Manu Leguineche

10 junio 2009

ENRIQUE MENESES

Excelso II: El Jefe de la Tribu

25 aniversario del Premio Cirilo Rodríguez
Blog enriquemeneses.com, 03.06.09
Enrique Meneses

Manu Leguineche, siendo más joven que yo, siguió caminos parecidos. No teníamos las facilidades que nos brindan hoy las nuevas tecnologías. Las noticias no venían a nosotros como sucede ahora. Había que ir a buscarlas en orígen, allí donde se producían. En aquellos tiempos, la falta de medios de comunicación que hoy están al alcance de cualquiera, eran el aguijón que agudizaba el ingenio para saltar obstáculos. Los jóvenes que habíamos crecido con la guerra mundial, la escasez, el racionamiento, las colas , las censuras, el nacional-catolicismo, los visados de salida de España,  solo soñábamos con irnos de casa, corretear por un mundo que presentíamos más allá de los Pirineos. La mayoría de edad estaba en 21 años pero algunos como mi hermano y yo pedimos la emancipación a los 18.  Él acabó en Australia de taxista primero, cortador de caña de azucar, cazador de cocodrilos después, fotoperiodista finalmente. Yo en el ruidoso Cairo durmiendo en una barcaza del Nilo, cruzándome África hasta El Cabo con 200 libras esterlinas en el bolsillo, y en una guerra del Canal de Suez.
Aquellas generaciones salidas de la guerra civil, la mundial y en cualquier caso la penuria, arrancábamos cada cual de un estrato, un lugar cualquiera para romper en el tenis, el golf, el rock, la literatura y, lo que me atañe: el periodismo. Luis Carandell me precedió en la elección de El Cairo. Yo me formé en aquel Oriente Medio, aquella África, huerfano de compatriotas. ¿Alguien concibe hoy que yo fuese el único periodista español en la guerra del Canal de Suez de 1956? Una guerra en la que intervenían Israel, Francia, Gran Bretaña y Egipto. En la guerra de Irak en 1991,  donde estuvo mi hija con el diario El Sol,  solo el contingente español se componía de dos docenas de periodistas españoles.
¿Qué pudo suceder para que hoy veamos una juventud que se lamenta de su sino, de la precariedad de su trabajo, de lo incierto de su futuro? Nosotros echábamos a andar alejándonos de la familia, de la monótona existencia del hogar y sus estrecheces. El nihilismo sólo lo conocíamos por la literatura rusa. Ninguno pensábamos en poseer automóvil o adquirir una vivienda o tener un puesto de trabajo para toda la vida o replicar la familia que deseábamos abandonar.
Manu Leguineche pensó que para ir de Londres a Paris, el camino más corto era tirar adelante, pasar por Turquía, Irán, Afganistán,  la ruta de Katmandú, vender píldoras inócuas en aldeas de  Tailandia, donde un mono le comió el pasaporte, y acabar regresando al punto de partida. Y nos construimos un universo en el que nunca nos decíamos “adios”, sino “hasta luego”. Volábamos de un punto caliente en el Líbano a otro en Nicaragua, coincidíamos en los mismos hoteles, el Philadelphia de Amman el Raffles de Singapur o el Ashoka de Nueva Delhi, el Imperial de Kampala. Eramos una docena de locos entre los que que había dos o tres chicas. Oriana Falacci, Maggie Bourke-White… Eramos suecos, españoles, italianos, franceses, estadounidenses, alemanes. Aprendíamos idiomas, nos ayudábamos unos a otros, el ex-cura, periodista de AFP en Beirut, Gabriel Dardaud era en Oriente Medio nuestra Torre de Control. La Tribu, como la bautizó Manu,  consultaba al que llamábamos “El Papa” para que te diese nombres, contactos. Hablaba perfectamente el árabe y el latín. Estaba igual de loco que nosotros. Y vino otra generación que nos seguía: Miguel de la Quadra, Jesús González Green, Manolo Alcalá, Cirilo Rodríguez, Diego Carcedo, Alberto Oliveras, Ángel Marrero, Emilio Polo, Cuco Cerecedo, Vázquez Figueroa  que llevaron la tribu adelante, sin desfallecer. Y los Gervasio Sánchez,  Javier Bauluz, Ramón Lobo, Miguel Gil, Julio Fuentes, Julio Anguita, José Couso, Jon Sistiaga , Alfonso Armada, José Luis Márquez, Bru Rovira, etc.. tomaron el relevo mientras, renqueando, nos mantenemos en pié algunos fundadores de este selecto club de pirados. No hemos hecho fortuna la mayoría de nosotros pero la fortuna ha estado de nuestro lado porque la hemos buscado fuera del convencionalismo de un tipo de vida arcaico perfectamente programado y en vías de desaparición.
¿Qué falla ahora en parte de la juventud? En lugar de independizarse de sus familias y del retrato retro del Pater Familias, buscan repetir los esquemas del progenitor. Se echan encimas cadenas perpetuas en forma de hipotecas a las que estarán atados hasta que tengan nietos.   Estamos en un cambio de era y solo los pioneros intentan entenderla y explicarla. Son la misma “tribu” en continua avanzadilla. Las mamás ya no buscan al ingeniero de minas para casar a su niña. El puesto fijo para una vida es un un anacronismo tóxico.
En Segovia, con el 25 aniversario de los Premios Cirtilo Rodriguez, se ha rendido un merecido homenaje a Manu Leguineche, el Gran Jefe de la Tribu. No pude acudir por una inflamación pulmonar. Ramón Lobo ha escrito un texto muy hermoso sobre el acto. Quiero compartirlo con vosotros.
Manu… a seguir… ¡con dos!

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