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11 septiembre 2008

RAQUEL GAMO

Los efectos de una tormenta de verano

lagarlopa.com, 10.09.08
Raquel Gamo Pascual

Son las 8,45 horas de una mañana soleada en Madrid. Miles de conductores, madrileños y de otras procedencias, van de camino a sus empresas para trabajar como cualquier miércoles. Hasta ahí parece una situación cotidiana. Sin embargo, es un día especial. Y lo es, porque anoche cayó una gran granizada en la zona sur de Madrid, digna de fotografiar y guardar en la memoria. Y las tormentas de verano no sientan bien a la capital, ni a sus magníficas infraestructuras subterráneas. Las emisores de radio informan al unísono que un tramo de la M-30 Sur está cortado por trabajos de mantenimiento de la vía. ¡Que eufemismo más agradable!. En realidad está cerrado al tráfico porque se ha inundado de nuevo por las lluvias. Los conductores se impacientan, tras media hora de espera para bajar el Paseo de Extremadura. Pitidos, enfados y caos en el ambiente. Nada novedoso en una ciudad cuyo principal problema es el exceso de tráfico. Algo que ningún gobierno municipal ha sabido plantarle cara. Un problema que no se soluciona construyendo túneles, vías, carriles y carreteras. Eso no hace más que animar a coger el cochecito cada día. ¿Cómo es posible que una ciudad que aspira a albergar los Juegos Olímpicos 2016 sea tan desordenada y contaminante?.

Miren a Londres. Como solución al maremagnun circulatorio, el ayuntamiento estableció el peaje urbano en 2003. De esta forma, todos los vehículos que necesiten moverse por el cogollo de la ciudad entre las siete de la mañana y las seis de la tarde deben pagar una tasa diaria de ocho libras. El impago del impuesto conlleva una multa de 50 libras. La otra alternativa pasa por fomentar el uso del transporte público y la bicicleta. En Madrid disponemos de una excelente red de autobuses, incluso de madrugada y fines de semana y de metro. ¿Por qué no nos dejamos de lemas como metro de Madrid vuela y concienciamos un poco a la población de los beneficios de su servicio?. Sobre todo que no contamina la de por sí dañada atmósfera madrileña. Sin duda, el gran intelectual que eligieron los votantes como alcalde, el señor Ruiz Gallardón, debería poner sus ojos sobre Barcelona. Una ciudad europea, cosmopolita y que cuida el medio ambiente. Las comparaciones son odiosas. Y si se establecen entre Madrid y Barcelona, creánme que cobran un matiz de demagogia más elevado. Y si no (volviendo al tema) analicen el proyecto de remodelación de la avenida Diagonal que contempla la unión de dos medios: el trambaix y el trambessós en la gran arteria. Unas obras que muchos tratarán de asemejar a la reforma de la M-30 por su duración y coste eonómico. Pero hay notables diferencias. La finalidad de esta obra es reducir el tráfico rodado a dos carriles por sentido e impulsar el transporte en tranvía o en bicicleta con sus carriles bici en los laterales. El resultado, una vía más ecológica y habitable.

Es una cuestión de educación cívica (para que luego se rechace Educación para la ciudadanía) y mentalidad. Mientras en la mayoría de las ciudades Europeas como Amsterdam, Londres, Bruselas o las ciudades nórdicas la gente va en bici o en transporte público a su trabajo, en Madrid, los ciclistas se juegan la vida por falta de vías especiales. En definitiva, no se puede consentir que cada vez que las tormentas de verano caigan sobre Madrid, el ciudadano tenga que sufrir atascos interminables por falta de alternativas para cumplir con sus quehaceres. Esto si que es estrés posvacacional … Son las diez menos cuarto de la mañana. La jornada comienza casi una hora más tarde por culpa de una tormenta de verano.