Artículos en Nueva Alcarria

Tiendas y productos ‘made in Guadalajara’

Diez preguntas sobre el Rey Emérito y una coda

Diez preguntas sobre el escándalo perenne del Emérito y una coda:

1. ¿De dónde ha sacado los cuatro millones de euros de su segunda regularización con el Fisco?
2. ¿Hubo blanqueo de capitales?
3. ¿Falta más dinero por salir a la luz?
4. ¿Por qué Hacienda no le abrió un expediente sancionador después de su primera regularización, en diciembre? En ese momento fue por el impuesto de Donaciones; ahora por pagos en especie sujetos a IRPF.
5. ¿Por qué la ministra de Hacienda no ha informado de las negociaciones con los abogados de Juan Carlos I, si lleva semanas hablando con ellos?
6. ¿Por qué se filtra justo después del aniversario del 23-F? Zarzalejos adelantó hace varias semanas que los representantes legales del Emérito estaban negociando con Hacienda una segunda regularización. ¿Qué extraño criterio de oportunidad les lleva a hacerlo público ahora?
7. ¿Por qué sigue fuera de España si de verdad no es un prófugo de la Justicia?
8. ¿Por qué Felipe VI no le retira el título de Rey Emérito si las infracciones objeto de regularización se cometieron después de la abdicación de su padre?
9. ¿Por qué Felipe VI incumple su propio compromiso de regeneración y transparencia, por ejemplo, en todo lo que afecta a la Fundación Zagatka, que en junio modificó sus estatutos para eliminar a Juan Carlos I y a sus tres hijos como beneficiarios de la misma?
10. ¿Por qué no actúa la Fiscal General del Estado?

La coda, obvia: no hace falta que Pablo Iglesias o los independentistas hablen mucho. La Monarquía se basta sola para erosionar a la institución. Y eso afecta, se quiera ver o no, al titular de la Corona.

Los diputados jabalíes del PP

El primer Pleno del Congreso del nuevo periodo de sesiones -el último fue a mediados de diciembre- vuelve a demostrar hoy que la crispación, los insultos, las interrupciones, las zancadillas y las broncas vienen siempre desde la misma bancada de la oposición. Creo que es hora de decirlo ya y no esconderse en la tabla rasa con la que habitualmente suele juzgarse a todo el arco parlamentario. Basta comprobar la patética intervención de esta mañana del secretario general del PP al vicepresidente segundo del Gobierno. Se enreda con los gritos, las chanzas y las tarjetitas, y siempre se le escapa vivo.

En un discurso pronunciado el 31 de julio de 1931, José Ortega y Gasset, entonces diputado de la Agrupación al Servicio de la República, acuñó la definición «jabalíes» para describir al grupúsculo de parlamentarios de extrema izquierda que sobresalió por su política antigubernamental en las Cortes Constituyentes de la Segunda República. Ahora el parlamentarismo agraz ha cambiado de bando, pero sigue jibarizando las sesiones en la sede de la soberanía nacional.

Está de moda decir que todos los políticos son iguales. No es cierto. Está de moda decir que todos los diputados van al Hemiciclo a ejercer de jabalíes. No es cierto. Como me chupo casi todas las sesiones parlamentarias, por defecto profesional y porque me gusta flagelarme, puedo decirlo sin temor a equivocarme. La crispación no es un recurso de la derecha cuando está fuera del Gobierno. Es un recurso del PP. Solo del PP. El comportamiento de algunos de sus diputados-jabalíes, por seguir con el término orteguiano, no encuentra réplicas en Ciudadanos. Ni siquiera en Vox. No estoy expresando una opinión; estoy describiendo un hecho.

Exiliado

Ayer le hicieron una buena entrevista a Pablo Iglesias en La Sexta. Recomiendo verla a quien lo haya hecho. De verdad. El periodista hizo las preguntas y repreguntas pertinentes. Fue incisivo dejando hablar al entrevistado, que es lo suyo. Le situó frente al espejo de sus contradicciones, pero sin la agresividad que se gastan algunos compañeros que confunden el periodismo con el boxeo.

El resumen del programa, que está editado, podría ser: el mundo conspira contra mí, todo el día recibo presiones -pese a que mi cometido oficial empieza y acaba en la Agenda 2030- y si yo no cumplo las promesas con las que me llené la boca en campaña es por culpa del pérfido PSOE. Sus palabras fueron un monumento al cinismo: pretender ser gobierno y oposición al mismo tiempo, supongo, debe de tener algún tipo de explicación que excede la política. Con todo, la declaración más hilarante, y al mismo tiempo también la más hiriente, fue la comparación explícita que estableció entre la condición jurídica en la que se encuentra Puigdemont y la que sufrieron los republicanos represaliados tras la guerra civil. Dijo, porque el periodista le preguntó por ello explícitamente, que el ex presidente de la Generalitat es tan exiliado como los que en el 39 tuvieron que salir huyendo de la dictadura.
Confieso que cuando escuché eso me dieron ganas de apagar el televisor y mandar a hacer puñetas al personaje. Soltar una patochada así no tiene justificación desde ningún punto de vista, ni siquiera, si estás a favor de la vía del diálogo en Cataluña. Uno puede tener la opinión que sea sobre lo que hizo o dejó de hacer Puigdemont. La mía la he expresado con claridad muchas veces en el periódico: quebró las leyes, vulneró el Estatuto, liquidó el autogobierno, intentó amputar los derechos de ciudadanía a la mitad de los ciudadanos de Cataluña. Y solo la fuerza coercitiva de la ley se lo impidió porque llevaron lo que él y los suyos denominan «el mandato del 1-O» hasta sus últimas consecuencias parlamentarias. Es mucho más grave que un delito de naturaleza económica porque atañe al marco legal y de convivencia, para entendernos, a las reglas del juego democrático. En todo caso, insisto: uno puede tener la opinión que quiera. Puedes llegarte a creer incluso que este tipo es un mártir de la causa soberanista. Allá cada cual con sus paranoias. Cuestión distinta es que el vicepresidente del Gobierno y autoerigido líder de la izquierda española pisotee la memoria democrática de quienes fueron exiliados y represaliados, ellos sí, por defender sus ideas políticas. Porque si dices eso, como vicepresidente, no solo estás erosionando la posición del Estado en el trámite de suplicatorio en el Europarlamento, sino que demuestras que vives completamente enajenado de la realidad. Ni siquiera los intereses electorales de tu formación en Catalunya justifican un atropello de este calibre. La izquierda no puede coadyuvar en el discurso nacionalista. Supone una contradicción ideológica insalvable. Pero mucho menos hacerlo mancillando el legado de los españoles que fueron expulsados de su país por defender un sistema democrático equiparable al que ahora permite a Pablo Iglesias, libre de responsabilidades institucionales de envergadura, hacer el cantamañanas para contentar no se sabe muy bien ya a quién y a cuántos.

El aplazamiento de las elecciones en Catalunya, una maniobra partidista de ERC

El aplazamiento de las elecciones en Catalunya es un escándalo más grande que el Tibidabo. No se puede suspender una votación teniendo vigente un estado de alarma que autoriza la realización de actividades no esenciales. No estamos en el marco jurídico de marzo, que motivó el retraso de los comicios en el País Vasco y Galicia. Si se permite ir a tomar cañas en un bar o a comprar en una tienda de ropa, también debe permitirse una convocatoria electoral. Portugal no va a suspender sus elecciones presidenciales. Lo que sí va a hacer es habilitar las medidas oportunas para votar con garantías en función de la situación epidemiológica.
JxCat lleva muchas semanas maniobrando para retrasar unas elecciones que no le vienen bien. ERC no era partidario del aplazamiento. ¿Por qué, entonces, va a ceder el partido de Oriol Junqueras? Porque el aplazamiento -ahora mismo- le es favorable a sus intereses: congela el efecto Illa, que estaba subiendo al PSC en las encuestas como la espuma, y abre la posibilidad a dar tiempo a que el Supremo inhabilite a Laura Borràs, candidata de Puigdemont.

Soy de los que opina que es inaceptable que Illa compatibilice su candidatura con el Ministerio de Sanidad. Conflicto ético y estético. Pero eso no justifica un aplazamiento que la prensa catalana ya da por casi seguro a mayo. Es una maniobra partidista de ERC que usa la pandemia como subterfugio. Insisto: si no dejan votar, que tengan el coraje de suspender todas las actividades no esenciales, como hizo el Gobierno en el confinamiento de marzo de 2020.
La legislatura en Catalunya va a tener un final acorde con el esperpento de mandato: un ex president inhabilitado, un president en funciones de otro partido, unos socios que no se hablan más que para discutir, una Generalitat incapaz de afrontar la gestión sanitaria, una consellera de Sanidad (de ERC) desautorizada por JxCat, una convocatoria electoral forzada por la Ley de Presidencia (se agotó el plazo de dos meses para investir a otro candidato porque no se pusieron de acuerdo los partidos independentistas) y ahora este aplazamiento, perpetuando la situación de interinidad.

Escándalo

Foto: @Rafa_eltorete ·

Los mismos que hicieron causa política de la manifestación del 8-M permitieron ayer un concierto con 5.000 personas en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid [enlace a La Razón]. No tengo conocimientos médicos para calibrar la bomba biológica que algunos pronostican en Madrid, y en general en toda España, por el plan arbitrado entre Gobierno y autonomías para estas fiestas. A mí la movilidad permitida me parece un escándalo y una aberración, pero que sean los expertos los que hablen… Lo que sí está claro es que no puedes exigir disciplina social a la ciudadanía cuando arbitras normas que amparan concentraciones en espacios cerrados como la de anoche. Ya no se puede alegar, como en marzo, imprevisión o desconocimiento. Ahora ya se sabe cómo se transmite el virus, cómo se frena y qué efectos tiene. Sanidad diseñó un estado de alarma que permite el bufé libre autonómico. Es lo que venían pidiendo los gobiernos autonómicos desde antes de la desescalada: un marco común de máximos, un paraguas jurídico, y a partir de ahí que cada uno opere en función de su criterio y de la situación epidemiológica. El resultado es este bochorno en el que han convertido la normativa para Navidad, que tampoco sería extraño que solo valiera para la semana que viene y que se endureciera para Nochevieja. En Madrid nos llevamos el premio Gordo, como prueba el concierto de Raphael o la permisividad en la actividad comercial y de hostelería. La estrategia es soltar la mano al máximo y abrir todo para «salvar la economía». Y ya está preparado el argumentario. Si sale bien, Ayuso salva vidas. Si sale mal, Sánchez se ha inhibido. Si sale bien, se hablará del «milagro madrileño». Si sale mal, se dará justificación al mamotreto del Zendal. Recuerden estas palabras.

Artículos en 'El Mundo'

Legislatura atada, Gobierno desatado

Conspiración

Leo con retraso ¿Quién quiso la Guerra Civil? (Crítica, 2019), un ensayo extraordinario del historiador Ángel Viñas. Aunque cuesta seguir el hilo de algunos pasajes que son solo aptos para avezados -por el nivel de conocimiento previo que implica-, el libro deslumbra no solo por la muestra de erudición sino por el apoyo de sus tesis en fuentes documentales fiables y, en algunos casos, inéditas.

El autor traza dos líneas básicas en sus conclusiones: por un lado, la participación activa de los monárquicos en la conspiración que precipitó la sublevación del 36 y la posterior Guerra Civil casi desde el día de la proclamación de la Segunda República; por otro, el apoyo previo al golpe de Estado del 18 de julio que recibieron los militares desleales por parte de la Alemania nazi y de la Italia fascista, gracias en buena medida a los contactos con el Duce de sectores monárquicos y de figuras de la derecha como Calvo Sotelo. Viñas señala elementos inquietantes leídos con los ojos de hoy, no solo por lo que tienen de visión del pasado sino porque arrojan luz sobre las lecciones que nos deja la Historia de cara al futuro, e incluso a la España del presente. A saber:

-El papel activo de los monárquicos en la conspiración antirrepublicana casi desde el minuto de la Segunda República, con ramificaciones políticas y diplomáticas al máximo nivel.
-La complicidad de la derecha reaccionaria, mal llamada «contrarrevolucionaria».
-La visión apocalíptica alrededor de la destrucción de «la unidad de la patria» (en palabras de Gil-Robles) y del reconocimiento de las autonomías regionales.
-Machaqueo incesante -por usar las palabras del propio Viñas- sobre el desorden y el caos que prevalecía sobre el país, y sobre la impotencia del Gobierno.
-Las conexiones internacionales de los protofacciosos, especialmente, con nazis y fascistas.
-El papel de la prensa como instrumento de propaganda.
-La generosidad de la banca en la concesión de fondos (véase el ejemplo de Juan March).
-La bronca en el Congreso, las «palabras gruesas» que se tienen que borrar el Diario de Sesiones.
-La acusación permanente de una supuesta revolución «sovietizante» en marcha.
-Catolicismo militante y el papel activo de la Iglesia en la rebelión.
-Lavado de cerebro de buena parte del Ejército, de la tropa.
-Protestas previas de la oligarquía ante las transformaciones del sistema productivo y de la Iglesia ante reformas sociales y educativas.
-Una oposición perforante a la hora de pintar la República como «un desastre sin paliativos» y como un «régimen revolucionario», no como un sistema democrático burgués y liberal homologable a las democracias británica y francesa.
-Un clima creciente de efervescencia y agitación social.
-Recurso a una propaganda que incluía sin disimulo la difusión de bulos que el historiador tacha de «escalofriantes».

Leyendo a Viñas uno entiende mejor este país y, sobre todo, alcanza a entender la verdadera dimensión de esa máxima de Marx que dice que la historia tiende a repetirse. Primero como «gran tragedia» y después como «una miserable farsa»​ (El 18 de brumario de Luis Bonaparte, 1852).

Nueva Alcarria 11.12.2020 (Academia de Gastronomía de Castilla-La Mancha)

Finca Río Negro 5º Año, un tinto excelente

Aquellos que hemos tenido la oportunidad de seguir la evolución de la bodega de la familia Fuentes en Cogolludo, con unos viñedos ubicados a caballo del páramo alcarreño y las crestas serranas, no nos sorprende nada su éxito arrollador tanto entre la crítica como entre los consumidores. La mezcla de factores que pusieron en marcha el proyecto de Finca Río Negro (FRN) presagiaba un futuro halagüeño: una familia unida alrededor de una idea común; una combinación ajustada de determinación y paciencia, inherente al negocio del vino; una dirección empresarial profesional, ceñida a una planificación bien orientada; sensibilidad y conocimiento para tratar 42 hectáreas de viñedo; y una audacia innata a la hora de apostar por la recuperación de la tradición vitivinícola a las puertas del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara.

Con estos mimbres no es extraño que en pocos años Finca Río Negro se haya erigido en una de las principales etiquetas de Castilla-La Mancha, lo que merece un aplauso especial teniendo en cuenta dos elementos. Primero, la ubicación geográfica. La parcela de FRN se ubica a 992 metros de altitud, cota que da nombre a uno de sus tintos y cuya relación calidad-precio, por cierto, es inmejorable. Segundo, ha emergido sin disponer de la calificación de pago ni ampararse en una denominación de origen, con todo el aparataje comercial que implica.

Sin desmerecer el blanco elaborado en su totalidad con uva Gewürztraminer, creo que es en los tintos donde la bodega que capitanean José Manuel Fuentes y sus hijos, Fernando y Víctor, han alcanzado una mayor redondez. Al crianza –potente, expresivo, ideal para el acompañamiento de carnes y guisos- y el mencionado 992 -Tempranillo 85%, Merlot 8%, Syrah 4% y Cabernet Sauvignon 3%- se suma el 5º Año, que es la joya de la corona. Carlos Delgado, crítico de vinos de El País, escribió: “Es una oferta aromática fresca y elegante, donde los frutillos silvestres maduros esquivan la simpleza dialogando con las hierbas de monte balsámicas y las notas especiadas de la madera”.

El 5º Año de Finca Río Negro de la cosecha de 2015, que ha salido al mercado con una producción limitada y exclusiva de 7.521 unidades, acaba de obtener 94 puntos en la Guía ABC. Es el mejor tinto que jamás se ha hecho en Guadalajara. Brillante, notable, de una calidad superior. Su peculiaridad estriba en la gran calidad de las uvas, procedentes de un viñedo de dos hectáreas, rigurosamente seleccionadas, y en la cuidada elaboración y crianza en roble francés. Es un producto ‘top’ que exige una larga y cuidada elaboración de cinco años. En boca resulta carnoso, complejo y equilibrado. Una mezcla sutil de opulencia y elegancia. Los especialistas subrayan su tanino sedoso y un largo postgusto.

El Arcipreste de Hita, en el verso Darte he del pan e del vino, explica que el pan es el alimento del cuerpo y el vino, del alma. Y añade: “Si non fuese la çeçina con el grueso toçino, / que estava amarillo, de dias mortezino, / que non podia de gordo lidiar sin el buen vino, / estava muy señero, çercado e mesquino”. Esto quiere decir que en el medievo, igual que ahora, no había buen yantar sin buen vino. De ahí la importancia de FRN.

Guadalajara le debe mucho a Finca Río Negro. No solo la restauración de las vides en Cogolludo, que incluye el rescate de la variedad autóctona Tinto Fragoso, sino el anclaje de una oferta comercial que permite a nuestra tierra situarse entre lo más granado en un sector cada vez más competitivo. Es fácil encontrar sus vinos en los lineales del club del gourmet de El Corte Inglés, en cadenas de supermercados como Sánchez Romero o en algunos de los mejores restaurantes de Madrid.

La conquista del mercado es consecuencia de una distribución en la que el vino va acompañada de una divulgación impagable de los encantos naturales de la Sierra de Guadalajara. Hay que valorar esto como se merece, en toda su dimensión y con todo lo que ello implica para una provincia que necesita la publicidad como el comer.

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