Artículos en El Decano

6 octubre 2010

SOMOS EL TIEMPO QUE NOS QUEDA

Finca Río Negro

"La calidad de este vino de Cogolludo invita a sus promotores a seguir trabajando y a los demás a seguir alentándoles a que lo hagan. Los pueblos de Guadalajara necesitan este tipo de proyectos osados que crean riqueza, empleo y un sello cualitivo de gran valor para vender la marca de la provincia".
El Decano de Guadalajara, 17.09.2010
Raúl Conde

La primera añada de la bodega Finca Río Negro, de Cogolludo, ha conseguido consolidarse como una de las revelaciones del año. Los viñedos ocupan 25 hectáreas a más de 1.000 metros de altitud, algo insólito en Guadalajara y Castilla-La Mancha, pero no en el resto del país. Algunos vinos de Valladolid están también macerados a esta altura y hace tiempo que se consolidaron como algunas de sus etiquetas de referencia. La altitud media de plantación de viñedos en la Ribera del Duero se sitúa entre los 750 y los 850 metros sobre el nivel del mar. Pero algunas bodegas, como las de Valtravieso, superan esa cota y alcanzan los 915 metros. Más o menos, como Cogolludo.

Finca Río Negro es una sorpresa magnífica y una de las mejores noticias que ha recibido últimamente el mundo de la enología en Guadalajara. Se palpa el esfuerzo de diez años antes de sacar a la luz su primer vino. Se nota la inquietud por innovar y por aportar a la riqueza del terruño y de la vid la innovación de las técnicas. Se presentan bajo el marchamo de «vinos de altura» y la verdad es que se trata de vinos excepcionales que han pasado por el tamiz del enólogo e investigador Juan Mariano Cabellos, en colaboración con el Instituto de Investigación de la Viña y el Vino de la Universidad de León. Lo de río negro proviene del río Aliendre, que atraviesa la villa del Palacio Ducal y que bordea la finca y las pizarras de sus muros bodegueros.

Víctor Fuentes, uno de los miembros de la familia propietaria de este pago, me explicó que han empleado tres varietales: tempranillo (tres clones distintos originarios de Rioja, Ribera del Duero y Toro, que supone el 60% de la superficie plantada); syrah (el 20% más o menos); cabernet sauvignon (12%) y merlot (8%). La mezcla es interesante y muy agradable al paladar. Confieso que fue todo un hallazgo. Tiene un color rojo cereza y un aroma intensísimo. Quizá las características del syrah aconsejan rebajar aún más su porcentaje, pero eso no le resta mérito a un vino cuya personalidad procede, en gran medida, de la altitud en la que se planta. Durante el verano, momento clave para la maduración de las uvas, la altitud sirve de factor amortiguador de las condiciones meteorológicas extremas, lo que provoca la disminución de 1º C cada 180 metros en altura. Consecuencia: el viñedo se beneficia de unos veranos más templados, a la vez que la uva madura con más tiempo y un equilibrio mayor.

El resultado es un gran vino joven, a 10 euros la botella, que necesita una buena distribución para consolidarse. La publicidad ya la tiene porque su nombre está corriendo como la pólvora entre los entendidos y la prensa del sector. Nunca Guadalajara había tenido un hueco tan decidido en un sector en alza, pero a la vez exigente como es el de los vinos. «Puede ser un vino de 90 puntos y más», opina el colega Juan Fernández-Cuesta, de ABC. Significa que vale mucho, que está bien hecho, que es un trabajo serio. Un trabajo, además, que se completa con las variedades de blanco que posee la finca, dividida al 50% entre verdejo (que está cosechando unos resultados excelentes en Rueda) y Gewürztraminer, una uva alsaciana absolutamente espectacular que ya ha dado muchas alegrías en denominaciones como la de Somontano (Viñas del Vero) o el Penedès (Vi de Gel). Se trata de una uva afrutada que deja un sabor muy intenso, sedoso, envolvente. Y que casa con las temperaturas del clima continental y montañoso de Cogolludo, a pesar del riesgo de que las heladas tardías arruinen el año.

La crítica especializada sostiene que Finca Río Negro resulta muy expresivo en nariz. A mí me pareció sabroso, potente, aunque va perdiendo fuelle a medida que se cata. Quizá ese es el margen de mejora que aún le queda. De momento, la calidad del producto invita a sus promotores a seguir trabajando y a los demás a seguir alentándoles a que lo hagan. Los pueblos de Guadalajara necesitan este tipo de proyectos osados que crean riqueza, empleo y un sello cualitivo de gran valor para vender la marca de la provincia. Un éxito rotundo.

Dejar un comentario