Artículos en Nueva Alcarria

16 noviembre 2007

CULTURA

Francisco Santa Cruz, el renacimiento del ‘genio perdido’ de la pintura vanguardista

El hallazgo de la obra de este pintor de Sigüenza, más de mil piezas que se consideraban perdidas, constituye uno de los hitos más importantes del año en el ámbito pictórico Hoy se presenta en la Casa del Doncel el libro “Pintores de Sigüenza”, editado por la Diputación Provincial y Caja Guadalajara, y se inaugura una exposición que muestra el legado oculto de Santa Cruz Mª Antonia Velasco señala que Santa Cruz “era un hombre reconocido en su época que fue amigo de Dalí, Bores, Buñuel o César González-Ruano” Lorenzo de Grandes, uno de los autores de la investigación, subraya que el descubrimiento de la obra de Santa Cruz es “más que de primer nivel”
Los enigmas culturales difícilmente acaban siendo descifrados, a no ser que aparezca un manuscrito inesperado o unos cuadros que parecían destinados a acumular polvo en un baúl. Este es el caso de la obra de Francisco Santa Cruz, un importante pintor nacido en Sigüenza a finales del siglo XIX que se convirtió en maestro de las corrientes vanguardistas en España. Su legado permanecía oculto hasta que ha sido recuperado con motivo de la publicación del libro “Pintores en Sigüenza”, que se presenta esta tarde en la Casa del Doncel. Santa Cruz fue amigo de Dalí, Buñuel o Benjamín Palencia. Se trata de un artista inquieto y renovador, al decir de la crítica. “El único pintor de Sigüenza protagonista del más fructífero periodo de la cultura contemporánea”, según sostienen los autores de la investigación.
Nueva Alcarria, 09.11.07
Raúl Conde

La escritora María Antonia Velasco, promotora de la sociedad de viviendas Barrio Ilustrado, centrada en la rehabilitación del barrio de San Roque de Sigüenza, concluye este año sus trabajos en la que se conoce como “Casa de los cuatro pintores”, donde vivieron tres artistas de la saga de los Santos (Fermín, Raúl y Antonio) y otro pintor muy conocido del momento, José Sainz Pepe “el niño pintor”. “Siempre que hago una rehabilitación termino haciendo un libro”, confiesa Velasco. De hecho, ya vio la luz hace dos años el libro “Paseo por Sigüenza y álbum de los oficios de la construcción”. El objetivo es “que quede constancia escrita de su historia y del ambiente socio cultural que le rodeó”. En este caso, la idea estaba servida y se propuso publicar una obra que aglutinara al conjunto de pintores que, siendo seguntinos de nacimiento o adopción, habían destacado en este arte y estuvieran vinculados a la Ciudad Mitrada. Velasco encargó la obra a Alicia Davara y Lorenzo de Grandes, que ha realizado una investigación exhaustiva que concluye esta tarde, con la presentación del libro “Pintores en Sigüenza” y la inauguración de la exposición antológica de la figura más importante que incluye el libro: la de Francisco Santa Cruz, un maestro de las vanguardias en España cuya obra ha podido ser rescatada ahora para sorpresa y admiración de toda la crítica.

El descubrimiento de la obra de Santa Cruz fue rocambolesco. Un sobrino del pintor tenía guardados en varios baúles más de mil obras de su tío en un pueblo de Teruel. Allí encontraron María Antonia Velasco y los investigadores el legado del artista seguntino. La mayoría son dibujos y el resto 40 obras en óleo y acuarela o guache. “La verdad es que los investigadores han hecho un trabajo muy bueno”, subraya la editora. El hallazgo desbordó las previsiones de los autores, que pensaban hacer un libro sobre pintores en Sigüenza y acabaron topándose con un legado artístico monumental y de un calado muy superior al previsto. Velasco explica que “a la vista de que los autores han recopilado la totalidad de las obras del pintor desconocido hasta el día de hoy, de la calidad artística de esas obras, de la profundidad del estudio que se ha hecho y de la trascendencia que esto puede tener para la comunidad artística nacional que se halla muy preocupada e interesada por este trabajo, vamos a tratar de mostrar en este libro, por primera vez en nuestro país, la biografía y pintura de Santa Cruz junto con los demás pintores que pasaron por Sigüenza, elegidos por su obra y su prestigio, que no es sólo local, sino en muchos casos nacional e internacional”.

Con los más grandes

El plato fuerte de esta investigación es el hallazgo de más de mil piezas, sobre todo dibujos y grabados, de Santa Cruz, que permite poner en el sitio que se merece a uno de los pintores más influyentes del llamado arte nuevo. Francisco López Martínez fue Paco López Santa Cruz para los seguntinos y Santa Cruz, a secas, para la historia de la pintura. Los autores del libro le presentan como “primer y único pintor de Sigüenza protagonista del más fructífero periodo de la cultura contemporánea”. Lorenzo de Grandes, uno de los investigadores, recuerda que “salvo los entendidos, como Juan Manuel Bonet, Jaime Brihuega y pocos más, que siguieron sus huellas durante mucho tiempo, la huella de Santa Cruz no se conocía lo suficiente y sin embargo, los compañeros que había tenido, como Dalí o Buñuel, son más que de primer nivel”.

Santa Cruz era el hermano bohemio de “los Cruces”. Fue pintor, ilustrador, escenógrafo. Nació en Sigüenza en 1899, un año después que Lorca, Vicente Aleixandre o Dámaso Alonso y al tiempo que Borges, Buñuel, Emilio Prados o Giménez Caballero. Precisamente, tal como señalan los autores del libro editado por Gatoverde, el sello de María Antonia Velasco, con estos intelectuales “viviría en el imprescindible Madrid, la llamada Edad de Plata de la cultura contemporánea”. Santa Cruz dejó Sigüenza para vivir en la capital del Reino. Estudió Medicina pero abandonó la carrera para consagrarse al pincel. En aquel momento estableció contacto con la élite cultural de la época en la Residencia de Estudiantes, el Ateneo, los Cafés Pombo, Colonial o la Granja del Henar. Se prodigó en tertulias literarias, manifiestos artísticos, bohemia e intelectualidad. Estuvo presente en las diferentes exposiciones de Artistas Ibéricos, compartió sala con un jovencísimo Dalí, además de Francisco Bores, Benjamín Palencia o Carlos Sáenz de Tejada, compañeros de estudio y amigos personales. No lo pasó del todo bien desde el punto de vista económico. Pero se codeó con los más grandes. Murió en Sigüenza en 1957, pero artísticamente ya había fallecido mucho antes. Se significó a favor de la República y, tras la Guerra Civil, tuvo que refugiarse en un puesto “oscuro”, según María Antonia Velasco. No se exilió, pero tampoco volvió a pintar.

Ultraísta

Desde el punto de vista estético, Santa Cruz fue precursor del ultraísmo, movimiento que estaba encabezado por Rafael Cansinos-Assens. Se destapó como un artista sobresaliente del periodo de vanguardias. Tal como señala Velasco, “Santa Cruz acusó todas las vanguardias, a diferencia de alguno de sus coetáneos, que destacó sólo en alguna de estas ramas, él estaba desesperado por tocar todas, por probar cosas nuevas”. En el libro que sale hoy a la luz, los autores reconocen que “la pintura de Santa Cruz pertenece a ese género de arte del cual dicen las gentes: “Explíqueme usted esto, porque yo no lo comprendo”. Pero la única explicación que procede en este caso es la siguiente: “Esto es inexplicable”. Lo cual equivale a decir: “Esto es poesía, señores”. Cuando tu, espectador, no te lo expliques, ten solamente la bondad de recordar todas aquellas emociones de tu vida que hayan sido “inexplicables”. Ya verás como son, precisamente, las más hondas”. Santa Cruz expuso junto a Bores, Palencia, Vázquez Díaz y Dalí en las principales galerías internacionales. Especialmente, en los lugares más exclusivos como París, Berlín y Copenhague. Sus obras impactaron sobremanera, por la novedad que representaban y por la calidad.

El origen de su estilo hay que buscarlo en la Escuela Palacios de Sigüenza, que no existió como formalmente como tal pero sí en la práctica. “Es indudable –señala Velasco- que los pintores surgidos de Sigüenza en el primer tercio del siglo pueden considerarse sus discípulos”. José Palacios Ruiz, escapado a Madrid siguiendo los pasos de su temprana vocación artística, aportaría su arte en la restauración de la iglesia de San Francisco el Grande. Cualidades heredadas por su hijo Benito que materializaría como profesor de dibujo en el antiguo colegio Sadel o como pintor industrial en frescos y estucos de iglesias o casas señoriales de la ciudad.

En los años 20, Santa Cruz presentó su primera exposición en Sigüenza. Ahora se cierra el ciclo con la muestra que se inaugura hoy en la Casa del Doncel. Mª Antonia Velasco revela que “yo conocía a Santa Cruz porque estaba emparentado a través de una tía mía. Siempre le hemos tenido como un artista importante, pero era el genio perdido, creíamos que sólo había cuatro o cinco obras y ahora nos encontramos con todo este volumen. Es un descubrimiento muy importante”. Cincuenta años después de su muerte en Sigüenza, sale a la luz parte de este legado, tan buscado por los estudiosos. Lorenzo de Grandes habla de “algo más que importante”. Es un acontecimiento cultural de primer nivel. Un hito en la pintura española de vanguardias que lleva el sello de un seguntino. Doble alegría para Guadalajara.

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“La Casa de los cuatro pintores”

Las tareas de investigación en torno a Francisco Santa Cruz y los pintores seguntinos confluyen en un libro titulado “Pintores en Sigüenza”, editado por Gatoverde con el patrocinio de la Diputación de Guadalajara y Caja Guadalajara. Hoy viernes se presenta a las 19,30 h. en la Casa del Doncel, en Sigüenza. Los autores son Alicia Davara y Lorenzo de Grandes, pero en el acto también participará el sobrino de Santa Cruz que tenía guardadas las obras de este artista. El libro se compone de dos partes. La primera, “un siglo entre vanguardias”, contiene una introducción y aborda el legado oculto de Paco Santa Cruz, además de los años cincuenta, que corresponden al informalismo, y los años ochenta, considerado como “el resurgir del arte”. En el apartado del informalismo se hace referencia a Maxi Robisco, seguntino de nacimiento, que compartió experiencias junto a los componentes del Grupo El Paso, en el que sobresalía Antonio Saura: “sus visiones solanescas de naturalezas muertas, escondidas en su estudio de Sigüenza hoy, merecieron el reconocimiento de mítico editor Tomás Seral”. También se analizan las figuras de Antonio Pérez, “artista singular y coleccionista de cosas singulares”; los intelectuales de la tertulia “Vino y Pan” en Guadalajara, el germen de la Casa de Guadalajara en Madrid; Mariano de la Concepción “y su ilimitada riqueza gestual”; Graciano el discípulo y hasta Camilo José Cela, en cuya Fundación están catalogados los cuadros de Santa Cruz. Por otra parte, en la década de los ochenta tienen cabida Diego Romero, el pintor del Caos, Mariano Canfrán y Antonio Mollá. En las vanguardias del siglo XXI, los autores del libro han incluido dos pintoras: Ana Azpeitia, arquitectura cibernética; y Coro Lizasoaín, que ya ha expuesto en Nueva York. La segunda parte del volumen se centra en la “Casa de los cuatro pintores”, es decir, la residencia de la saga de los Santos en Sigüenza. Para esta parte del libro se ha contado con varias colaboraciones. De esta manera, el perfil de Fermín Santos lo traza José Antonio Suárez de Puga, el de Antonio Viana lo firma Marta Velasco, el de Raúl Santos se ha encargado Javier Davara y el de Pepe Sainz corre a cargo de Francisco García Marquina. Aprovechando la presentación del libro, también se inaugura hoy, a la misma hora, la exposición “Francisco Santa Cruz. 50 años en el olvido”, una selección de veinte obras representativas del legado oculto de este importante pintor, que murió hace justo medio siglo. La producción artística de Francisco Santa Cruz fue prolífica entre 1920 y 1936. Después, la nada. Ahora es posible recuperar el legado que echaban en falta los expertos conocedores de su relevancia, como Juan Manuel Bonet, el ex director del IVAM de Valencia. Los promotores han querido que la exposición comience en Sigüenza, en deferencia al origen del pintor, pero ya están entablando contactos para poder montar la muestra en Madrid.