OPINIÓN

VENDER LA MIEL

"Conviene atender las reclamaciones del sector apícola, profesionalizarlo, profundizar en el concepto de calidad y conseguir, desde un punto de vista comercial, un nivel de explotación acorde con la relevancia histórica de la miel para la tierra de Guadalajara"
Henares al día (Marzo, 2009), 05.03.09
Raúl Conde

Es el alimento más representativo de Guadalajara. El icono de la provincia. El referente del sector agrario. El símbolo de una provincia en la que no abundan los símbolos. La marca que identifica a Guadalajara, la que le da nombre y solera por todo el mundo. La miel es el producto estrella de nuestra tierra, pero no es el más cuidado ni el mejor atendido. Cuando Cela escribió aquello tan manido de que “la Alcarria es un hermoso país al que la gente no le da la gana de ir”, entre otras cosas, estaba mandando un mensaje nítido: hay que aumentar la autoestima y valorarnos más, y entonces el resto nos valorará mucho más. Sin caer en el narcisismo, pero la falta de una querencia por determinadas cosas que hacen de Guadalajara una tierra singular ha sido, al menos hasta ahora, uno de sus peores lastres. La cosa ha empezado a cambiar en algunos terrenos. Por ejemplo, en los pueblos, donde ya se exhibe con orgullo todo el potencial turístico y cultural que atesoran. En cambio, esta tendencia no se ha extrapolado a la miel. Pepe Loeches, que es un tipo estupendo y un compositor de música laureado, con varios premios Grammy a sus espaldas, cultiva en Albalate de Zorita su tremenda afición mielera. Ya ha llegado a los dos centenares de colmenas. Y no sólo elabora miel. Cree en ella y la comercializa con éxito. Vende tarros de primera calidad en una caja en forma de abeja que se ha convertido en un regalo perfecto para “vender” los encantos de la provincia. Da gusto escucharle hablar de su pasión por la miel. En un almuerzo reciente en Madrid le escuché cosas cargadas de sentido. Subrayo dos. Una: que Guadalajara debería valorar más el factor de la miel, tomárselo en serio, redoblar su apoyo. Y dos, que hay que saber vender bien el producto. Ahora que llega una nueva edición de la Feria Apícola de Pastrana, emblema del sector en Castilla-La Mancha, es una excelente ocasión para reivindicar, más allá del negocio que genera, el valor cultural y social de la producción de miel. Pero tampoco hay que descuidar el negocio. Al contrario: conviene atender las reclamaciones del sector, profesionalizarlo, profundizar en el concepto de calidad y conseguir, desde un punto de vista comercial, un nivel de explotación acorde con la relevancia histórica de la miel para esta tierra. Hay que creer en la miel como una actividad productiva, y no sólo como un recurso para los folletos turísticos. Ya en sus tiempos, Benjamin Franklin llegó a decir: “Nada existe más dulce que la miel. Excepto el dinero”. En este caso, además, se trata de un dinero que resulta básico para fomentar uno de los mayores encantos de Guadalajara.

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