Entrevistas

2 enero 2008

DANIEL SÁNCHEZ, CURA DE SIGÜENZA

«Soy cura para hacer el bien a los demás, sobre todo a los jóvenes»

El Ayuntamiento de Sigüenza nombra “Hijo Adoptivo” a Daniel Sánchez, que lleva más de treinta años ejerciendo de sacerdote Sánchez asegura que los jóvenes “se implican” en la Iglesia y destaca el trabajo de todos sus colaboradores
Lleva más de treinta años dedicado al sacerdocio y continúa con la misma ilusión de los comienzos. Daniel Sánchez Domínguez nació en Setiles, en el borde de Guadalajara con Teruel, y acumula más de tres décadas dedicadas al sacerdocio. Está volcado con los jóvenes a través de la fundación “Abriendo Camino”. “Aquí me conocen como el cura”, confiesa. en la década de los sesenta inauguró el Seminario Menor de Guadalajara, en el Colegio Diocesano. Luego le enviaron a Sigüenza. Primero en la catedral y más tarde en la iglesia de Santa María. En compensación a su esfuerzo y buen trato, el Ayuntamiento de Sigüenza ha decidido nombrarle “Hijo Adoptivo”.
Nueva Alcarria, 31.12.07
Raúl Conde

Tiene un punto de inquieto en la mirada que delata su nivel de actividad. Sus ganas. Su ímpetu por seguir haciendo cosas. Daniel Sánchez lleva toda la vida dedicada al sacerdocio en Sigüenza. Primero en la catedral y luego en la iglesia de Santa María la Mayor. Es un hombre querido, admirado y respetado. Entra en una cafetería con el periodista y saluda a casi todo el que pasa. En la calle y dentro del bar. Pide un café, bromea con el camarero y explica, con suma sencillez, las bondades de su acción pastoral. “No puedo destacar nada en concreto, de lo que me siento más satisfecho es de todo lo que he hecho en conjunto”, explica.

Abandonó su pueblo, Setiles, famoso por sus minas de Sierra Menera, para ordenarse sacerdote en 1960. Estuvo en Guadalajara nueve años estudiando. Inauguró el Seminario Menor del Colegio Diocesano, en Guadalajara capital. Desde principios de los setenta permanece en Sigüenza. Comenzó en la parroquia San Pedro, cantaba en la catedral y organizó las primeras Pascuas juveniles de España con los maristas. También fue pionero en 1973 en la formación de los jóvenes de entre dieciséis y dieciocho años. “les dábamos clase todas las tardes, desde las seis hasta las nueve”, recuerda don Daniel con precisión. “Fueron los primeros certificados oficiales de estudios que hicieron, hacíamos festivales de canción, fue una cosa muy bonita, hacíamos conferencias que venían profesores de la universidad de Barcelona, de Madrid”.

Don Daniel procede de una familia humilde. “Mi padre era herrero, y luego yo vine a estudiar aquí a Sigüenza, me ordené sacerdote, y mis padres se vinieron a vivir aquí con un hermano mío, éramos nueve, también sacerdote”, cuenta. Se trata de un hombre volcado en las tareas que le ha encomendado el obispado. “Un hombre religioso no elige el lugar de residencia, así que los diferentes destinos conforman la vida de cada cual, comenzaron a mandarme a diversos sitios”. Cuando regresó a Sigüenza, estuvo trece años de coadjutor en la parroquia de San Pedro y fue cantor en la catedral. Más tarde, en el año 1982, el entonces obispo de la diócesis seguntina, Jesús Pla, le envió a la parroquia de Santa María”. El hecho de haber podido ejercer de cura en Sigüenza, que es una ciudad obispal, también ha sido un acicate. “Ha sido todo un honor para mí, por supuesto”, sentencia. A pesar de todo lo vivido, no olvida sus orígenes. Recuerda el momento en qué decidió hacerse cura: “era jovencillo, tenía once años nada más. Me ilusionaba poder hacer bien a la gente”. Confiesa estar muy satisfecho con el balance de todos estos lustros y añade: “doy gracias a Dios porque este trabajo me hace muy feliz. Sobre todo, la atención para todos, el cuidar de los niños y de los enfermos”. Y subraya el papel de éstos últimos: “me gusta mucho da la comunión a los enfermos todos los jueves y domingos. Me hace muy feliz. Hemos tenido bastante gente con esclerosis múltiple, he llegado a hacer muchos estudios psiquiátricos para conocer a la gente”.

Objetivo pedagógico

Sánchez es el impulsor de la Fundación “Abriendo Camino”. Lleva más de tres décadas volcado con las actividades de la diócesis seguntina. Su misión se ha centrado en los jóvenes. Y se ha vaciado en la tarea. Ha sido un trabajo duro, pero satisfactorio a tenor de sus vivencias. “Cuando empezamos con Abriendo Camino era el momento en que yo sentía la necesidad de dar cultura y promocionar a la gente. Esa cultura se daría precisamente por ver la oferta de objetivos especiales, sobre todo campamentos y también cursillos en el pantano de Entrepeñas”. En 2007 se han cumplido treinta años desde que inició la andadura de la Fundación Abriendo Camino. Con ella, el padre Sánchez ha recorrido todos los campamentos del país y han pasado más de 14.000 muchachos. “Cada año está dedicado a un objetivo especial, lo preparo cuidadosamente y luego se lo doy a los que he nombrado directores. Ellos lo estudian y tenemos tres reuniones. Se estudia entre los más de sesenta monitores que van. En noviembre tenemos una reunión, luego en febrero y finalmente en abril nos juntamos otra vez para estudiar el sistema pedagógico a utilizar”, detalla.

Quizá por su cercanía con los jóvenes, adquiere más valor su opinión acerca de la actitud que adoptan hoy día la juventud con la Iglesia: “no es verdad que no se impliquen, yo lo que he visto es que la gente colabora y los jóvenes también. Se implican y luego hay grupos que trabajan en la parroquia y otros que se dedican a la educación de los niños”. Abriendo Camino tiene dos campamentos. Uno en julio para niños y niñas de siete a diez años y otro a mediados de agosto para chicos y chicas de diez a quince años. “Se organiza bien”, admite don Daniel. “Van muchos monitores que les dedican atención exclusiva y además se organizan muchas actividades”. Y matiza: “eso que se dice que la gente cada vez colabora menos con la Iglesia no es verdad, sí es cierto que hay veces que notas que los jóvenes se van separando un poco pero vamos, en colaboración conmigo y con los campamentos, de maravilla”. Se siente orgulloso de su trabajo en la parroquia. Con todos: “con los jóvenes, con los monitores, con los niños, con los enfermos, con todos, y también el trabajo con ese grupo de chicos que tenían cultura y que no eran admitidos en Sigüenza”. También destaca “el haber comenzado las Pascuas Juveniles”. Y sobre todo, el cariño expresado por la gente de Sigüenza y sus colaboradores más directos.

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“El honor es para los que han colaborado conmigo”

Ahora, tres décadas después de llegar a Sigüenza, el Ayuntamiento de la Ciudad del Doncel ha tenido la oportunidad y el acierto de nombrar “Hijo Adoptivo” de Sigüenza a Daniel Sánchez. Desde el consistorio señalan que “a Don Daniel le gusta el tratar directo, la comunicación con la gente, la amistad, hablar con todos, la confianza. Para él es una riqueza inmensa el saludo y el trato de la gente, cautiva mucho estar con los demás. Pisa terreno firme, a pie de calle. Pocas personas alcanzan en Sigüenza el perfil de popularidad conseguido por Don Daniel Sánchez Domínguez, sacerdote de oficio y vocación, brillante tenor por afición, natural de Setiles, provincia de Guadalajara, donde estaban las minas de Sierra Menera, que surtían al puerto de Sagunto, cerca de Molina, y lindando con Aragón, con la provincia de Teruel”. Tal como confiesa, “para mí nombrarme hijo adoptivo es un honor, pero para mí el honor son todos aquellos que han colaborado conmigo”. Recalca, sobre todas las cosas, el trabajo y el tesón de todas las personas que le han respaldado en sus quehaceres. Y deja bien claro que, sin esa colaboración, su tarea hubiera sido casi baldía. “Mi gloria son los que han colaborado conmigo, los que me han ayudado, y luego en la parroquia todos los seminaristas que venían de catequistas y colaboraban mucho”. Han sido, como señala el propio don Daniel, “treinta intensos años dedicados al pueblo de Sigüenza”.