La Garlopa Diaria

5 marzo 2009

El desafío

nixon-frost

El guión de la película El desafío – Frost contra Nixon es la historia de dos mediocres con una capacidad asombrosa para explotar sus virtudes. La sinopsi recrea la histórica entrevista que el periodista inglés David Frost le hizo a Richard Nixon, en el verano de 1977, tres años después de abandonar éste la Casa Blanca. Frost era un presentador de espectáculos televisivos con programas de éxito y escasa reputación en la información política. Nixon era un cadáver político sepultado bajo los escombros del escándalo que ejemplifica el paradigma de la corrupción política: el Watergate.  El equipo de Nixon consideraba que una entrevista ante un periodista que no era un buen entrevistador resucitaría al personaje. Pero fue un error. La entrevista se dividió en tres sesiones de 90 minutos. Los temas: política nacional, política exterior y el Watergate. Frost se mostró como un pésimo entrevistador, salvo en la última sesión. Profundizó en el escándalo de las escuchas en la sede del Partido Demócrata, rastreó apoyado en su equipo en la personalidad de Nixon y consiguió esquivar sus divagaciones. Fue a la yugular. Acorraló al ex presidente republicano. No le dejó hablar, apenas respirar. Le contradijo. Le dejó en evidencia. Le bombardeó con preguntas y le arrojó datos hasta ese momento inéditos. Nixon quedó noqueado. Primero mostró su estatura de encantador de serpientes, su talla de político astuto y perro viejo, pero acabó derrumbándose y confesando que le había fallado al pueblo americano. El rostro de Nixon en ese instane, tal como subraya uno de los protagonistas de la cinta, era un rostro hinchado, demacrado por la tristeza, el abatimiento, el odio a sí mismo y la desesperación. Sudaba. Y fue su final. Nunca consiguió restaurar su honor. David Frost se hizo millonario y se instaló en el star-system de la farándula televisiva de la Commonwealth.

La película flojea en la narración, pero es muy útil para conocer algunos de los entresijos de la política y el periodismo que nunca se pinchan en televisión. Son impagables los diálogos entre Frost y Nixon antes de entrar en directo. Sus conversaciones, la forma en que pactaron la entrevista, las presiones de sus respectivos equipos y la tensión del momento. La interpretación de Frank Langella, que da vida al personaje de Nixon, resulta sobresaliente. Capta la esencia del sujeto: sus movimientos, sus gestos, sus palabras, su personalidad mastodóntica y arcaica. Conviene ver la versión original, subtitulada, para comprobar toda la extensión de su trabajo [en Renoir Plaza España, c/. Martín de los Heros].

La entrevista entre Frost y Nixon ha pasado a la historia como un ejemplo de cómo el periodismo sirve para poner a cada uno en su sitio. Un investigador del equipo del periodista británico lo dice en la película: lo que no consiguió un juzgado, lo que no consiguieron los periodistas políticos, lo que no consiguió una Corte Penal, lo que no consiguió una comisión en el Congreso, lo ha conseguido la televisión. El primer plano de Nixon devino en apogeo del hundimiento de un político. En cambio, el planteamiento de desafío entre ambos protagonistas, de reto, de duelo, es aceptado tanto por el ex presidente como por el periodista. Eso pone al periodismo al pie de los caballos. En el desenlace del filme, Langella (Nixon) afirma: «Ha sido usted un digno oponente». Y el personaje de Frost asiente con la cabeza. ¿Digno oponente? ¿Un periodista? ¿Pregunta Frost o inquiere Frost? ¿Buscaba información o buscaba una confesión emocional?

Actualmente, David Frost sigue viviendo y su fiesta anual es una cita ineludible para la beautiful people de la televisión anglosajona.

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