La vuelta del Emérito

El fiscal suizo no ha podido demostrar el origen ilícito de los 65 millones que Juan Carlos I le transfirió a su amante. Sin embargo, ha quedado probado que testaferros cobraron este dinero -presuntamente, procedente de comisiones ilegales por la obra del AVE a La Meca-, que el Rey Emérito ha manejado mucho dinero oculto en paraísos fiscales, que usó medios del Estado con fines particulares, que defraudó reiteradamente a la Hacienda pública española -tal como prueban sus regularizaciones fiscales-, que se dedicaba a una vida a todo trapo mientras aparentaba dedicación exclusiva en la Jefatura del Estado, que el CNI (o sea, el Estado) trabajó para callar a Corinna Larsen, que fue perceptor de cohechos sin la transparencia debida en una democracia y que los sucesivos presidentes del Gobierno -excepto Sánchez- miraron para otro lado pese a ser conocedores de las irregularidades de una persona que aún conserva el tratamiento de Rey.

No hay institución que resista la corrupción y los excesos de Juan Carlos I. Si tuvieran la ocurrencia de aceptar su vuelta a España, el principal perjudicado sería Felipe VI. Tendría que ocuparse del estatus y del papel de su padre, y debería soportar las consecuencias de sus actos, que hace mucho tiempo que dejaron de ser ejemplares si es que alguna vez lo fueron. No acabo de entender el empeño de tantos monárquicos en el regreso del Emérito. Es lo peor que podría pasarle a la institución.

Esta columna de Garea me parece de lo mejor que he leído sobre el asunto.

‘Diarios’ de Chirbes

Los críticos de Babelia eligieron los Diarios de Chirbes el libro del año y me parece una decisión acertadísima. Es un ejercicio descarnado de sinceridad, honestidad e introspección. Hay pasajes que abruman sobre su vida, su sexualidad, su proceso de creación en la escritura, su vínculo con la restauración -fue crítico gastronómico durante muchos años-, su relación con la ciudad y el paisaje rural, sus opiniones sobre la política y el periodismo, sus crisis de salud mental, y su análisis demoledor sobre el albañal de la corrupción en València.

Estas páginas recogen el pensamiento de Chirbes, un pedazo de novelista que no necesitó ni del almíbar del poder, ni de las redes sociales, ni de la fatuidad corporativista de su gremio para llegar a los lectores. Yo creo que Chirbes es el autor más original, lúcido y contundente de su generación. Estos diarios a veces te dejan sin aliento, en otras te despiertan una sonrisa, y en todo caso subyugan por su belleza literaria. Y la belleza, decía Heidegger, es un aspecto de la verdad.

La doblez del PP de Castilla-La Mancha con el trasvase del Tajo

No han pasado ni tres días desde que Francisco Núñez asegurara en el Congreso del PP de Castilla-La Mancha que antepondría la defensa de los intereses de la región a los de su propio partido, y el Grupo Popular en el Congreso ha elevado una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado para tumbar el cambio de la normativa de explotación del trasvase Tajo-Segura. Esta modificación permitió reducir el máximo trasvasable en nivel 2 desde los 38 hectómetros cúbicos a sólo 27. La mayoría parlamentaria ha rechazado la enmienda, afortunadamente para el Tajo y los municipios ribereños. Pero es importante subrayar la diferencia: mientras los parlamentarios castellanomanchegos del PSOE rechazan la explotación del trasvase aunque sea su partido el que está en el Gobierno de la nación, los diputados del PP agachan la cabeza ante su dirección nacional, cuyas directrices pasan por blindar el apoyo del sector agroindustrial de Levante en un momento en el que Vox anda pescando cada vez más en esos caladeros. Es cínico pedir el cierre de la tubería en Toledo y luego promover en Madrid enmiendas para perpetuar esta infraestructura. Es cínico exigir a Page que se «rebele» ante Sánchez y luego reivindicar -¡a estas alturas!- el funesto Memorándum con el que Cospedal sacrificó el futuro del Tajo y de Castilla-La Mancha. El problema no es que Núñez sea una calamidad, que lo es. El problema es la doblez, la hipocresía y la traición constantes del PP de CLM a la hora de defender el Tajo.

Miguel Bosé y el periodismo

Tal vez porque cada vez me siento más lejos de mi profesión no acabo de entender el interés por personajes a los que el epíteto relevante les empieza a quedar lejos. Miguel Bosé anda estos días de promoción de su libro de memorias. Está siendo entrevistado por muchos medios de comunicación, en distintos soportes. El País publicó ayer domingo una conversación con él en su contra y la periodista que firma el texto admitió en Twitter que no se sentía «orgullosa» del resultado. Es normal. La entrevista era un bodrio y un ejercicio de fatuidad de quien ahora explota sus recuerdos de infancia y de adolescencia porque ya no tiene fuerza, ni talento, para prolongar su carrera musical. La valoración es extrapolable a la mayoría de entrevistas, por llamarlas de alguna manera, que ha concedido este señor. No es éste, por tanto, un comentario ni sobre El País ni sobre la compañera en cuestión, sino una reflexión acerca de Bosé y la repercusión, para mí asombrosa, que aún genera su figura.

Se me ocurren varias preguntas. ¿Por qué se publica una entrevista si, una vez realizada, comprobamos que no es para sentirse orgulloso? ¿Por qué cada vez hay menos filtros internos no solo de verificación -evitaríamos difundir bulos, noticias falsas y errores de bulto- sino de control de calidad editorial? ¿Por qué hay que seguir a pies juntillas la agenda de la industria política, económica o cultural? ¿A partir de qué grado de penetración social un personaje público deja de merecer un hueco en los medios llamados serios si no dice nada verdaderamente interesante o de valor añadido?

Entiendo que no estamos para estas preguntas y que lo importante, como siempre, es rellenar el puto folio y cobrar a fin de mes. Pero quizá en algún momento deberíamos pensar sobre estos particulares.

Los periodistas tenemos un deber profesional primario y una responsabilidad social intrínseca. El primero exige publicar solo aquello que es relevante. La segunda pasa por no dar pábulo a personajes que, objetivamente, contribuyen a la desinformación y, como es el caso, atentan contra la salud pública.

Si se hace una entrevista a Bosé para hablar de su libro, es para hacerlo de verdad. Si se le hace para combatir sus disparatadas teorías negacionistas, hay que ponerle ante el espejo de sus miserias. Y si lo único relevante aquí es el libro, por lo que cuenta o por cómo lo cuenta, entonces al menos el periodista podría tener el detalle de leerlo y destriparlo para contárselo a los oyentes, lectores o televidentes. Eso sí, ahorrándonos la fatigosa tarea de leer/escuchar/ver las estupideces de un vanidoso sin escrúpulos.

García Márquez, en un discurso titulado Periodismo: el mejor oficio del mundo, afirmó que «la entrevista de prensa fue siempre un diálogo del periodista con alguien que tenía algo que decir y pensar sobre un hecho» (Los Ángeles, 1996). Al parecer, ya no. Ahora lo que cuenta es ganar seguidores en las redes.

Elena Santonja

Puede ser una imagen de una persona
Conocí a Elena Santonja en 2004 en la casa que ella y su marido, Jaime de Armiñán, tenían en la calle Hermosilla de Madrid. Me envió Manu Leguineche a hacerle una entrevista para una revista que se llamaba Siglo XXI, que duró apenas unos cuantos números pero que para mí fue como un máster de periodismo. Elena Santonja no solo era la hermana de Carmen Santonja, cantante y compositora del dúo Vainica Doble. Era una presentadora de televisión que se hizo muy popular gracias a su programa de TVE Con las manos en la masa, un espacio pionero del boom actual de la gastronomía en televisión. También cultivaba la pintura y ejerció de actriz. Apareció, por ejemplo, en El verdugo, de Berlanga; y en Total, de Cuerda. Tenía una segunda residencia en Almiruete, en la Sierra del Ocejón de Guadalajara, y ese fue el gancho de la conversación. Fue extraordinariamente amable y divertida conmigo. Recuerdo la charla con mucho cariño. El trasto de Facebook me recuerda que han pasado justo cinco años desde su fallecimiento. Tuve la oportunidad de darle media página para su obituario en El Mundo y contar su vida, que era muy interesante. Han cambiado muchas cosas en este lustro. Una de ellas, por ejemplo, que el periódico ha decidido suprimir las necrológicas como sección fija. En fin, merece la pena recordar la figura de Elena Santonja.

León, bimilenaria. Un libro monumental de la editorial Rimpego sobre una ciudad deslumbrante

A quien le guste León, y no creo que haya nadie con juicio que no quede deslumbrado al recorrer sus calles, debe leer el libro que acaba de escribir y editar Joaquín Alegre, a su vez editor de la leonesa Rimpego. Es una obra monumental de más de 450 páginas, con una galería impresionante de mapas y fotografías, que indaga en la bimilenaria ciudad de León, desde su fundación, como campamento de una legión romana, hasta hoy, premio de arquitectura contemporánea de la UE. El repaso a su patrimonio monumental impresiona: la muralla bajoimperial, la “capilla Sixtina del románico”, una de las catedrales góticas más importantes del mundo, la obra maestra del plateresco español, una plaza Mayor barroca, uno de los edificios con mayor huella de Gaudí… Hay que agradecerle a Joaquín este enorme esfuerzo intelectual y editorial volcado hacia una ciudad en la que, como escribe Gamoneda, «el aire peligra de belleza».

Revista de Folklore y un poema de Lorca

Hace exactamente 20 años publiqué en la Revista de Folklore, que dirige el folklorista y maestro de etnólogos Joaquín Díaz, un ensayo sobre Federico García Lorca [en formato PDF: revista-de-folklore-294.pdf]. En concreto, sobre la Baladilla de los tres ríos y las raíces del cante jondo en la poesía lorquiana. Hubo un tiempo en que tenía tiempo, valga la redundancia, para escribir sobre cosas importantes y no sobre las miserias políticas cotidianas. El poema en cuestión corresponde al volumen Poema del cante jondo, publicado en 1931 en Ediciones Ulises, aunque su redacción la llevó a cabo Lorca entre 1921 y 1924. Es una composición extraordinariamente hermosa. Poesía popular de influencia romántica que no busca ensalzar la dimensión costumbrista del folklore, sino su valor artístico. A Lorca hay que volver siempre. Me ha encantado reencontrarme, dos décadas después, con este texto. Y también con la hemeroteca digitalizada de una revista excepcional en la que tuve el honor de colaborar.

Que nos ahorren sermones sobre el mérito deportivo

Comprendo la alegría generalizada por el fiasco de los clubes patricios con ese invento de la Superliga y, especialmente, del presidente que maneja el Real Madrid como si fuera un cortijo. Pero no sé exactamente por qué el aficionado raso tiene que alinearse con los intereses de la UEFA, la FIFA, las federaciones, las patronales de las diferentes Ligas (incluido el ex militante de Fuerza Nueva que mangonea la Liga española), Boris Johnson y hasta el príncipe Guillermo. No ha habido una revuelta de las aficiones, por mucho que determinados periodistas deportivos nos vendan el cuento del romanticismo de la Premier. Ha habido una reacción feroz de la trama corrupta que parasita la industria del fútbol europeo para retener los derechos de explotación. Y, en el caso del Reino Unido, ha habido una reacción nacionalista furibunda bajo el subterfugio del bla, bla, bla de la solidaridad y la competitividad. Como si el modelo actual de Champions, jibarizado por clubes en manos de millonarios o incluso de Estados teocráticos en los que se aplastan los derechos humanos, estuviera gestionado por ONGs con todos los clubes participando en condiciones de igualdad. «Tenemos que proteger el juego nacional», dijo el primer ministro británico.

La iniciativa de los grandes clubes era extractiva y salvaje, y buscaba salvar los ingresos de una burbuja obscena que no se sostiene con la pandemia. Pero el conglomerado que le ha doblado el pulso es la peste. Lo digo por aquello de no dejarnos llevar por la corriente. El presidente de la UEFA es el padrino de una de las hijas de Agnelli, dueño de la Fiat y la Juventus. Lo pongo como ejemplo de la cercanía entre los contendientes y de lo lejos que está el común, o sea, todos nosotros, de todo eso. Esta es una pelea de mafiosos por el pastel. Sería interesante que nos ahorrasen sermones sobre el mérito deportivo.

14 de abril

14 de abril. 90 años desde la proclamación de la II República, un proyecto político democrático y transformador que situó a España a la vanguardia de las potencias occidentales. Libertad de expresión, sufragio universal, elecciones y prensa libre, pluralismo parlamentario, igualdad de género y reformismo de estructuras económicas e institucionales ancladas hasta entonces en la oligarquía, la explotación y la política de notables del viejo régimen. Hay muchos historiadores e intelectuales que recomendaría para acercarse a este período de forma ponderada (Santos Juliá, Moradiellos, Fusi, Thomas, Preston…). También desde una óptica conservadora (Madariaga, Pla) o progresista (Viñas, Fontana, Casanova). Pero yo hoy, sobre todo, aconsejaría leer la Constitución de la República Española de 1931. Una gavilla de apenas 30 páginas. Es un texto impecable, propio de un sistema democrático y liberal, que desmonta el revisionismo de una derecha política e historiográfica que quiere hacer pasar a las autoridades republicanas como culpables de la felonía abyecta del golpe de Estado del 36 y de la posterior Guerra Civil. Pero también deberían leerla aquellos que enarbolan la tricolor en manifestaciones disolventes de la nación española. Aquella Constitución, que amparaba un «Estado integral» compatible con la «autonomía de municipios y regiones» pero no con la «federación de regiones autónomas», era mucho más jacobina y centralista que la del 78. Pese a las tensiones internas y los episodios de violencia social, España perdió el tren de las libertades, los derechos y la modernidad con el derribo del Estado republicano, consentido por las democracias aliadas de nuestro entorno. Ya lo dijo Azaña, la libertad no hace ni más ni menos felices a los hombres; los hace, sencillamente, hombres.

Silencio alrededor de Bankia

Completado el proceso de absorción de Bankia por parte de CaixaBank, ya con sede social en València, no en Barcelona. De esta forma, el Estado pierde el control de una entidad rescatada después de que el FROB indicara en septiembre pasado que los contribuyentes perderían más de 20.000 millones de euros con el rescate a Bankia en 2011. Bankia, recordemos, fue el artefacto financiero urdido por el PP en la Comunidad de Madrid y la Comunitat Valenciana, y respaldado por Zapatero y el ínclito MAFO, con el que se trató de tapar las miserias de Caja Madrid y Bancaja con el ladrillo. Se colocó a Rato en la presidencia, se estafó a los usuarios en la salida a Bolsa, se saqueó la entidad con las tarjetas opacas y el Estado tuvo que salir al rescate. El Banco de España, mientras, mirando a Cuenca. Ahora, una vez saneada, se queda con el banco CaixaBank en una operación jaleada por Sánchez y Calviño. Goirigolzarri se cuadruplica el sueldo, los ciudadanos pierden el dinero puesto con sus impuestos y el dividendo de la macroentidad resultante irá a parar a los accionistas de CaixaBank.

Todo esto, para salvar a un banco que el PP usaba a su antojo y en cuyo consejo de administración se sentaban representantes de todos los partidos, organizaciones empresariales y sindicales. Y todo, no solo con el beneplácito sino con el respaldo de dos Gobiernos del PSOE. Ya sabemos de toda la vida que lo progresista es socializar las pérdidas y privatizar los beneficios.
Luego que por qué no votan más en Vallecas y los barrios de trabajadores…