mayoría en Campillo de Ranas.
Nueva Alcarria, 9.07.07
Raúl Conde

Hay una jota serrana que dice: “En el río cantan ranas, y en el palomar pichones, en la plaza de Campillo cantan los “chichirritones”. La plaza de Campillo, a mediodía de un miércoles cualquiera, está casi vacía. El sol cae con aplomo porque la sierra siempre es extrema. Ya se sabe el refrán: tres meses de invierno y nueve de infierno. Ahora toca calor. La taberna del pueblo ha puesto un letrero acorde con la fisonomía rural. Todo aparece en armonía en este lugar, que no ha hecho ninguna locura con su pasado. El panadero hace sonar el claxon y se detiene en las principales esquinas. En Campillo viven a diario unas sesenta personas pero el término municipal sube hasta los 210 habitantes, incluyendo las pedanías de El Espinar, Roblelacasa, Campillejo y Robleluengo. Son algunos de los pueblos más hermosos de la provincia, también con los nombres más sonoros y expresivos. Sin embargo, no todo es de color de rosa ni tan bonito como aparece en los folletos de turismo. Paco Maroto apunta algunas lacras: “las carreteras, que dan pena; el agua, que tenemos El Vado aquí al lado y algunos veranos sufrimos restricciones; las comunicaciones, que no tenemos teléfono, ni internet ni hasta hace poco móvil; y no disponemos de helipuerto”.

El presupuesto del ayuntamiento asciende a 40 millones de las antiguas pesetas. “Es escaso para los cinco pueblos que tenemos que atender, el dinero a veces no llega, tratamos de currarnos todas las subvenciones posibles, todas, pero estamos en igualdad con toda la provincia, no nos dan algo más por estar donde estamos o ser como somos”, advierte. Desde que salió elegido alcalde, la prioridad del alcalde de Campillo ha sido mantener la población: “incluso no llegar a atraer más, sino la que ya tengo, tratar de que viva bien, eso es prioridad para la Corporación. Hace cuatro años éramos 115 censados y ahora somos 210. Se abrió el año pasado la escuela, para que los niños fueran andando y no tuvieran que desplazarse hasta Majaelrayo, a pesar de que todos los niños eran de Campillo”.

El aumento de población durante la última legislatura revela el auge en la calidad de vida en Campillo, a pesar de sufrir agravios con otras zonas de la provincia y la región. Maroto explica que “la apuesta es atraer gente joven, porque los jóvenes tienen unas prioridades que no tiene todo el mundo rural. Por ejemplo, la creación de biblioteca, puede parecer alucinante que en un pueblo perdido de la Sierra de Ayllón, que exista una biblioteca. Pedimos un local por parte del Ayuntamiento, para que la biblioteca la mantengan voluntarios. Los objetivos de la biblioteca, más que para ir a leer, que para eso ya tenemos el servicio de bibliobús de la Junta, es un lugar de encuentro para que la gente se pueda relacionar”. Campillo es un pueblo activo en el ámbito de la cultura y el ocio. Desde que llega la primavera es habitual que todas las semanas se organicen actos de este tipo: exposiciones de pintura y fotografía, un ciclo de cuentacuentos, la semana de la micología, las mujeres hicieron un curso para saber hablar en público, etc. “Y en todo eso colabora el Ayuntamiento, les ofrece sus locales y aquí estamos de puertas abiertas”, matiza Maroto. Este amplio abanico de actividades, que han hecho célebre a Campillo entre los pueblos serranos, por su dinamismo cultural y social, revierten en las condiciones de vida de sus gentes. “Que se viva a gusto”, resume.

Carretera vergonzosa

En todo caso, antes de disfrutar de algún cuentacuentos, cualquier viajero que desee acercarse hasta Campillo deberá sufrir los rigores de su carretera de acceso. Se le llama carretera por llamarla de algún modo, pero en realidad es un vergonzoso camino asfaltado con el mismo trazado por el que los viejos serranos trasladaban las mulas y los bueyes. Una auténtica cochambre de carretera impropia de una tierra rayana con la capital de España y que pretende liderar el sector del turismo rural. Según Paco Maroto, “el hueso más duro de roer que tengo es con las administraciones, con los políticos, pero lo asumo. Para eso estamos los alcaldes, para luchar para que tu pueblo tenga buenas comunicaciones”. En todo caso, los primeros que sufren esta carretera son los vecinos de Campillo y la comarca, hartos ya de salvar las curvas en las que se juegan la vida, sobre todo en invierno, y de esquivar los baches, que en realidad son auténticos socavones más propios de Ruanda o de Nigeria que de un país, según presumen algunos, convertido en la octava potencia mundial.

“Necesitamos buenas infraestructuras”, avisa Maroto. “No me gusta compararme con otros pueblos de la provincia, mi pueblo ya tiene un asentamiento de vida que necesita otro tipo de vías mejores. Los chavales de Campillo están bajando al instituto de Yunquera de Henares todos los días por esa carretera de baches. No ya para lo que pueda venir, aunque nosotros vivimos del turismo rural, sino sobre todo para los que viven aquí”. Tanto la GU-186, carretera que parte de Tamajón hacia la sierr, como la GU-182, por la que se accede a Campillo, son dos infames vías sometidos a un estado de degradación absoluto. Ni siquiera se han parcheado los baches, y si se parchean, las nieves del invierno vuelven a horadarlos. Ambas carreteras, que han dejado de ser locales para comunicar Guadalajara con Segovia y Madrid, pertenecen a la Diputación Provincial, que no tiene presupuesto ni capacidad para acometer su reforma. Las dos vías están incluidas en el famoso Plan de Carreteras aprobado recientemente. La pregunta de los alcaldes de la zona es: ¿y mientras tanto, qué? “La carretera de Riaza, en Segovia, está totalmente arreglada por el Ministerio”, afirma el alcalde de Campillo, subrayando el agravio que existe entre provincias ante la disparidad de las políticas de inversión, que discriminan entre provincias sin tener en cuenta que pertenecen al mismo territorio social y económico.

Turismo con curvas

Las localidades que integran la Mancomunidad del Ocejón han reclaman que de una vez por todas se tomen medidas urgentes en el tema de las carreteras o que la Junta de Castilla-La Mancha, que tiene más recursos financieros que la Diputación, pase a gestionarlas. Hasta el momento, ni una cosa ni otra. En esta batalla se mantienen unidos en la misma reivindicación los alcaldes de Valverde de los Arroyos, José Ramón Fernández Gordo; Campillo de Ranas, Francisco Maroto; Majaelrayo, Severino Moreno; y Tamajón, Eugenio Esteban de la Morena. Los tres primeros pertenecen al PSOE y el cuarto al PP, pero según Maroto “cuando se trata de defender a nuestros pueblos no hay colores políticos ni siglas que valgan, para mí Eugenio, aunque sea del PP, es un compañero más en la defensa de la comarca”. Además, hay problemas que fortalecen esta unidad: la carretera que conduce al pantano de El Vado es propiedad del Canal de Isabel II, es decir, de Madrid, así que no está incluida en el plan de carreteras de Diputación. Otro hándicap más. “Primero empezaron con el peaje en la sombra, luego con no sé qué y como ahí ha habido tres proyectos fallidos, la realidad es que seguimos con el problema”.

La situación de las carreteras produce irritación en la zona al ver la campaña de difusión turística que desde hace unos años se está haciendo de la Sierra Norte en general y la Sierra Negra en particular. “Yo voy a Fitur –añade Maroto- y lo primero que me encuentro es una fotografía enorme de la Sierra Negra y del Ocejón. Tenemos que hacer buenas comunicaciones porque si no quedamos mal. Si estamos publicitando a nivel nacional e internacional la Arquitectura Negra y luego la gente se traga esa carretera de baches… Pero sobre todo para los vecinos”. La carretera por la que se llega hasta la Arquitectura Negra recibe los fines de semana más de 2.000 visitas. “Hay muchos alcaldes en la provincia –afirma Maroto- que me dicen que sus carreteras están igual, pero las suyas no reciben tantas visitas como esta. No ha habido ningún accidente mortal, pero todos los fines de semana hay problemas de gente con accidentes o con ruedas reventadas, claro, es gente de Madrid que trae coches bajos y no conoce la carretera”.

Sin helipuerto ni internet

La sanidad es otra asignatura pendiente. El centro de salud más cercano está en Tamajón. Campillo de Ranas dispone de consultorio básico, con visita del médico dos veces a la semana, pero no de helipuerto, que es la infraestructura que demanda el Ayuntamiento: “como está pasando en el resto de la provincia, las personas mayores, cuando tienen problemas de salud, les da miedo vivir en el pueblo y se van. El helipuerto es una cosa poco costosa de dinero y muy importante”. La tesis de Maroto es que Campillo ya tiene un asentamiento de gente suficiente como para pedir estas inversiones: “no es tanto decir queremos atraer a gente para que venga a vivir, sino que nosotros ya tenemos esa gente, hay que facilitar que vivan a gusto”.

El alcalde de Campillo asegura que el ayuntamiento que preside ha hecho “todo el esfuerzo posible” para que se arreglen las carreteras y el resto de deficiencias, “pero ya tienen que intervenir las administraciones”. ¿En qué? Por ejemplo, en las comunicaciones. Campillo goza de cobertura de teléfono móvil desde el pasado 14 de junio. También se ha solucionado la señal de televisión gracias a una torreta instalada por la Junta. “Antes no veíamos ningún canal, o un día Antena 3 se veía bien y al siguiente se estropeaba, o Tele 5, o la Primera, se veían todas o ninguna”, cuenta. “¿Los niños, a las cinco de la tarde, qué hacen si no se ve la televisión?”, se pregunta el alcalde. Y añade otro problema mayúsculo: la conexión a internet, que no termina de llegar. “Para mí es necesario tener internet, tenemos una centralita montada por Telefónica hace dos años gracias a un convenio con la Junta, pero no sirve para nada. El servicio sigue sin llegar. Doy siempre con la barrera de Telefónica que no sabes a quien dirigirte”. Internet es un servicio reclamado por muchos de los vecinos de Campillo, sobre todo aquellos que trabajan en profesiones liberales. “Podrían vivir aquí perfectamente si tuvieran internet”, dice Maroto. Y luego las casas rurales y los empresarios de hostelería, que no pueden hacer reservas ‘on-line’, ni tan siquiera visitar su propio sitio web.

Los niños de la escuela de Campillo tampoco están en igualdad de condiciones que el resto de escolares castellano-manchegos. No tienen internet, pero tampoco teléfono. En esta zona de la sierra Telefónica instaló hace diez años el sistema track de radio ‘moviline’ que evitaba el cable. Ahora sólo hay tres líneas de cable en el pueblo. Un atraso. Otra vergüenza, tanto de las empresas, en este caso de telefonía, como de la propia administración. Paco Maroto es muy claro: “el problema de la cobertura se solucionó después de la visita al Hayedo de Tejera Negra que hizo Barreda en otoño y vio que no podía llamar por el móvil, lo comprobó en sus propias carnes y sabe que la Junta está pagando a las compañías para que nos sirvan”. De la línea ADSL, por supuesto, ni hablar. Suena a chiste macabro en medio de este panorama.

Restricciones

A todo este enjambre de agravios hay que sumar el agua. El pantano de El Vado, explotado por el Canal de Isabel II para abastecer Madrid y el Corredor del Henares, está situado en el término municipal de Campillo, pero sus habitantes sufren restricciones cuando el año se presenta seco. “Que Madrid se esté surtiendo de agua y nosotros nos quedemos sin ella es por falta de infraestructuras, además, hablamos de infraestructuras simples. Lo que queremos es agua para una población flotante de 1.000 personas, haría falta un caudal mínimo”, advierte Maroto. El abastecimiento de la zona se solucionaría, en su opinión, bombeando agua desde El Vado: “en el siglo XXI, igual que se bombea agua a Madrid, se hiciera aquí cuando falta agua en el depósito regulador de mi pueblo, sería lo ideal porque lo demás son chapuzas”. El municipio tiene ahora captada el agua de todos los manantiales del pico Ocejón. Pero el manantial tiene un caudal: este año que ha llovido, les sobra agua. Pero hace dos años, por ejemplo, “las hemos pasado putas porque desciende el caudal y tenemos que llamar a las cisternas de Diputación”, se queja el edil. La salida de la Sierra del Ocejón es la naturaleza y el medio ambiente, pero la mancomunidad reclama compensaciones como garantía de futuro. Maroto inquiere: “¿Y el Parque Natural que nos presentó en Galve el consejero de Medio Ambiente? Los alcaldes lo apoyamos, pero fue un canto al sol. ¿Dónde ha quedado este proyecto? ¿Tú te crees que el terreno de mi pueblo, que lo hemos conservado durante mucho tiempo, no esté protegido cuando Madrid, que lo tengo lindero, simplemente tiene un cachito de Hayedo de nada y tiene protegida toda la zona. Nos estamos durmiendo en los laureles”.

Pese a todo, Campillo de Ranas es un apacible lugar que mantiene sus constantes vitales en marcha. Sus problemas son extrapolables al conjunto de la Sierra Norte. Se trata de un territorio de pequeños núcleos, con escasa población, cuya realidad, a juicio de los alcaldes serranos, es difícil que pueda ser comprendida desde Toledo: “a mí me cuesta mucho hacer ver cómo es esta zona, no con el presidente o con los delegados, sino con el equipo, no el de Guadalajara, pero cuando paso a los directores generales o los consejeros, tengo la sensación de que vengo de otro planeta, parece que me miran como diciendo: si para un pueblito que tienes, qué me estás exigiendo, si nosotros tenemos aquí pueblos de 8.000 habitantes”. El alcalde de Campillo, que confiesa que le hubiera gustado que su pueblo perteneciera a la Comunidad de Madrid, mantiene que “para bien o para mal, es una realidad que somos de Castilla-La Mancha, pero no nos entienden”.

DETALLE

“Los vecinos tienen una mentalidad avanzada”

“Se fijaron más en las bodas gays que en nuestros problemas”

El Ayuntamiento de Campillo de Ranas es un edificio de dos plantas construido con lajas de pizarra negra. En la parte de abajo se encuentran los servicios y el consultorio médico. Arriba, el despacho del alcalde está decorado con paredes blancas y violetas, una bandera del arco iris gay, un crucifijo y un cuadro de la Gioconda. Francisco Maroto nació en Madrid y se vino a vivir al pueblo a los 17 años “porque me encanta el mundo rural”, confiesa. Ha sido ganadero con ovejas y cabras y se ha dedicado a la albañilería y la hostelería. Milita en el PSOE y ahora se gana la vida como apicultor. Su condición de homosexual dio la vuelta al ruedo hace un tiempo cuando apareció en los medios nacionales. “En el pueblo sentó mal porque desdice el trabajo. Vivo en un pueblo donde la gente es muy solidaria, muy cooperante, que no discrimina a nadie, Mis vecinos no son gente rural, la gente pura y dura del pueblo sólo quedan dos, la población que se ha ido adhiriendo a Campillo es de Madrid con una mentalidad abierta”. Maroto afirma que cuando estalló el tema de las bodas gays, “cometí el error de decir que en mi pueblo hay muchos gays y de decir, que luego se malinterpretó, que tenía una apuesta con el cura para ver quién casaba más. Ahí la cagué”. El alcalde de Campillo ha oficiado más de cuarenta bodas desde que gobierna el pueblo. Prefiere no detallar cuantas han sido gays: “yo no le pregunto a nadie por el sexo, yo estoy casando a lo mejor a gays que son divorciados de matrimonios heterosexuales. Yo con el tema gay me la jugué totalmente. No pasa nada por ser gay, es un orgullo, ahora que es la celebración en Madrid. A mí podía haberme castigado el pueblo y haberme dicho: oye te has pasado, porque nos van tildando de mariquitas por todos lados. Pero no ha sido así”. Maroto, que no está casado, va más allá: “la izquierda tenemos que apoyar y buscar el voto de la izquierda porque el de la derecha ya se guarda la derecha de hacerlo muy bien. Cuando hay abstención es porque la gente no va a votar. La política hay que tomársela con naturalidad y decir lo que uno es”.

Dejando al margen estas cuestiones, Maroto afirma que “toda aquella polvareda ya se pasó y lo que le interesa a la gente es el trabajo que ve en ti”. El alcalde de Campillo prefiere ocuparse de los problemas de sus vecinos. Y no se corta un pelo al hablar: “no quiero ofender a nadie, pero creo que defendemos poco la provincia. No miramos por lo nuestro. Si a lo mejor el alcalde de Campillo es alcalde por mayoría es porque mira por su pueblo, ante todo. Yo estoy dispuesto a apoyar a la Junta de Comunidades pero no de ponerme de rodillas ante Toledo. Y eso es lo que deberían hacer los representantes de la Junta en Guadalajara. Ante todo, nuestra provincia, y luego Toledo. Aquí no. Cuando da el toque Toledo, todos se ponen en marcha, si no, no se pone en marcha nadie. Son compañeros míos de partido, pero si tengo que dar un puñetazo en la mesa, lo hago”.