Artículos

12 junio 2009

GÉNEROS DE OPINIÓN

Retirada española de las tropas en Kosovo. Un análisis de El País y El Mundo

21.04.09
Raúl Conde

Introducción

La retirada de las tropas del Ejército español desplegadas en Kosovo ha sido uno de los asuntos que han centrado la agenda política durante la última semana de marzo y la primera de abril del presente año. En síntesis, y a modo de introducción, el relato de los hechos es el siguiente:

La noticia la dio a conocer el viernes 20 de marzo la ministra de Defensa, Carme Chacón, durante una visita sorpresa a las tropas enviadas por el Gobierno español en la misión que la OTAN comanda en este territorio de la extinta Yugoslavia. España, tras permanecer diez años en la misión de la organización atlántica en Kosovo, había decidido retirar de forma escalonada sus 630 militares desplazados.
La independencia de la ex provincia serbia ha sido reconocida por más de 50 países, pero España, que no está en este grupo. La retirada que anunció Chacón en primera instancia debía producirse de forma gradual para consumarse antes del verano. “La misión está cumplida. Es hora de volver a casa”, afirmó la ministra Chacón en declaraciones recogidas por la agencia EFE. Sin embargo, indicó que España seguirá comprometida íntimamente con la paz y la seguridad en los Balcanes. Fuentes de Defensa señalaron que la ministra informó de esta decisión a los portavoces parlamentarios de las comisiones de Defensa del Congreso y Senado y solicitó comparecer ante ambas Cámaras para informar sobre dicha decisión. Durante su intervención ante un centenar de militares, Chacón recordó que en estos diez años de presencia en Kosovo, las tropas han hecho un «magnífico» trabajo. En este sentido subrayó que por tierras kosovares han pasado mas de 22.000 militares, que han realizado más de 52.000 patrullas, desactivado gran cantidad de explosivos y repartido más de un millón de toneladas de ayuda humanitaria entre la población.
El domingo 22 de marzo, varios periódicos se hacen eco de la posición del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que desconocía la decisión adoptada entre Chacón y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Entretanto, la polémica seguía creciendo, mientras se hizo pública, mediante filtraciones, la decepción de Estados Unidos y del secretario general de la OTAN por la retirada española en Kosovo.
El día 23, Chacón volvió a ratificarse: en una rueda de prensa en la base naval de Rota (Cádiz), tras despedir a los barcos que se incorporan a la operación “Atalanta” de la Unión Europea, subrayó que las tropas españolas no van a participar en una operación en tierras kosovares. En el Senado, la ministra tuvo que recibir duras críticas por parte de la bancada de la oposición. Dos días después, el 25 de marzo, el presidente del Gobierno acudió al Congreso de los Diputados y acaba sometido a un duro varapalo. La oposición en pleno, desde el Partido Popular hasta Esquerra Republicana, tildó al Ejecutivo de “lamentable” y de “chapucero”. Zapatero no admitió errores y calificó de “disparate” las críticas.
El jueves 26, la ministra de Defensa se entrevistó con el entonces secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, en Bruselas. El objetivo: explicar los motivos de la decisión adoptada por el Gobierno de España y evitar recelos en el seno de la organización atlántica. Chacón no aceptó preguntas de los periodistas a la salida de la reunión y se limitó a decir que había transcurrido de forma “cordial”.
El sábado 28 de marzo, el asunto ya había desaparecido de las portadas de los principales periódicos. Quedaban resquicios, eso sí, en algunos comentarios de opinión y análisis de fondo en los cuadernillos de fin de semana y en los días posteriores, puesto que la noticia fue tomada como un ariete de la oposición y de una parte de la prensa (El Mundo, ABC y La Razón, sobre todo) para fustigar al Gobierno.
El anuncio de Carme Chacón, las formas de gestionar este asunto y el fondo de la decisión destapó las quejas de los mandos de la OTAN, soliviantó a algunos de los países aliados y puso en guardia a la oposición en España, que acusó al Gobierno de imprevisión y de realizar una gestión chapucera. La polémica comenzó a crecer desde el fin de semana del 21 y 22 de marzo. Los medios de comunicación alimentaron esta tormenta de declaraciones con editoriales y encendidas columnas de opinión. La mayoría, no demasiado proclives, por no decir absolutamente críticas, con la gestión de Chacón. Incluidos algunos de los periódicos que suelen coincidir en la orientación del Gobierno, como El País, que en su editorial del 26 de marzo tildó de “error” las consecuencias de la decisión unilateral adoptada por Moncloa.

Objeto de análisis y fuentes
Para abordar el seguimiento de la cobertura de la retirada de las tropas españolas en Kosovo hemos elegido los dos periódicos más importantes y con mayor difusión de los que se editan en Madrid: El País y El Mundo. La elección no es casual: son dos diarios de información general, de ámbito nacional y de reconocida trayectoria, con capacidad de influjo en amplias capas de la sociedad, fruto de sus tiradas y de su prestigio.
El centro del análisis estriba, por un lado, en los editoriales que publicaron estas cabeceras sobre el asunto en cuestión. Y, por otro, en las columnas de opinión, en los columnistas que se han ocupado del tema en mayor o menor medida y con ángulos diferentes.
En todo caso, al margen de la refriega política y centrándonos en el tratamiento periodístico del asunto, hay muchas aristas que tratamos de analizar en estas páginas: las diferentes líneas editoriales de los cinco periódicos elegidos; la variedad y la orientación de las columnas de opinión de estas cabeceras; y la coherencia de sus posiciones con la línea editorial de los medios para los que escriben.
Cada uno de los cinco periódicos recibe su análisis particular, en función de sus editoriales y de la posición de sus columnistas. En el apartado de conclusiones se cruza el análisis comparativo entre las cinco cabeceras y se señalan las principales ideas extraídas tras la finalización de este trabajo.

Seguimiento de El País

Viernes, 20 de marzo

El jueves 19 de marzo del presente se hace pública la decisión adoptada por el Gobierno de retirar las tropas desplegadas en la misión de la OTAN en Kosovo. Lo anunció la ministra de Defensa, Carme Chacón. Por tanto, al día siguiente, el tema ya ocupaba la portada de toda la prensa de información general en España.

El País abría su edición del día 20 con el siguiente titular, a cuatro columnas: “La retirada de las tropas españolas de Kosovo irrita a la OTAN”. La información venía firmada por Miguel González, el experto de este periódico en temas militares y de Defensa. “La organización –reza el subtítulo- advierte que no se dan las condiciones para el repliegue”.

El asunto ocupa una doble página en la sección de “Nacional”, donde El País ofrece amplia información de la decisión adoptada por Moncloa y de las repercusiones en el seno de la Alianza Atlántica.

En la sección de “Opinión”, el periódico no ofrece ningún editorial sobre el tema. Tampoco ningún columnista trata el asunto.

Sábado, 21 de marzo

El País vuelve a dedicar a Kosovo el asunto central de su portada con un titular a cuatro columnas: “La retirada de Kosovo provoca el primer desencuentro con Obama”. Subtítulos: “Profunda decepción en Washington por la decisión de Zapatero” y “Bernardino León rebaja la tensión ante el consejero de Seguridad”.

El periódico dedica dos páginas a las reacciones producidas tras el anuncio hecho por el Gobierno español y, por primera vez, le dedica un editorial en páginas de “Opinión”.

El editorial se titula “Salir de Kosovo” y critica sin ambages las formas en que el Ejecutivo presidido por Zapatero ha maniobrado para formalizar la retirada militar española. Además, considera que esta decisión “deteriora la imagen de España como aliado fiable”. Este es el texto íntegro del editorial:

“No es fácil encontrar una explicación al repliegue de las tropas españolas en Kosovo anunciado por la ministra de Defensa, Carme Chacón. Si se alega que la decisión es coherente con la posición mantenida en relación con la independencia de la antigua provincia serbia –que, en efecto, lo es-, no se entiende que el Gobierno haya tardado un año en adoptarla, por más que ahora se trate de justificar ese plazo como gesto de buena voluntad hacia los aliados. Y si se sostiene que la propia OTAN está considerando la posibilidad de reducir sus fuerzas –algo todavía dudoso, tal como ha indicado un portavoz estadounidense en su airada reacción a la decisión del Gobierno español-, resulta incomprensible que no se haya aprovechado esa circunstancia para actuar dentro de los procedimientos previstos por la propia organización.
El papel al que debe aspirar nuestro país en el mundo no se corresponde con la forma de actuar que ha seguido la ministra de Defensa, Carme Chacón, y que ahonda la visión de España como socio imprevisible o que sólo atiende a los estímulos de la política interior. La revisión de los compromisos internacionales es siempre es siempre un asunto difícil de gestionar, y de ahí la importancia de respetar escrupulosamente los procedimientos. Mucho más cuando se trata de los de una organización que, como la Alianza Atlántica, es un club al que se accede de forma voluntaria. Chacón parece no haberlo tomado en cuenta, limitándose a comunicar la noticia al secretario general a través de una llamada telefónica y a hacerla pública en una arenga a las fuerzas sobre el terreno. Tampoco en el ámbito interno ha cumplido la ministra con un mínimo deber de información previa al Parlamento, al que está obligado el Gobierno para enviar tropas al exterior, pero que de igual manera debería servir para los supuestos de repliegue.
La posición de España sobre la independencia de Kosovo es minoritaria en el seno de la Unión Europea. Éste sería un argumento adicional para actuar con un rigor diplomático que se ha vuelto a echar en falta y que, en último extremo, sólo consiste en hacer que coincidan el discurso y las acciones. No tiene sentido que el Gobierno reitere con cualquier pretexto el compromiso de España con la legalidad y las instituciones internacionales si, al mismo tiempo, adopta unilateralmente estas iniciativas, por más que también lo hayan hecho antes otros países.
El momento para anunciarlo no ha podido ser más inoportuno. Desairar a la OTAN cuando Francia ha vuelto a su mando integrado no parece la mejor credencial para la reunión que se celebrará en las ciudades fronterizas de Estrasburgo y Kehl, a fin de oficializar solemnemente la decisión de Sarkozy. Ni es tampoco una buena presentación política a quince días del primer viaje de Obama a Europa y de su primer encuentro con Zapatero, puesto que su cambio de rumbo en política exterior exige socios fiables, como la propia Administración norteamericana ha hecho notar en una reacción suficientemente severa”.

Al margen del editorial, ningún comentarista habitual de El País ni columnista esboza el asunto en sus habituales espacios.

Domingo, 22 de marzo

Ya con el asunto de Kosovo en plena ebullición política, tanto interior como exterior, el periódico vuelve a “mandar” en su portada con este titular a cuatro columnas: “España ofrece a EE UU alargar hasta un año la salida de Kosovo”. El tema se analiza en una doble página en la sección de “España”, sin editorializar.

En cambio, sí aparece publicado un artículo de opinión de Miguel González, especialista en temas de Defensa de El País. No es una columna de opinión. Es un análisis extenso. En su comentario, titulado “Una decisión prematura con un año de retraso”, el periodista ratifica la línea editorial expresada por el periódico del Grupo Prisa el día anterior y explica los antecedentes y las causas de la decisión adoptada por el Gobierno español en el seno de la misión de la OTAN en la antigua provincia serbia.

Este es el texto íntegro del análisis de Miguel González:

“El pasado día 5, el Reino Unido anunció que antes de septiembre reducirá su contingente en Kosovo hasta dejarlo en puramente testimonial. Y justificó su decisión por la mejora de la estabilidad de la zona, un argumento muy parecido al empleado por Zapatero para explicar la retirada española. Sin embargo, nadie criticó al Reino Unido como ahora a España.
Así se lo recordó la ministra de Defensa, Carme Chacón, cuando el jueves por la noche habló por segunda vez en 48 horas con el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, para pedirle explicaciones por sus duras declaraciones.
La diferencia es que quedan pocos soldados británicos en la fuerza de la OTAN para Kosovo (Kfor), sólo 167, y el Reino Unido no tiene discrepancias con la deriva que está tomando la operación, pues ha reconocido al nuevo Estado. De Hoop Scheffer explicó a Chacón que su temor es que el repliegue español provoque una desbandada ante los países que aportan tropas. Especialmente, entre quienes, como España, rechazan la independencia de Kosovo: Grecia (638 efectivos), Rumania (148) y Eslovaquia (140). Pero también entre los que sólo pretenden ahorrar costes en tiempo de crisis.
La marcha de los 620 soldados españoles no es drama para la Kfor, que tiene 15.000 efectivos, casi los mismos que la misión más numerosa de la ONU (Congo, con 17.000). Con la diferencia de que Kosovo tiene un tamaño equivalente al de Asturias y la superficie de Congo es cinco veces España. Por eso, está en estudio reducir progresivamente sus efectivos a la mitad.
Lo lógico era haber esperado a esa reducción, o a la activación de la tercera fase del plan de operaciones, en el que la Kfor quedará reducida a una fuerza disuasoria, pero en contra de esta opción ha pesado el continuo retraso en los calendarios.
Hace casi un año que España propuso poner el broche final a la operación en Bosnia-Herzegovina, dirigida por la UE, pero los socios no han sido capaces de ponerse de acuerdo. Como consecuencia, algunos países (como Finlandia) se han largado de una misión de la que España es la principal contribuyente.”España ha tomado una decisión que no es compartida por todos”, dijo el viernes el Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Javier Solana, “pero no es el único [país] que lo ha hecho de esa manera”.
Para el Gobierno español, la decisión no es prematura, sino tardía, pues debió producirse cuando Pristina proclamó su secesión de Serbia, el 17 de febrero de 2008, y se ha retrasado un año por solidaridad con los aliados. Lo cierto es que la negativa española a reconocer a Kosovo, que al principio era de carácter táctico –Moratinos repetía entonces que España no sería de los primeros países en reconocer al nuevo Estado, pero no descartaba hacerlo a medio plazo-, se convirtió en una cuestión de principios, como proclamó Zapatero durante la reciente visita a Madrid del presidente serbio. El punto de inflexión fue la guerra de Georgia y el reconocimiento por Rusia de Abjazia y Osetia del Sur, que reafirmó su convicción en la inviolabilidad de todas las fronteras.
Cuando la OTAN decidió asumir nuevas misiones –como la construcción de un cuerpo paramilitar en Kosovo o la puesta en marcha de un embrión del ministerio de defensa-, España no las vetó, pero decidió mantenerse al margen por considerar que contribuían a consolidar el nuevo Estado. Lo mismo sucedió con la misión Eulex de jueces y policías de la UE.
El problema es que, a medida que el proceso avanzaba y las estructuras del Estado kosovar se consolidaban, la situación se hacía insostenible. “Los mandos militares dicen que cada vez es más difícil separar las misiones que pueden hacer de las que tienen vetadas por el Gobierno”, reconoce un alto cargo de Defensa. “Si se produjera una baja, incluso por accidente, sería muy difícil justificar qué hacen allí los soldados españoles”, agrega”.

Al margen de este comentario, El País no incluye en esta edición ningún otro artículo de opinión sobre Kosovo, ni siquiera en su cuadernillo de “Domingo” en las páginas centrales.

Lunes, 23 de marzo

El asunto de Kosovo sigue ocupando grandes titulares. El que “manda” en la edición del 23 de marzo en El País dice que “Moratinos se oponía a la salida de Kosovo y “no fue consultado”. El periódico subraya en el subtítulo que el ministro de Asuntos Exteriores conoció la noticia una vez tomada por Carme Chacón y Rodríguez Zapatero. Nuevamente, El País dedica dos páginas de información en la sección de “España” a analizar el tema, tanto en lo que refiere a la reacción de Moratinos como en las expresiones filtradas que señalan la posición de desaire e irritación por parte de los mandos de la OTAN.

El periódico incluye un par de artículos de opinión de algunos de sus colaboradores habituales. Concretamente, de José Ignacio Torreblanca y José María Ridao, que analizan desde un prisma similar la decisión adoptada por Moncloa. Ambos critican las formas del Ejecutivo español y señalan el poco peso de nuestra diplomacia.

En la sección de Internacional, el analista José Ignacio Torreblanca titula su comentario: “Aplastados bajo la lógica”. Establece una ligazón entre la retirada de las tropas en Irak con la de ahora en Kosovo. Y escribe: “Kosovo no es Irak, pero dos retiradas son muchas como para ser una coincidencia”. Considera que la decisión es “lógica y coherente”, tal como proclamó Zapatero, pero critica que se haya tomado justo después de la visita del presidente serbio a Madrid y en vísperas del primer viaje de Obama a Europa como presidente de EE UU. Por tanto, Torreblanca critica el escaso “cálculo” de la decisión tomada por Zapatero. Y concluye:

“Más allá de los dudosos beneficios, es innegable que los costes serán elevados. Kosovo no es Irak, pero dos retiradas son muchas como para ser una coincidencia. Lógicamente, algunos se preguntarán qué problema tiene España. Si Irak era Administración Bush cien por cien, Kosovo es un claro producto de la Administración de Bill Clinton, incluida una guerra con Serbia en la que (por cierto) España participó a pesar de carecer de una resolución de la ONU que la refrendara. Un aliado no es alguien que constantemente imparte lecciones de principios. Por eso, Grecia, Rumania y Eslovaquia, que tampoco reconocen Kosovo, mantienen sus tropas allí. Desde luego, si el plan era seducir a Obama, presidente de un país nacido de una bellísima declaración (unilateral) de independencia, ZP va a tener que trabajar mucho más de lo inicialmente previsto”.

Por su parte, el diplomático José María Ridao titula su artículo de opinión de forma muy nítida: “Diplomacia sin oficio”. Califica de “intempestiva” la retirada de las tropas españolas y añade que el intento de rectificación “no ha servido para apagar un fuego, sino parta causar un incendio en otro frente”. En el fondo subyace el escaso peso y seriedad de la diplomacia española, al anunciar primero la retirada en Kosovo e, inmediatamente después, comunicar a Washington la permanencia de estas mismas tropas un año más en Kosovo y el aumento del contingente en Afganistán. “Este vaivén de posiciones –escribe Ridao- sobre un asunto de tanta trascendencia como es la presencia de tropas españolas en el exterior revela que ni se sabe quién dirige la diplomacia española ni es posible identificar desde hace años nada parecido a una estrategia”.
Esta es la transcripción de la columna de Ridao:
“Cuando el Gobierno anunció por boca de la ministra de Defensa la intempestiva retirada de las tropas españolas destacadas en Kosovo, hubo motivos para la preocupación. Pero cuando, apenas unas horas después, el Gobierno comunicó a Estados Unidos que las tropas permanecerán en Kosovo durante un año y que, además, España aumentará su contingente en Afganistán, los motivos de preocupación se convirtieron en alarma. Porque este vaivén de posiciones sobre un asunto de tanta trascendencia como es la presencia de tropas españolas en el exterior revela que ni se sabe quién dirige la diplomacia española ni es posible identificar desde hace años nada parecido a una estrategia.
La manera de anunciar la retirada fue un error porque, como se ha podido comprobar en las declaraciones del secretario general de la OTAN y de los principales aliados, el Gobierno español ahondaba sin motivo en el principal reproche que se le ha dirigido desde la salida unilateral de Irak, y es que ha dejado de ser un socio fiable. Pero la manera de rectificar ha sido, por su parte, una súbita revelación de que, en el fondo, la diplomacia por la que ha optado el Gobierno no es ni buena ni mala, sino que, sencillamente, ignora su oficio. Nada más perjudicial para la proyección exterior de una potencia media con intereses regionales de primer orden, según se definía a España en los manuales, que el hecho de que el secretario de Defensa norteamericano haya tenido que optar entre las dos posiciones manifestadas por el Ejecutivo de Madrid en relación con la presencia en Kosovo, prefiriendo quedarse con la primera y no con la rectificación. Porque, con esta opción, con la necesidad de llevar a cabo esta opción, el secretario de Defensa Gates está dando a entender, no ya que el Gobierno español ha dejado de ser un socio fiable, sino algo todavía peor, y es que no sabe lo que quiere.
La rectificación, por otra parte, no ha tenido como resultado apagar un fuego, sino provocar un incendio en otro frente. La misión en la que España participa en Kosovo está encomendada a la OTAN, no a Estados Unidos. Resulta, entonces, fuera de toda lógica que, mientras que el anuncio de la retirada se comunica un día al secretario general de la Alianza, la rectificación se dirija al Gobierno de Washington al día siguiente. El resto de los aliados, por no hablar de los principales socios europeos, tienen razones adicionales para desconfiar del papel que pueda desempeñar España en el futuro, incapaz de atenerse a los procedimientos y a los usos de los organismos e instituciones de los que forma parte. Porque esta especial deferencia hacia Estados Unidos no puede ser interpretada, fuera de nuestras fronteras, más que como una prueba de la continuidad de la política de reverencia transatlántica, aunque de distinto signo: bajo los Gobiernos del Partido Popular se practicaba con respecto a Bush y bajo el Gobierno socialista se pretende construir en relación con Obama. Y no sólo en el asunto de Kosovo, sino también en el de Afganistán, donde, al igual que en la antigua provincia serbia, las tropas españolas están bajo el paraguas de la Alianza. Hasta donde se sabe, tampoco se le ha comunicado a ésta la disposición a incrementar el contingente español que se estaba negociando bajo cuerda en Washington.
Son numerosas las ocasiones en las que el presidente del Gobierno ha repetido que España no aumentará el número de efectivos en Afganistán. Gracias al vodevil en torno a la retirada de Kosovo, se ha sabido que se trataba de declaraciones de cara a la galería: si Obama lo solicita, no si lo solicita la Alianza, el Gobierno español se aprestará diligentemente a enviar más tropas, intentado convertir en baza bilateral un acuerdo que debe ser multilateral. Sólo que esta disposición, este compromiso dictado una vez más por razones electorales y de imagen, no como resultado de una evaluación rigurosa de lo que le conviene al país, deberá superar un obstáculo inesperado: conseguir la autorización del Congreso de los Diputados ha dejado de ser una cuestión de trámite desde las elecciones en Galicia y el País Vasco. Todo dependerá de que algún grupo de la Cámara dé pruebas de una responsabilidad que el Gobierno no ha demostrado. También de un oficio internacional que se ha ido quedando por el camino, y que hace que la política exterior española no pueda ser juzgada en términos relativos de calidad. Tan sólo, en efecto, en los más elementales de acierto y error”.

Martes, 24 de marzo

Los presuntos casos de corrupción ligados al PP y la crisis financiera tapan en El País de este día el asunto de Kosovo, relegado a un titular en la columna de la derecha: “Chacón atribuye al Gobierno en pleno la decisión de retirar las tropas de Kosovo”. El periódico, a diferencia de El Mundo, evita volver a editorializar sobre el asunto y sólo incluye un artículo de opinión de Miguel Ángel Aguilar en las páginas de “España”. Titula Aguilar: “La vuelta de Kosovo”. Subraya la coherencia de la decisión tomada por el Gobierno español, pero lamenta que se haya “instrumentado de forma que ha degenerado en escándalo con costes para el Gobierno”.

Miguel Ángel Aguilar recuerda la totalidad de las misiones internacionales en las que ha participado España desde que se recuperó la democracia y reafirma el compromiso de las tropas españolas con la paz, no con la guerra. “Si ahora los de Kosovo vuelven a casa –escribe-, lo hacen con la satisfacción del deber cumplido, habiendo convertido aquella tierra en un lugar mejor por el hecho de haber estado allí”. Aguilar considera que el Gobierno ha hecho “lo debido”, pero “sin maneras”, y que por tanto “el Gobierno va a pagar el precio del descrédito”. Este es su artículo completo:
“Estábamos obligados por la coherencia a retirar nuestro contingente militar de Kosovo y la decisión, que en principio contaba con el respaldo de las fuerzas políticas con representación parlamentaria y de la opinión pública, se ha instrumentado de forma que ha degenerado en escándalo con costes para el Gobierno. Como tantas veces, se ha sumado aquí el retraso de un año con la precipitación final y era difícil lograrlo. Sabemos que en términos militares la retirada es la operación más difícil, pero también que requiere un proceder diplomático impecable cuando la misión y el despliegue están integrados bajo una determinada alianza, en este caso la OTAN.
Las fuerzas españolas tienen ya una larga tradición, iniciada en 1989, de participar en misiones internacionales con un historial prestigioso. Reconozcamos enseguida que en todas partes donde han estado, en Centroamérica, Haití, Guatemala, El Salvador, Etiopía y Eritrea, Sudán, Somalia, Ruanda, Burundi, Angola, República Democrática del Congo, Namibia, Mozambique, República Centroafricana, Chad, Chechenia, Georgia, Turquía, Líbano, Nagorno Karabaj, Irak, Afganistán, Kirguizistán y Océano Índico Occidental, Indonesia, la antigua Yugoslavia, el Mar Adriático, Bosnia, el Danubio, Croacia, Moldavia, Lituania, Macedonia, Albania y Kosovo han sabido ganarse con su comportamiento el respaldo de las poblaciones en cuya ayuda acudieron. Los nuestros no han ido a conquistar sino a liberar poniendo en juego sus propias vidas. Agradezcámosles que nunca nos hayan acarreado vergüenza ni a nuestros uniformes ni a nuestra nación. Si ahora los de Kosovo vuelven a casa, lo hacen con la satisfacción del deber cumplido, habiendo convertido aquella tierra en un lugar mejor por el hecho de haber estado ahí.
En todo caso, desplegar nuestras unidades en todos esos países, mantenerlas abastecidas, fijar las reglas de enfrentamiento, relevarlas en los plazos debidos y atender al cumplimiento de los objetivos fijados, son tareas que entrañan graves dificultades, que han sido ejecutadas de manera ejemplar, en condiciones muchas veces adversas. Nuestras Fuerzas Armadas han sabido superarlas y los mandos de otros ejércitos aliados han ponderado ese buen hacer con admiración. Entre tanto, las misiones internacionales han ido quedando bajo la autoridad del Parlamento. Así, por Ley Orgánica 5/2005, de 17 de noviembre, se estableció que para ordenar operaciones en el exterior el Gobierno debe consultar previamente y recabar autorización del Congreso de los Diputados. La norma señaló, además, que esas operaciones sólo se llevarán a cabo por petición expresa del Gobierno del Estado en cuyo territorio se desarrollen o estén autorizadas en Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o acordadas, en su caso, por organizaciones internacionales de las que España forme parte, en particular la Unión Europea o la Alianza Atlántica, en el marco de sus respectivas competencias. Antes, en junio de 2005, el Consejo de Ministros fijó un límite máximo de 2.600 efectivos para esas misiones. Un año después, lo amplió a 3.000 y a partir de enero de 2009 el número a desplegar quedó sólo en función de la capacidad de nuestras Fuerzas Armadas, cifrada ahora en 7.700.
De regreso a la misión de Kosovo, queda claro que la Resolución 1.244 del Consejo de Seguridad dejó de ampararnos desde la proclamación unilateral de independencia de ese territorio hace más de un año, sin respeto alguno a la legalidad internacional, que el Gobierno español se negó a reconocer, en línea con el proceder de la inmensa mayoría de los países miembros de Naciones Unidas. Cuestión distinta son los modos de retirarnos, porque a los soldados más que primicias informativas hay que darles órdenes y resulta penoso emular la gesticulación de Bush, simuladora de camaradería con quienes están sujetos a obediencia. Cuánto mejor dirigirse a ellos en formación, sin confundirse de atuendo. Además, como allí no estamos solos, deberíamos haber advertido a nuestros aliados de la OTAN con claridad de propósitos y plazos. En cuanto a la prensa española, ya se sabe su obsesión por reclamar siempre mayor sumisión a Washington, sin consideración alguna a los intereses nacionales. Así que por hacer lo debido, sin maneras, el Gobierno va a pagar el precio del descrédito. Continuará”.

Jueves, 26 de marzo

El diario El País recuperó el tema de Kosovo para su portada este día. El titular principal, a cuatro columnas era: “Zapatero sufre un severo castigo en el Congreso por el fiasco de Kosovo”. Atención al sintagma: “fiasco de Kosovo”, que en sí mismo ya contiene una carga valorativa. Los subtítulos también iban en la misma línea: “La oposición en pleno tilda al Ejecutivo de lamentable y chapucero” y “El presidente no admite errores y califica de disparate las críticas”.

En realidad, El País sólo dedica una página de información al asunto, firmada por su cronista parlamentario Fernando Garea. Pero lo que más relevante este día es la llamada en portada del editorial del día, titulado “Kosovo por dentro”. Las referencias en portada a los editoriales sólo se reservan para las noticias más importantes, en ocasiones excepcionales. El hecho en sí de insertar un anuncio del editorial en la primera página ya da una idea de la importancia que el periódico quiere otorgar al asunto en cuestión.

El editorial constituye un disparo en toda la línea de flotación del Gobierno de Zapatero y, especialmente, en su ministra de Defensa. Reitera algunas observaciones que ya había señalado en el anterior editorial, como la escasa oportunidad de la fecha elegida para la decisión, y califica de “comedia de enredo” el vaivén de opiniones y declaraciones en torno a la decisión anunciada por Chacón. Resulta especialmente acerada la crítica que el editorialista de El País realiza sobre Zapatero, a quien acusa de “tacticismo” e “improvisación”. También da por hecho que el presidente considera a los ministros “meros ayudantes del jefe del Ejecutivo”, lo cual se traduce en una crítica presidencialista hacia la gestión de Rodríguez Zapatero.

Este es el texto íntegro del editorial:

“Las consecuencias de la decisión unilateral de retirar las tropas españolas de Kosovo pesarán sobre la agenda internacional del Gobierno durante los próximos meses, pues coinciden con la reformulación de la política exterior emprendida por Obama en un momento en que España no debería ver hipotecada su posición en los nuevos equilibrios mundiales. Se trata de una iniciativa mal calibrada, peor gestionada y transformada, por último, en una comedia de enredo por la disparidad de criterios exhibida por el Gobierno en el curso de unas pocas horas.
Este error deja también al descubierto los límites de una forma de gobernar que introduce modos presidencialistas en el sistema parlamentario español, reduciendo el papel de los ministros al de meros ayudantes del jefe del Ejecutivo y sacrificando experiencia y usos democráticos al tacticismo y a la improvisación. La preocupación por la imagen y la proliferación de canales informales, al margen de los institucionales y administrativos, se han convertido en signo distintivo del quehacer de Rodríguez Zapatero.
El riesgo de un grave traspiés era cuestión de tiempo, y la retirada de Kosovo se ha convertido en la ocasión más inoportuna para que salten estos frágiles esquemas que el presidente ha venido confeccionando a su medida. Para ello ha hecho falta la concurrencia de un ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, privado de la dirección de su departamento hasta el punto de no controlar siquiera el nombramiento de los segundos escalones y el de una ministra de Defensa, Carme Chacón, a la que se le encomienda una cartera por razones de proyección política ulterior, y que organiza un anuncio del calado del realizado en Kosovo la semana pasada sin atender a más calendario que el suyo propio.
Unos por otros, y con el presidente del Gobierno en la trastienda, han ofrecido el espectáculo de anunciar un día la retirada de las tropas antes del verano, corregir al día siguiente el plazo y regresar, por último, al punto de partida. Si en esta cadena de rectificaciones y desmentidos alguien se extralimitó o no cumplió con su tarea, cabe exigir como mínimo una explicación política. Sigue siendo difícil de entender por qué se ha decidido la retirada unilateral a tan sólo unos días de una importante reunión de la Alianza Atlántica y del primer viaje de Obama a Europa.
El argumento al que Chacón se ha visto obligada a recurrir en un intento de minimizar los efectos negativos de la decisión, en el sentido de que deseaba comunicar la retirada a los soldados españoles en persona, constituye un preocupante síntoma de irreflexión e inmadurez política que a nadie ha pasado inadvertido. En el calendario internacional que aguarda a nuestro país se encuentra la presidencia de turno de la Unión Europea, que exige una capacidad por encima de cualquier otra: coordinación. Que es exactamente la que ha brillado por su ausencia en el anuncio de retirar las tropas españolas desplegadas en Kosovo.
Sin alianzas estables después de los resultados electorales de Galicia y País Vasco, al presidente le ha estallado Kosovo cuando se disponía a plantearse una crisis de Gobierno. No es la primera vez que este peculiar presidencialismo tropieza con la tozuda realidad. En otros territorios tan delicados como la política exterior ha cosechado Zapatero fracasos parecidos. Con la política autonómica, la inmigración o la economía ha sufrido percances similares, debido a la misma combinación de negacionismo respecto a la realidad y de voluntarismo presidencialista. Sea cual sea el papel que el presidente del Gobierno haya previsto para la ministra de Defensa, la factura de este episodio pesará gravemente sobre su estrategia y sus planes.
El argumento al que Chacón se ha visto obligada a recurrir en un intento de minimizar los efectos negativos de la decisión, en el sentido de que deseaba comunicar la retirada a los soldados españoles en persona, constituye un preocupante síntoma de irreflexión e inmadurez política que a nadie has pasado inadvertido. En el calendario internacional que aguarda a nuestro país se encuentra la presidencia”.

Viernes, 27 de marzo

Tras la entrevista entre la ministra de Defensa y el secretario general de la OTAN, El País opta en la portada por dedicar su foto principal a este encuentro con un pie de foto algo irónico: “Chacón se explica en Bruselas”.

En páginas interiores, El País sólo incluye un artículo de opinión, el de Carlos Mendo, habitual colaborador del periódico. El periodista tilda de “sainete” lo ocurrido, ironiza con un buen guión de una película de Berlanga y arremete contra la que considera falta de seriedad de la política exterior de Zapatero. Este es el texto del artículo:
“¡Qué guión para Berlanga la chapuza nacional protagonizada por el Gobierno a propósito de la retirada de los efectivos españoles de Kosovo! El sainete, con visos de astracanada de Muñoz Seca, hubiera desplazado a La escopeta nacional en el ranking de éxitos del gran realizador español. Desgraciadamente, el sainete deja de ser sainete para convertirse en culebrón cuando se consideran las consecuencias que las formas utilizadas, o, mejor dicho, no utilizadas, para comunicar la decisión a Estados Unidos y a la Alianza Atlántica pueden tener para la consideración de España como socio fiable en el seno de la OTAN y de otras organizaciones internacionales a las que nuestro país pertenece. Nadie niega que las razones de la retirada sean de peso. Pero también lo eran en diciembre, cuando la ministra Carme Chacón prometió el mantenimiento de nuestras fuerzas hasta que Naciones Unidas aprobara una nueva resolución sobre Kosovo. En cuanto a la argumentación sobre la contradicción, cierta, entre la presencia militar española y el no reconocimiento de la independencia de Kosovo, otros países, Grecia, Rumania y Eslovenia, se encuentran en la misma situación que España y mantienen sus fuerzas a la espera de esa nueva resolución de Naciones Unidas que cambie la naturaleza de la misión.
Los miembros de la Alianza no prestan demasiada atención a los problemas de política interna de los socios. Lo que queda en la mente de todos es el resultado final, una nueva retirada española de una misión internacional. Sería interesante saber si el señor Rodríguez Zapatero comunicó su decisión sobre Kosovo al presidente ruso y al primer ministro serbio, recientes visitantes de La Moncloa, cosa que no hizo con su propio Consejo de Ministros. En cuanto a la mención de Irak, no mezclemos churras con merinas. Es cierto que fue una guerra ilegal no avalada por la ONU. Pero, también es cierto que el Consejo de Seguridad bendijo, en su resolución 1.546 de junio de 2004, la presencia de la coalición internacional en el país árabe una vez que el Gobierno interino de Ayad Alaui tomase posesión en Bagdad.
El resumen del resumen es que nuestro Gobierno ha utilizado formas más propias del tercermundismo chavista que de un socio de una alianza occidental democrática. Las formas y los modos son imprescindibles en el trato diplomático. Pero, en este caso, la chapuza tiene todavía mayor calado. ¿Pensaron el señor Rodríguez Zapatero y su ministra de Defensa al tomar su decisión en la reunión que la próxima semana celebrará la Alianza Atlántica en Estrasburgo y Kehl (Alemania) para conmemorar el sexagésimo aniversario de su fundación en Washington, con la asistencia de los presidentes y jefes de Gobierno de los países miembros, incluido, por vez primera, el presidente Obama? Lo que nos lleva a la siguiente cuestión. ¿Qué caramelo ofrecerá el Gobierno español para hacer olvidar «la profunda decepción» de la Administración de Obama, «la irritación» del secretario general de la OTAN y el escepticismo de los socios? Algo habrá que llevar en cartera para desfacer el entuerto. Lo que el flamante presidente estadounidense quiere de sus socios se sabe de sobra desde antes de su toma de posesión. Quiere una mayor contribución de los aliados en efectivos y medios, tanto al esfuerzo bélico como a la reconstrucción de Afganistán. Una vez estabilizado Irak, Obama pretende aplicar en el país del Hindu Kush las mismas tácticas que tan buenos resultados han dado en Irak. No le será difícil. Tiene el mismo secretario de Defensa, Robert Gates, que su predecesor y el mismo jefe de las fuerzas militares en Oriente Próximo, David Petraeus. El primer paso ya lo ha dado con el anuncio del envío de 17.000 nuevas tropas de combate. Queda por definir la nueva concepción estratégica que piensa aplicar Obama, incluida la misión futura que desempeñarán las fuerzas de la OTAN, agrupadas en la ISAF, y las estadounidenses empeñadas en la Operación Libertad Duradera, una dispersión de esfuerzos que sólo genera ineficacia y choques innecesarios entre los dos contingentes. Esa nueva estrategia probablemente será anunciada por el presidente Obama bien en Washington antes del G-20 o en la cumbre de la Alianza la próxima semana.
En todo caso, el Gobierno español deberá decidir, si no lo ha hecho ya, si tiene la intención de acceder a las apremiantes peticiones de Obama a sus aliados europeos o, si por el contrario, piensa mantener, por razones de política interna, su perfil bajo en Afganistán. Algo sólido habrá que ofrecer a Obama en su primera toma de contacto con el jefe del Gobierno español. Si no, «la profunda desilusión» inicial puede convertirse en permanente”.

Seguimiento de El Mundo

Domingo 22 de marzo

El tema de la retirada de las tropas españolas en Kosovo continúa en portada, convertido ya en uno de los temas centrales del rifirrafe político entre el Gobierno y la oposición. El Mundo abre este día su edición con un titular que “manda”, a cuatro columnas: “Chacón desautorizada: la salida de Kosovo se aplaza ‘sine die”. Subtitula: “Ni Moratinos ni el embajador en EE UU, Dezcallar, sabían nada; Sanz Roldán y León se enteraron en las islas Azores”. La fotografía principal de portada también era para este asunto, concretamente, del secretario general de la Presidencia, Bernardino León, de regreso de su viaje a Washington para explicar a EE UU la decisión adoptada por el Gobierno español.

Ya en páginas interiores, El Mundo publica en su principal editorial un comentario cargado de críticas al Gobierno. El editorial se titula: “La incompetencia de Chacón, la frivolidad de Zapatero”. El texto alaba las gestiones de Bernardino León en la capital estadounidense para apaciguar el malestar de la Casa Blanca por la retirada española en Kosovo, le califica de “apagafuegos” y alaba sus declaraciones en las que consideró “un error” las escasas explicaciones de Chacón en todo este tema. Pero el editorial va más allá porque considera que el propio León, además de criticar las formas de la titular de Defensa, también la desautorizó en el fondo, puesto que tomó la decisión de aplazar “sine die” la retirada de las tropas. León es uno de los hombres de máxima confianza de Zapatero y alma mater de la política exterior española en estos momentos.

El editorial carga especialmente las tintas sobre Carme Chacón. Esta es su transcripción íntegra:

“Bernardino León, secretario general de la Presidencia, reconoció ayer que la ministra de Defensa se ha equivocado por no dar las “explicaciones necesarias” antes de anunciar la retirada de nuestros soldados de Kosovo. Pero no se limitó a criticarla por las formas. También la desautorizó en el fondo, al subrayar que la voluntad de España es “prolongar la estancia de las tropas mientras sea necesario”; es decir, que no van a abandonar el territorio antes del final del verano necesariamente, tal como había anunciado la ministra. Sus palabras constatan el malestar en Moncloa por la incompetencia de Chacón en este delicado asunto, que ha generado un encontronazo con la Casa Blanca pocos días antes del primer viaje de Obama como presidente a Europa.
No es baladí que las críticas vengan de León, uno de los hombres de confianza de Zapatero y figura clave en el diseño de la Política exterior, que, en esta ocasión, ha tenido que ejercer de “apagafuegos”. Él y el general Sanz Roldán asistieron el viernes a un encuentro en Washington con el asesor de Seguridad Nacional de Obama, programado hacía semanas para hablar de Afganistán. Ante él pudieron matizar la postura sobre la retirada de las tropas y rebajar la tensión con la Casa Blanca. Así ha paliado Zapatero en parte la metedura de pata de Chacón, quien ha convertido una decisión coherente como la de retirar el Ejército de un país autoproclamado soberano, al que no reconocemos, en un traspié diplomático.
Tan mal se han hecho las cosas, y es tal la descoordinación y la falta de seriedad del Gobierno, que los propios León y Sanz Roldán se enteraron del anuncio del repliegue después de producirse, mientras realizaban en las Azores una parada técnica de camino a su reunión en Washington. Y no fueron los únicos. Tampoco Moratinos o el embajador en la capital de EE UU, Jorge Dezcallar, sabían nada, quedando en evidencia ante el Departamento de Estado.
Esta metedura de pata es acorde con la frivolidad que hubo en el nombramiento de Chacón como titular de Defensa, y en la bisoñez con la que actúa. El tiempo nos está dando la razón a quienes en su día alertamos de que no reunías las condiciones necesarias para el cargo. De hecho, igual que el presidente pretendió al elegirla dar un golpe de efecto, Chacón ha demostrado su permanente obsesión por la imagen y por la política de gestos para la galería. Baste recordar su foto pasando revista embarazada o la polémica por su indumentaria en la Pascua Militar. Y hasta la retirada de Kosovo, el primer asunto de gran envergadura que ha afrontado, ha estado marcada por la pose de “buenismo progre” que tanto le gusta exhibir, rodeándose de los soldados para decirles “¡Volvemos a casa!”, sin hacer antes el anuncio en el Parlamento ni coordinar la estrategia con la OTAN.
Estamos, sin duda, ante un caso manifiesto de incompetencia de Carme Chacón, quien, para colmo, ha optado por el mutismo desde el jueves. Pero también es éste un ejemplo más de irresponsabilidad de Zapatero, ya que, en último término, él es quien le dio vía libre para que anunciara la retirada sin que ni siquiera lo supieran en Exteriores o la propia vicepresidenta. Lo malo es que cuesta muy poco cometer errores con tanta frivolidad y, sin embargo, luego hacen falta enormes esfuerzos para recuperar la credibilidad internacional perdida”.

El periódico El Mundo dedica tres páginas en la sección “España” a este asunto y algunos de sus columnistas se ocupan del asunto. Uno de sus analistas habituales en Internacional, Felipe Sahagún, publica un comentario que titula: “Suspenso en comunicación”. La base de su diatriba son las formas, a su juicio, “erróneas”, con las que de nuevo el Gobierno de Zapatero ha comunicado una decisión a sus aliados, en referencia a la salida española en Kosovo y antes en Irak. Alaba el fondo de la decisión adoptada por Moncloa, incluso en contra de la línea editorial de El Mundo, pero censura la manera en que ha tenido a bien proceder la ministra Chacón. Escribe Sahagún: “Por enésima vez, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero recibe un duro varapalo dentro y fuera de España, de amigos y de adversarios, por la forma en que decide y comunica su política exterior y de seguridad. Si tenemos en cuenta todos los factores relacionados con la retirada de Kosovo, el Gobierno se merece notable o sobresaliente en política y suspenso en diplomacia y comunicación. El problema es que, en 2009, la comunicación y la diplomacia –la diplomacia pública- es tan importante o más que la política y el Ejecutivo debería haberlo sabido”. En opinión de Sahagún, las condiciones y características de la misión de la OTAN en Kosovo cambiaron tras la declaración de independencia de esta ex provincia serbia. Por tanto, el anuncio de Chacón “es una decisión previsible, lógica y coherente con la posición diplomática española. Después de 13 meses, calificarla de precipitada es absurdo”.

Otros columnistas y colaboradores del periódico también se ocupan de Kosovo. La periodista Esther Esteban entrevista en páginas de “España” al vicesecretario del PSOE, José Blanco, quien afirma: “La retirada de Kosovo es coherente y bien conocida por nuestros aliados”.

Por otra parte, el académico de la RAE, Luis María Anson, en su sección “Las cartas boca arriba”, considera el asunto un “grave error de procedimiento en Kosovo”. En una carta abierta dirigida a “mi querida ministra” escribe:

“De mi pluma no han salida más que elogios para ti. No era fácil la misión que te encomendó José Luis Rodríguez Zapatero, cuando tuvo la ocurrencia de hacer a una mujer ministra de Defensa. Aseguran las lenguas de quíntuple filo, agazapadas en la boca de lobo monclovita, que estuvo en un tris de nombrar a Pedro Zerolo, pero que finalmente no se atrevió. Acertó contigo el presidente. Desde el primer momento le tomaste el pulso a los Ejércitos y tus viajes y decisiones constituyeron un éxito. Tuviste, entre otros muchos, mi aplauso. Con cierto pesar te digo ahora que te has equivocado con el procedimiento de anunciar la retirada española de Kosovo. Tenemos aliados, pertenecemos a la OTAN y hay que guardar las formas que exige la cortesía internacional. Retirar las tropas tiene lógica, la forma abrupta de hacerlo, no.
He sido corresponsal de guerra en el Congo, en Israel, en Camboya, siete veces en Vietnam. Estoy en contra de la guerra, de todas las guerras. No hay guerras santas ni justas ni necesarias ni inevitables. Todas las guerras son una atrocidad. Pero si nuestros soldados llevan diez años en Kosovo contribuyendo a la paz de aquel territorio, podías haber esperado un par de semanas antes de anunciar la retirada e informar debidamente a nuestros aliados de la decisión zapateresca. Hemos hecho un considerable ridículo internacional. Es difícil que las naciones de relieve se tomen en serio a Zapatero. Le consideran un impresentable, un guiñapo. España ha perdido el papel relevante que alcanzó con Felipe González y que acrecentó José María Aznar. Dicen en la madriguera monclovita que el presidente te prepara como sucesora. Caramba, querida ministra, vaya una manera de lanzarte con el papelón que has hecho ante las grandes potencias del mundo. Las Fuerzas Armadas están consternadas. No lo dicen por disciplina militar pero se ha lesionado su tradición de seriedad y cortesía y, tal vez, su honor. La responsabilidad internacional exige respeto elemental a las normas, a las buenas maneras y a los compromisos”.

En su habitual columna, el periodista David Gistau también carga contra el Gobierno. Califica de “abrupto” el anuncio de la retirada de las tropas españolas y analiza en clave interna la decisión. Considera que actitudes como la de Chacón procuran al PSOE mantener contento a su principal caladero de votos, proclive al pacifismo de etiqueta, en su opinión. Su columna concluye con este párrafo:

“España no dispone ahora de excusas morales con las que rebajar el disgusto de un presidente americano, contra el cual no puede ya vivirse y paliar la reputación de potencia repentista con la que sólo se puede contar en lo que tarde en darle otra ventolera. O en necesitar otra ocurrencia cosmética para consumo interno. No estamos, y ya no se nos espera. Con gran ayuda de su rodillo mediático y del desprestigio social del PP, a Zetapé le funcionan aquí las insensatas improvisaciones con las que va distrayendo al personal y las pequeñas traiciones que le aseguran la supervivencia. Pero esas mismas ocurrencias, en las grandes ligas ni cuelan ni se perdonan. Por ello, Carme Chacón es en España un valor de futuro. Y fuera, el rostro de un gobierno desleal que no merece ni que se le pongan al teléfono”.

Martes 24 de marzo

El asunto que analizamos sigue de plena actualidad y vuelve a ocupar el principal titular y fotografía en la portada de El Mundo. El titular que “manda” reza: “Chacón improvisó con Zapatero el cambio de política en Kosovo”. El subtítulo hace referencia a unas palabras de Trinidad Jiménez, quien dijo “que las críticas están cargadas de machismo” y que no las habría “si se tratara de Bono”. La imagen es para Carme Chacón en una visita del día anterior a la base de Rota (Cádiz), donde despidió a dos buques de la Armada que partieron hacia aguas somalíes para luchar contra la piratería.

La sección de opinión aparece cargada de referencias a Kosovo. La pieza central es un nuevo editorial de El Mundo, esta vez, cargando contra lo que juzga “la increíble autoexculpación de la ministra” (así se titula). El texto del editorial es el siguiente:

“Un año después de ser nombrada ministra, Carmen Chacón compareció ayer por primera vez ante los medios para responder a las críticas que ha sufrido estos días por la forma de anunciar la retirada de los soldados españoles en Kosovo. Ello ya dice mucho sobre la opacidad con la que está gestionando su departamento.
Carmen Chacón no reconoció ni el más mínimo error y se amparó en que la salida de nuestras topas es una decisión “inamovible” de “todo el Gobierno”, que se llevará a cabo de “forma escalonada y coordinada”. Según sus palabras, el Ministerio de Defensa ha procedido “como hacen otros países”. La ministra aseguró que ella en persona había informado al secretario general de la OTAN y a los principales aliados en varias ocasiones de su intención de abandonar Kosovo.
La edulcorada versión de Carmen Chacón choca, en primer lugar, con los hechos. Ni Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores, ni el embajador ante la OTAN, ni el embajador en EE UU estaban informados de la retirada. Se enteraron cuando la ministra se lo comunicó a los soldados. Eso no pasa “en otros países”.
Y si no estaban informados los responsables de la política exterior, difícilmente podían conocer la decisión del Gobierno el secretario general de la OTAN, sus altos mandos militares o los embajadores de los países aliados, que expresaron su unánime indignación en la reunión del pasado viernes en Bruselas por la retirada unilateral de Kosovo. Todo indica que esa decisión la tomaron a solas y sin conocimiento de nadie más la ministra de Defensa y el propio Zapatero en una reunión celebrada en Moncloa el miércoles pasado. Pensaron seguramente que se iban a apuntar un gran tanto político, sin calibrar la reacción de EE UU y la OTAN. Así no se hacen las cosas “en otros países”.
La insistencia de Carmen Chacón en que todo el Gobierno estaba de acuerdo en salir de Kosovo y en que el asunto había sido debatido no es creíble, entre otras razones, porque ella misma se había manifestado en sentido contrario el pasado 10 de diciembre, cuando afirmó que las tropas seguirían en Kosovo hasta que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara una nueva resolución. Esa nueva resolución carece todavía de fecha, aunque todos los países con trapas en Kosovo están de acuerdo en que hay que cambiar el mandato de 1999 y reducir el número de soldados.
El propio Moratinos dijo el pasado 6 de marzo: “No es el momento de retirar las tropas de Kosovo”. Esta frase concuerda con lo que el ministro ha defendido siempre en público y en privado, que consiste en que la salida de Kosovo tiene que producirse de común acuerdo con la OTAN y los principales aliados.
Que la misión de la OTAN esté realizando tareas que no estaban previstas en la resolución de la ONU, como la formación de policías, no es excusa para romper la baraja y marcharse unilateralmente. Habría bastado con negarse a realizar esas funciones.
En este contexto, sólo cabe calificar de ridículas las declaraciones de ayer de Trinidad Jiménez, que afirmó que Carmen Chacón está siendo víctima de ataques “cargados de machismo”. A juzgar por sus palabras, no se puede criticar la política de defensa porque su titular es una mujer. Cuando las ministras Bibiana Aído y Magdalena Álvarez cometieron graves meteduras de pata, también se refugiaron en idéntica excusa para no reconocer sus errores, de la misma forma que en el PP no faltaron quienes tacharon de “machismo” el mero hecho de preguntar a Ana Mato por el Jaguar de su entonces marido. Y es que se ha convertido en habitual invocar este latiguillo cuando no se tienen argumentos”.

Dos viñetas en la sección de “Opinión” completan el editorial. Gallego y Rey pintan tres carteles de la OTAN con la secuencia: OTAN-OTAZ-OTAZ. El ministro Moratinos aparece sudando y exclamando: “¡Hemos perdido el norte!”

Por su parte, el chiste de Ricardo dibuja una conversación entre Zapatero y Chacón con un diálogo en el que Zapatero le pide a Chacón que le consiga un traje de camuflaje. La ministra le pregunta si se debe a una visita a las tropas. Zapatero responde: “No, es para pasar desapercibido en la reunión del G-20”.

Ya en la sección de “España”, el analista Casimiro García-Abadillo también escudriña el asunto desde una óptica crítica, acorde con la línea editorial del periódico. Hay que recordar que García-Abadillo es vicedirector de El Mundo. En un artículo titulado “Profesionalidad” tilda de “improvisación, falta de credibilidad y descoordinación” la gestión realizada por Chacón de este asunto. Y subraya:

“El gusto por la imagen ha revelado, por tanto, una evidente falta de profesionalidad.
Que la decisión, adoptada en una reunión en Moncloa el pasado miércoles entre el presidente y la ministra de Defensa, fue improvisada lo ponen de manifiesto las afirmaciones de Chacón en el Congreso el pasado mes de diciembre, en las que vinculaba la retirada de tropas a una resolución de la ONU. Y, más aún, la declaración de Moratinos del pasado 5 de marzo, tras una reunión de responsables de Exteriores de la OTAN, descartándola ahora de manera rotunda.
Que fue una improvisación lo acredita la ignorancia del embajador en Washington, Jorge Dezcallar; del embajador ante la OTAN, Carlos Miranda, e incluso del mismísimo Bernardino León, casualmente de viaje en la capital de EE UU.
Pero, fundamentalmente, lo que la hace obvia ha sido la airada reacción del secretario general de la OTAN y del Departamento de Estado de EE UU.
Las explicaciones dadas ayer por Chacón, en su primera rueda de prensa desde que accedió al cargo, son tan vagas como insostenibles”.

Otra columnista de El Mundo, Lucía Méndez, se explaya con el asunto. La periodista recuerda la secuencia de hechos que han desatado la caja de los truenos de la crítica, pero aporta una novedad. Apunta el hecho de que mucha gente “le tenía ganas a la ministra de Defensa”. Sus detractores, según esta tesis, habrían aprovechado el desaguisado de Kosovo para cargar contra Chacón, una ministra hasta la fecha inmaculada de críticas salvo casos aislados. Escribe Méndez:

“Aunque tiene mucha menos experiencia política e infinitamente menos poder que el ex vicepresidente, a Carme Chacón le pasa lo que le dijo Roca en el Congreso a Alfonso Guerra en el Pleno sobre su hermano: “A usted hay mucha gente que le tenía ganas”. El momento y el motivo que esperaban los que le tenían ganas a la ministra de Defensa ha llegado inopinadamente, aunque, en contra de lo que parece, no desde Kosovo, sino desde la propia Moncloa”.

En la columna de la última, Raúl del Pozo no trata a fondo el asunto. Sólo de soslayo deja caer: “Somos una eterna contradicción. Nuestros socialistas siguen contra la OTAN, un engendro socialdemócrata”.

Miércoles, 25 de marzo

El titular principal de la edición ya no es Kosovo, pero sigue en portada y con una foto que merece un análisis detenido. El titular de Primera es: “Zapatero se escuda en Irak para eludir las críticas sobre Kosovo”. La foto ilustra a Chacón en el Pleno del Senado dando explicaciones, casi en tono de imploración, con los brazos abiertos, y detrás Zapatero, sentado, en actitud relajada y con una media sonrisa. La elección de la foto no es casual: ilustra la posición editorial del periódico, que culpa a Chacón de la decisión adoptada con las tropas en Kosovo, pero que hace responsable último al presidente del Gobierno. De ahí que muestre a Chacón en primer plano y a Zapatero, casi borroso pero visible, justo detrás. El detalle no es baladí.

En la sección de “Opinión”, ninguno de los editoriales de El Mundo se ocupa del asunto de Kosovo. Pero sí alguno de los columnistas. Por ejemplo, Arcadi Espada titula su comentario: “Orgullosamente poco fiables”. Espada no sólo critica la gestión formal de la retirada de las tropas españolas. También critica el fondo. No comparte la decisión adoptada por Moncloa y apoyada por el PP. Considera que España debería haberse unido al grupo de países que sí reconoce la independencia de Kosovo y apuesta por desligar este asunto de los conflictos nacionalistas que sobreviven en el País Vasco y Cataluña. Este es un extracto de la columna del periodista catalán:

“Buena parte de la derecha finge rasgarse la camisa y habla de ridículo y cosas semejantes; pero sólo es porque pretende aprovecharse políticamente de la circunstancia: en el fondo el gesto de Chacón les halaga y basta observar atentamente las comisuras de sus palabras. Cuando el Gobierno no reconoció Kosovo ellos leyeron que no había reconocido al País Vasco y Cataluña: ¡hasta tal punto que han interiorizado la treta de los nacionalistas que creen que se trata de situaciones comparables! Y, ahora, cuando la ministra dice con su firmeza deletreada que se trata de una decisión firme, se deshacen por dentro, puramente”.

Ningún otro comentario de opinión aparece en esta edición de El Mundo.

Jueves, 26 de marzo

Kosovo y la salida de las tropas españolas es un tema que ya ha desaparecido de la portada de El Mundo. Ni una sola referencia. Ningún comentario editorial. Tampoco ninguno de los sueltos de “Opinión”. Los columnistas tampoco se ocupan del asunto, salvo Raúl del Pozo, Victoria Prego y David Gistau, éstos dos últimos de refilón.

En la sección de “España”, en la página 8, debajo de la información que cuenta la entrevista mantenida en Bruselas entre Chacón y Javier Solana, Alto Representante de la Política Exterior de la Unión Europea, la columna de Victoria Prego se titula “El rigodón de San Jerónimo”. Simplemente, se limita a señalar que, a pesar de la crisis económica y los datos del paro, los corrillos en el Congreso de los Diputados seguían hablando de Chacón y de Kosovo. Y ya está. La periodista no realiza ninguna valoración del asunto.

En su análisis de la sesión de control al Gobierno en el Congreso, habitual de los miércoles, David Gistau titula: “Más se perdió en Kosovo”, en alusión a la famosa frase sobre la guerra de Cuba. Califica el episodio de Kosovo de “lamentable pérdida de del peso específico de España” y considera una paradoja que algunos portavoces nacionalistas de la oposición, “de pronto están preocupados por la dignidad nacional”. Se refiere, por ejemplo, al portavoz de Esquerra Republicana, Joan Ridao, que criticó la salida de Kosovo.

En su columna de la última, Raúl del Pozo hace ironía sobre el asunto y critica con flema la actitud del Gobierno. Escribe:

“Lo de Kosovo puede ocurrir aquí cuando menos esperemos. ¿Qué haría ZP? No se iba a poner el casco con teléfono para preguntar si era el enemigo, como hacía Gila. Así que mejor no utilizar la sátira y la mofa en los asuntos de la defensa ni insubordinarse con la OTAN, ese pelotón de marines que un día podría salvar nuestra hundida civilización. (…) Lisístrata, que significa “la que disuelve los ejércitos”, es Carme Chacón, que se ha retirado de Kosovo siguiendo la irónica máxima de MacArthur: no nos estamos retirando, sólo estamos avanzando en otra dirección”.

Viernes, 27 de marzo

Una semana después de saltar la noticia, el asunto de Kosovo vuelve a la portada de El Mundo con una llamada en el siguiente titular: “La OTAN dice tras la visita de Chacón que no hay fechas para salir de Kosovo”. La crónica aparece firmada por María Ramírez desde Bruselas y relata el encuentro el día anterior de Chacón con el entonces secretario general de la OTAN, Japp de Hoop Scheffer, en la sede de la Alianza Atlántica.

En uno de los editoriales pequeños, en la tercera página, El Mundo subraya que “Chacón debe aclarar los plazos de la retirada”. En el antetítulo, el editorialista matiza que España sigue “sin fecha para salir de Kosovo ante la OTAN”.

Este es el texto completo del suelto editorial de El Mundo de este día:

“De la entrevista que ayer mantuvieron la titular de Defensa y el secretario general de la OTAN se desprende que no existe garantía alguna de que los militares españoles desplegados en Kosovo puedan regresar a España “antes de que acabe el verano”, tal como se comprometió Carme Chacón en el Senado. La ministra no notificó a los aliados una fecha tope de permanencia de nuestras tropas, ni se hizo referencia a plazo alguno en el comunicado posterior a la reunión. Más aún, acordó con la OTAN que el repliegue se hará de forma “coordinada, gradual y escalonada” y fió a la reunión de ministros de Defensa de la Alianza de junio el momento en que “se compartirá” la situación del repliegue. Chacón debe aclarar pues si lo que hace tres días se presentó como una “decisión inamovible de todo el Gobierno” ahora está sujeto a los plazos y requerimientos de nuestros compromisos internacionales”.

En la sección “España”, completando la noticia de la entrevista entre la titular de Defensa y el secretario general de la OTAN, el periodista Justino Sinova firma una columna titulada “Falto de ideas”. Atiza duramente a Rodríguez Zapatero por considerar que se encuentra instalado en el inmovilismo y la carencia de iniciativas políticas. Y que lo que hace, viene a decir Sinova, lo hace mal. Y pone como ejemplo “tres perlas retóricas de Zapatero (‘decretazo’, Irak y Perejil) para enmascarar las pifias de su gestión”.

Conclusiones

Del seguimiento de la cobertura de los diarios El País y El Mundo sobre la retirada de las tropas de Kosovo se desprende un análisis que contradice, si quiera de forma somera, la polarización de la prensa española. Las líneas editoriales de El País y El Mundo suelen no ser coincidentes. Más allá de acuerdos puntuales, difieren en los grandes asuntos de actualidad y defienden posturas ideológicas antagónicas. Sin embargo, en el caso de la salida de las tropas en Kosovo, coinciden en mayor grado que lo habitual. Tal como plasmaron en sus editoriales, coinciden en la crítica a la gestión de Zapatero y Chacón de la retirada de las tropas, en las formas, en el procedimiento y en lo que consideran un error de cálculo político. En lo que no coinciden es en el fondo: El País considera que sólo han fallado las formas, aunque le concede importancia a estos errores, pero El Mundo habla también de contradicciones en el fondo.

La línea editorial de ambos periódicos queda plasmada en sus editoriales. Pero el número de éstos en El País y El Mundo también da una idea de la consideración de ambos asuntos. Durante la primera semana desde que estalla la noticia, mientras El Mundo le concede hasta cuatro textos editoriales, El País sólo dos editoriales. En los columnistas también hay diferencias. Los articulistas de El Mundo sacan más punta, desde un punto de vista irónico y sarcástico, al asunto. Los columnistas de El País optan por el análisis argumental, con un estilo diferente. El fondo es el mismo porque la mayoría también se decanta por criticar las formas en que el Gobierno español ha ejecutado la decisión adoptada.

También en el despliegue informativo queda clara cual es la orientación de los dos periódicos. Cuantitativamente, el diario que dirige Pedro J. Ramírez ha hecho un despliegue mayor que el de Javier Moreno, concediéndole más espacio, más páginas y más alarde en la presentación de las informaciones. Los titulares, acorde con su estilo, también son más agresivos en El Mundo que en el diario de Prisa [recortes y portadas en el último apartado de este trabajo, en Anexo].

En todo caso, el análisis de ambas cabeceras permite establecer una serie de conclusiones que ponen en evidencia su respectivo tratamiento informativo y editorial:

1º) Línea editorial crítica con el Gobierno:

Tanto El País como El Mundo coinciden en criticar abiertamente las formas de ejecutar y gestionar la salida de las tropas españolas de Irak. Es cierto que el periódico dirigido por Pedro J. Ramírez se muestra mucho más crítico, en el fondo y en la forma, con el procedimiento y la oportunidad elegida por el Gobierno para llevar a cabo una decisión, en principio, apoyada por un amplio abanico del arco parlamentario. Pero El País no se queda atrás en sus apreciaciones, que no escatiman ninguna clase de críticas a la torpeza de Chacón, la falta de definición de la diplomacia española y los daños que pueda causar a la agenda internacional del Gobierno. Particularmente, por el trasfondo político que contiene, es especialmente destacable la diatriba lanzada por El País en el editorial del 26 de marzo al presidente Zapatero, al que acusa de tratar a los ministros como “simples ayudantes”. Es sabido que el Grupo Prisa está manteniendo, por cuestiones que exceden la línea editorial, una postura muy crítica con Zapatero. No con todos los ministros, pero sí con el presidente. Y el episodio de Kosovo refuerza esta teoría porque El País es, si cabe, más crítico aún que El Mundo con el presidente del Gobierno. De todos modos, como ya hemos señalado, sorprende que, pese a mantener posiciones editoriales antagónicas en tantos asuntos, en el episodio de Kosovo no existen demasiadas diferencias entre el tratamiento informativo y editorial de El País y el de El Mundo. Esto no quiere decir que mantengan posturas idénticas, pero sí similares en la medida en que coinciden en la crítica hacia la ministra Chacón y, especialmente, el presidente Zapatero.

2º) El Mundo, más crítico que El País:

Aunque ambas cabeceras coinciden en señalas las “chapuceras” formas de ejecutar la retirada de Kosovo, ciertamente, El Mundo va más allá y engloba en su crítica no sólo los defectos de procedimiento (las formas), sino que llega a cuestionar la conveniencia del fondo de la decisión adoptada. En su editorial del 24 de marzo, el diario El Mundo consideró errónea la actitud de Chacón, calificó de “edulcorada” su visión de los hechos y acusó al Gobierno de no informar a sus aliados en la OTAN. Su crítica se extiende también al calado de la decisión adoptada por Moncloa: El Mundo considera que, aunque los objetivos de la misión de la OTAN habían variado, no hacía falta marcharse de allí “dando un portazo”, sino que hubiera bastado con negarse a realizar las nuevas funciones. Y pone como ejemplo la formación de policías. En cambio, El País basa toda su crítica en las formas, pero omite el fondo. El periódico de Prisa considera acertado marcharse de Kosovo al ser un Estado no reconocido por España. La frase que resume la postura de El País podría ser la siguiente: “Se trata de una iniciativa mal calibrada, peor gestionada y transformada, por último, en una comedia de enredo por la disparidad de criterios exhibida por el Gobierno en el curso de unas pocas horas” (Editorial publicado el 26 de marzo).

3º) Diferencia cuantitativa en espacios editoriales:

Durante la semana que duró la “explosión” informativa en torno a este asunto, El Mundo publicó hasta cuatro textos editoriales, tres editoriales y un suelto editorializado. El País, durante este mismo tiempo, publicó dos editoriales. La cuantificación de los espacios editoriales no es baladí. Subraya la relevancia que cada periódico otorga al asunto, por un lado, y refuerza su línea argumental. El Mundo concedió mayor espacio porque, de esta manera, reforzaba su propia carga crítica hacia la gestión hecha por el Gobierno y Zapatero de este asunto. Cuando un periódico quiere insistir en un tema, lo suele hacer sin ningún tipo de recato y, por tanto, recurre a su fuerza editorial. La utilización de los editoriales determina la posición de cada medio. En el caso que nos ocupa es evidente, por su tratamiento, que El Mundo tiene especial interés en recalcar la que considera pésima ejecución perpetrada por el Gobierno en la salida de los militares españoles en Kosovo.

4º) Crítica de la actuación de Carme Chacón:

Si hay un actor implicado en la salida de Kosovo de las tropas españolas es, como es lógico, la ministra de Defensa. Carme Chacón recibió amplias críticas en El País y en El Mundo. Ninguno de los dos periódicos absuelve su ejecutoria en este trance. Al contrario. Se convirtió en la diana principal de sus dardos editoriales, en mayor medida incluso que el propio presidente del Gobierno. El Mundo acusó de “opacidad” a Chacón, le reprochó “no reconocer ni un error” y consideró que su “versión edulcorada choca con la realidad de los hechos” (editorial del 24 de marzo”. En la misma línea, El País recordó que el nombramiento de Chacón se produjo “por razones de política ulterior” y la acusó de “organizar un anuncio del realizado en Kosovo sin atender a más calendario que el suyo”. Es decir, los dos periódicos coinciden en señalar la bisoñez demostrada por la ministra Chacón y su falta de mano izquierda para reconocer errores en una gestión tan delicada como la realizada en Kosovo.

5º) La diplomacia española, en el disparadero:

En el fondo de las líneas editoriales mostradas por El País y El Mundo en torno a Kosovo subyace una crítica hacia el conjunto de la diplomacia española. Los dos periódicos consideran que el episodio ha vuelto a situar en el disparadero a la diplomacia española, que no se destaca precisamente por su rumbo fijo y por tener unas directrices nítidas. El País, en su editorial del día 26 de marzo, sostiene que “las consecuencias de la decisión unilateral de retirar las tropas españolas de Kosovo pesarán sobre la agenda internacional del Gobierno durante los próximos meses, pues coinciden con la reformulación de la política exterior emprendida por Obama en un momento en que España no debería ver hipotecada su posición en los nuevos equilibrios mundiales”.

6º) Crítica generalizada entre los columnistas:

Salvo alguna excepción notable, la mayoría de los columnistas de El País y El Mundo que han escrito sobre el episodio de Kosovo se han mostrado críticos con el Gobierno. Unos con más ahínco que otros, unos con más desdén que otros y unos con más argumentos que otros, pero lo cierto es que la mayoría no da su aprobación al Gobierno ni al presidente Zapatero. Sólo Miguel Ángel Aguilar, a través de una refinada capacidad de argumentación, con datos y antecedentes, justifica la actuación del Ejecutivo, o al menos trata de darle coherencia y explicación. El resto es muy crítico con el Gobierno. José María Ridao habla en El País de “diplomacia sin oficio”. José Ignacio Torreblanca, analista de Internacional de El País, lamenta el “escaso cálculo” del Gobierno y Carlos Mendo habla de “sainete”. Por su parte, los columnistas de El Mundo aún sacan más punta al episodio. Raúl del Pozo recuerda que los socialistas “nunca han creído en la OTAN”, David Gistau apunta que la actitud de Chacón es mala para el exterior y buena para el interior, es decir, que ofrece lo que la parroquia socialista desea en España. Felipe Sahagún argumenta que la decisión adoptada por Moncloa es irreprochable en el fondo, aunque lamenta que se haya complicado tanto la vida en las formas. Y Luis María Anson, después de un largo elogio de Chacón, le reprocha su torpeza en el “procedimiento” elegido para sacar las tropas de Kosovo.

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