Galicia
Dos lecturas parecidas, y muy inteligentes, sobre las consecuencias de las recientes elecciones gallegas aparecen hoy en dos periódicos con líneas opuestas y antagónicas. Por un lado, la columna de Lucía Méndez en El Mundo, yendo a la yugular. Por otro, la columna de Manuel Rivas en El País, menos autocrítica, pero también cargada de sentido y de fondo. Se leen rápido y contienen mucho mensaje en pocas líneas. Copio aquí sólo un párrafo de cada una:
Méndez: «Núñez Feijóo es un político sólido que no necesitaba hacer demagogia para ganar las elecciones. Y lo del Audi de Touriño ha sido demagogia de primera. Ojalá el futuro presidente de la Xunta no tenga que arrepentirse de lo que ha hecho. Puede que su anuncio de vender el Audi y comprarse un Citröen le persiga para mal en su brillante carrera política».
Rivas: «No se habló de la naturaleza real de la crisis, ni de la verdadera corrupción, ni siquiera del futuro. Esos fueron los «encuadres» principales: un coche oficial y un yate privado. Y un berlusconiano mensaje sonoro de fondo: «¡Maricón!». La política neo-con está periclitada en el mundo, pero no sus técnicas de difamación y «propaganda gris». El fantasma de Karl Rove, el consultor de Bush que hundió a McCain en 2004 con el cuento de un hijo ilegítimo, ha pasado por Galicia. Con éxito. Me temo que ha venido para establecerse en España».
Las palabras de Méndez y de Rivas confirman que, en estos tiempos, es más sano leer artículos de opinión que editoriales. Pienso.