GUADALAJARA

La falta de lluvias, efecto del cambio climático en el Hayedo de Tejera Negra

El descenso de las precipitaciones en las praderas húmedas del parque y su entorno podría deteriorar este espacio natural
La llegada del otoño y la excusión de los políticos de Guadalajara el pasado lunes, convertida ya en un clásico de estas fechas, ha vuelto a poner de relevancia el Parque Natural del Hayedo de Tejera Negra, ubicado en el término municipal de Cantalojas. Esta semana han surgido dos novedades en torno a este espacio. Primero la pretensión de la presidenta de la Diputación, Mª Antonia Pérez León, de intentar fomentar las visitas durante el resto del año, y no sólo en octubre y noviembre. La segunda es la advertencia que hizo el delegado de Medio Ambiente sobre la sensibilidad de una tierra húmeda como la que circunda el hayedo hacia los efectos del cambio climático.
Nueva Alcarria, 29.10.07
Raúl Conde

El hayedo de Tejera Negra forma parte del extremo oriental del Sistema Central, en el macizo de Ayllón, y consta de 1.391 hectáreas de superficie que dan cobijo no sólo a ejemplares de hayas, sino a una cubierta vegetal de amplios pinares, rebollares, alternados con abedules, tejos, gayuba, brezos, jaras y piornos. El hayedo comparte protagonismo con la reserva nacional de caza en la que asienta, la de Sonsaz, mucho menos conocida, y comprende los valles del río Lillas y del Zarzas, afluentes ambos del Sorbe, que nace en el pueblo vecino de Galve. Se trata de un espacio natural extraordinario en el norte de la provincia que en los próximos años, si no cambia la tendencia del clima, podría verse dañado.

Durante la visita oficial del pasado lunes, el delegado de Medio Ambiente, Sergio David González, advirtió sobre la necesidad de precipitaciones en la zona del Hayedo. El año pasado llovió mucho más. Este año, ni en verano ni ahora en otoño, apenas han caído cuatro gotas. Los expertos consideran que, a estas alturas, el área debía estar embarrada, y sin embargo está seca. La disminución del régimen de lluvias es una consecuencia directa del cambio climático. ¿Qué es el cambio climático? El tema levanta polvaredas y, si no, que se lo digan a Rajoy esta misma semana. A grandes rasgos, se llama cambio climático a la variación global del clima de la Tierra. Tales cambios se producen a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros climáticos: temperatura, precipitaciones, nubosidad, etcétera. Son debidos a causas naturales y, en los últimos siglos, también a la acción del hombre. La ONU lo define así: “Por ‘cambio climático’ se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables” (Convención Marco, Artículo 1, párrafo 2).

Paisaje norteño

El hayedo de Tejera Negra, según los expertos, parece que hunde sus raíces en los períodos fríos y húmedos del Cuaternario en la península Ibérica. El alto nivel de lluvias anuales, por encima de los 1.000 mm. de precipitaciones, también favorece la aparición de esta especie, al igual que la topografía. Sin embargo, la tendencia es a la baja y las lluvias escasean. Esta coyuntura podría dañar seriamente la conservación del parque, aunque tampoco hay que encender las alarmas. Al menos por ahora. Sergio David González explicó que la climatología del Hayedo “es propia de Asturias y se encuentra justo en el límite de la zona húmeda de la península, por lo que el cambio climático le afecta mucho más”. Las praderas húmedas del entorno, entre Galve de Sorbe y Cantalojas, conforman un paisaje más parecido al norte de España. Los movimientos conservacionistas también se han preocupado por las consecuencias del cambio climático en espacios que gozan de protección. Según un nuevo informe de WWF/Adena (1), los cambios del clima alteran los límites de distribución naturales de las especies, forzándolas a emigrar o colonizar nuevas áreas en respuesta a las nuevas condiciones: “en todo el mundo estos rápidos cambios están dando como resultado la pérdida de especies raras o amenazadas. En el caso español, este problema puede verse reflejado en el Parque Nacional de Sierra Nevada, donde el pino albar se ve en peligro a causa de la procesionaria, ya que el aumento de las temperaturas ha permitido a este parásito alcanzar su hábitat y su altitud”.

Los defensores de esta tesis sostienen que algunos de los mejores espacios naturales españoles corren serios riesgos en su conservación debido a la suma de varios factores agresivos como el cambio climático y la excesiva explotación de su vertiente turística. Sólo el parque nacional de Ordesa y Monte Perdido (Pirineos), que atesora los únicos glaciales de la península, ha visto reducidas estas lenguas de hielo de 1.700 a apenas 500 hectáreas en el último siglo, según un informe de Adena. Según este trabajo, el clima está alterando los límites de distribución de las especies, forzándolas a emigrar o colonizar nuevas áreas.

Calidad de hábitats

La organización Adena considera que de todo este análisis “se desprende que las instituciones responsables de los parques podrían enfrentarse en el futuro a la ingente labor de tener que cambiar sus espacios protegidos para seguir el ritmo de hábitats y ecosistemas en movimiento”. El cambio climático está causado por la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) para la producción de energía. Esta actividad humana es responsable de más del 80% de la contaminación atmosférica causante del cambio climático. El contenido atmosférico de CO2 es actualmente mayor que en cualquier tiempo pasado desde hace 420.000 años. El sector industrial más contaminante es el de producción de energía eléctrica, que responde por el 37% de todas las emisiones mundiales de CO2. WWF/Adena mantiene contactos con personas e instituciones clave de la producción de energía en todo el mundo (de la industria, la política y las finanzas) para impulsar un revolucionario, pero imprescindible, cambio de fuentes de producción energética, de los combustibles fósiles a las limpias, que incluyen la eólica, solar y biomasa.

Ecologistas en Acción, con motivo de la celebración, el primer fin de semana de octubre del Día Mundial de las Aves a iniciativa de BirdLife International, advirtió que los cambios en la extensión y en la calidad de los hábitats naturales que está provocando el cambio climático, pueden convertirse en factores que determinen las opciones de supervivencia de la avifauna. Las predicciones de los expertos son estremecedoras en cuanto al futuro de una parte de los humedales y consecuentemente, al de su variedad y espectacular avifauna silvestre. De hecho, el propio delegado de Medio Ambiente, Sergio David González, recalcaba el lunes centrándose en el caso del Hayedo de Tejera Negra: “las hayas son típicas de otras zonas más húmedas y ahora se podría decir que estamos al límite de la humedad. Es el hayedo más al sur de la Península Ibérica y constituye uno de los ecosistemas más frágiles de cara al cambio climático. A medida que la temperatura vaya cambiando, por poco que sea, el ecosistema desaparecerá o se deberá acomodar a otro tipo de clima”.

Las subidas de las temperaturas medias, la reducción y mayor irregularidad de las precipitaciones que se prevé en un clima cambiante, particularmente en el área influenciada por el clima mediterráneo apuntan a un incremento de la aridez. Y sin duda alguna, serán las zonas húmedas los hábitats que más seriamente se verán afectados por el cambio climático. Representan con carácter general, los espacios naturales más dinámicos y productivos, con una presencia destacada de avifauna de interés y amenazada. Ecologistas en Acción, considera fundamental adoptar medidas paliativas que reduzcan los efectos del cambio climático sobre la biodiversidad en general y la avifauna en particular: Conectar físicamente los espacios naturales más representativos y replantearse el diseño de las infraestructuras: “también sería importante establecer una red estatal para el estudio de la evolución de las zonas húmedas más sensibles al cambio climático. Diseño y aplicación de planes de gestión y conservación de las zonas húmedas que reduzcan el impacto de otros factores de perturbación, como la sobreexplotación de los acuíferos o episodios de contaminación que afectan a la práctica totalidad de los humedales de especial interés”.

Despiece

Rebollos, brezos y jaras

“Texeda Negra es buen monte de oso et de puerco (jabalí) en todo tiempo». Esta cita del Libro de la Montería de Alfonso X el Sabio sólo es vigente hoy en día en parte, ya que en el bosque al que alude dejó de haber osos hace mucho tiempo, aunque aún siguen viviendo en él bastantes jabalíes. Pese a todo, se trata de uno de los parques más ricos desde el punto de vista ecológico de la región. Existen varios itinerarios, pero el idóneo para andar a pie es el que transcurre por la senda del margen derecho del Lillas, la senda de Carretas (cuya duración ronda las dos horas) que nos traslada enseguida a la zona de acampada, límite septentrional del parque y punto de partida de numerosas excursiones hacia el hayedo y los alrededores. En este tramo es frecuente observar ejemplares de rebollos, brezos y jaras. El valle del Lillas ocupa más superficies que el Zarzas, con profundos barrancos en ambas laderas: los del Paraíso, Chozos y Carretas en la ladera derecha y Valdehorcajo en la izquierda. Este itinerario desemboca en la base del cerro de Mesa Peñota. Otra ruta interesante es la que asciende hasta el collado de la Buitrera y la parte donde están las hayas más viejas. Cabe la posibilidad, llegados a este punto, de descender por la vertiente segoviana de la sierra de Ayllón hasta Riofrío de Riaza, en un camino que al visitante le resulta impresionante, vigoroso, sobretodo por el caudal faunístico de Tejera Negra, que cuenta con algunas parejas de águila real, milanos reales, mochuelos comunes, azores, búhos y lechuzas, amén de los mamíferos, entre los que destacan el corzo y el jabalí. La zona noroeste de la provincia es propicia para el desarrollo del haya (Fagus sylvatica), ya que es una especie que requiere de un clima severo, con temperaturas altas y sistemas fríos.